El brujo es agente libre, consultor independiente, no es franquicia de nadie. Igual que el chamán, el zahorí, el papabocó, el santero, y el predicador milagrero, su comunicación con el “más allá” es directa. Elocuentes, carismáticos, sagaces, y de singular desfachatez, convencen a desesperados y a quienes necesitan de milagros. El mes pasado, bajo el regocijo del gobierno, uno de ellos estuvo por aquí: “El Profeta”.

Nuestros gobernantes y políticos tienden a creer en curanderos, pitonisas, magos, y hechiceros. Recordemos que Balaguer se dejó sobar en solemnidad por aquellos cirujanos filipinos, que, además de aliviarlo a él, operaron mágicamente en los cuerpos de personalidades ilustres y católicas de aquella época. Esos prestidigitadores terminaron en chirola condenados por estafa.

Peña Gómez hizo traer para su servicio personal una hechicera venezolana. Luego de un tiempo, la espiritista terminó quedándose en el país de costurera. Nunca supe si entre vestido y vestido siguió ejerciendo la hechicería. El síndico Manolín Jiménez, por los setenta, mantenía altares sincréticos y se le montaba “el caballo”. No le sirvió de nada: murió en desgracia política.

Desde siempre, los altos mandos militares tuvieron debilidad por despojos, baños de hojas, amuletos, y resguardos contra maleficios.

En la alienación del poder, quienes lo ejercen, sienten una necesidad irrefrenable de comunicarse con Dios de tú a tú. En el apremio, desprecian iglesias tradicionales, santos, curas, y hasta la virgen santísima, acogiéndose a personajes que entran y salen del reino celestial igual que testaferros por palacio, sin horario ni restricciones.    

En esa tradición de irrenunciable realismo mágico, es comprensible que el gobierno diera la bienvenida con música de viento a Temitope Balogun Joshua, “El profeta”: predicador, milagrero, millonario, y estafador, que anda por el mundo vendiendo sus dotes sobrenaturales. Ahora, cuando está claro que los polvillos mágicos de mercadólogos y creadores de imagen no surten efecto, es entendible que el gobierno desconfíe de las indulgencias plenarias que bien compró e intentó negociar directamente con “El Hombre” a través de un agente libre.

Están en una encrucijada angustiosa y llena de incertidumbres, les urge conocer el castigo que llevará la estafa de Punta Catalina y otras maldades cometidas. ¿Cárcel, desprestigio, exilio, ceguera, o atrofia testicular? Ha llegado la hora de las culpas, del remordimiento, del miedo. Es tiempo de espiritismo y profecías.

El influyente curandero TB Joshua, tiene su “Anointing Water” (un agua bendita que logró vender como remedio para el Ébola, distribuyéndola por toda Sierra Leona, a cambio de “contribuciones”). Cura la diabetes, mata el virus del SIDA, elimina la ceguera, convierte a mudos en políglotas, y pone a trotar a cualquier parapléjico. Pero, sobre todas las cosas, adivina el futuro y puede asegurar con precisión quién será el próximo presidente.

No sería de extrañarnos que el mismísimo Danilo Medina y su equipo de manejadores hayan traído a “El Profeta”, un portento que traería la paz interior al presidente y a su corte terrenal, que diría si la reelección es posible, o si mil demonios se precipitarán de repente sobre la clase gobernante llevándosela al infierno a purgar sus pecados. ¿Se lo dijo todo el africano, lo saben ya, tienen temor, están alegres? 

“De noche, en luna llena, métase al mar hasta las rodillas, enjuágase sus partes con Agua Florida, úntese el pecho con cebo de barraco joven, y siempre lleve la ropa interior al revés”. Ensalmo que me recetara, hace ya tiempo,un brujo de mí pueblo.