Ha caído en mis manos el libro “El experimento dominicano”, de Carlos María Gutiérrez. El periodista uruguayo, basado en la visita de varias semanas que realizó a nuestro país entre mayo y abril de 1971, en pleno zénit de la represión balaguerista, comparte en su libro descripciones y reflexiones sobre la situación política dominicana. Por considerarlo de interés de mis lectores, comparto un resumen del capítulo dedicado a los partidos políticos de entonces.

Los partidos de derecha existentes en ese entonces eran los herederos de la Unión Cívica Nacional de Viriato Fiallo y del Movimiento de Conciliación Nacional de Héctor García Godoy. Su electorado está compuesto por latifundistas, comerciantes importadores, banqueros, e industriales. Los partidos de derecha se diferencian poco: sus principales características eran la supeditación total a la política norteamericana aplicada al país, el anticomunismo y la represión.

El principal partido de derechas era el Partido Reformista, de Joaquín Balaguer. Cuatro pequeños partidos compartían con este el gobierno: el Grupo 30 de Mayo, de Antonio Imbert Barreras; el Movimiento Nacional de la Juventud, al que Gutiérrez califica como “una conjunción de oportunistas”, liderado por Víctor Gómez Bergés; el Partido Demócrata Popular, del excontralmirante Luis Lajara Burgos; y un resto del Movimiento de Conciliación Nacional, heredado por Jaime Manuel Fernández tras la muerte de García Godoy.

La oposición de derecha, está compuesta, principalmente, por el Partido Quisqueyano Demócrata, del exgeneral Elías Wessin y Wessin y por el Movimiento de Integración Democrática Anti Reeleccionista, fundado por el exvicepresidente del primer periodo de Balaguer, Francisco Augusto Lora, debido a su oposición a la reelección de este.

En esta casa de Bruselas murió Maximiliano Gómez, el Moreno, el 23 de mayo de 1971.

La oposición liberal burguesa era encarnada, principalmente, por el Partido Revolucionario Dominicano, de Juan Bosch y por el Partido Revolucionario Social Cristiano, de Alfonso Moreno Martínez, que competía por el mismo electorado del PRD.

La oposición marxista-leninista, totalmente clandestina y objetivo principal de la represión, de Balaguer tenía matices sorprendentes. Existían, por ejemplo, dos partidos comunistas igualmente aceptados por Moscú: el Partido Socialista Popular y el Partido Comunista Dominicano. Las discrepancias entre ellos tenían que ver con algunos aspectos de la estrategia global soviética. El PSP, por ejemplo, apoyó la invasión soviética a Checoslovaquia del 1968, mientras que el PCD la criticó.

De las divisiones del Movimiento 14 de Junio surgieron el Partido Comunista de la República Dominicana o PACOREDO, la Línea Roja del 14 de Junio, el Grupo Billo y Voz Proletaria. Curiosamente, aunque el 14 de junio se declaraba marxista-leninista, todos estos partidos asumieron una línea maoísta. Otro partido revolucionario lo constituían los Comités de Resistencia Camilo Torres (CORECATO), formado por universitarios que salieron de la Juventud Social Cristiana y por algunos curas rurales. El CORECATO se inspiraba en el chileno Movimiento de Acción Popular Unitaria y en la acción del sacerdote y guerrillero colombiano Camilo Torres y por sus discípulos del Grupo Golconda. El más importante de los partidos revolucionarios de izquierda lo fue el Movimiento Popular Dominicano, partidario de la lucha armada. El MPD fue el principal blanco de la represión balaguerista. Tanto el MPD como los restantes grupos maoístas rechazaban la alianza con Juan Bosch

Una característica particular de la realidad política de entonces fue la representación de todos los partidos revolucionarios en la UASD, a través de grupos estudiantiles: el MPD por el Frente Flavio Suero; la Línea Roja del 14 de junio por el Grupo Fragua; el CORECATO por el Bloque Universitario Revolucionario Cristiano; el PACOREDO por Juventud Comunista; el PCD por el Comité Universitario Julio Antonio Mella; y el PSP por el Comité Cuco Peña. Incluso el PRD estaba representado por el Frente Universitario Socialista Democrático, que controlaba la Federación de Estudiantes. Los movimientos estudiantiles, al igual que sus partidos, estaban infiltrados por los servicios policiales criollos y por la inteligencia norteamericana, e igualmente divididos. De hecho, se enfrentaron con frecuencia en batallas en el Campus de la UASD, que se saldaron con al menos un estudiante muerto.

Todo el espectro de la dividida oposición dominicana – desde el PQD de Wessin hasta el MPD de Maximiliano Gómez – coincidía, paradójicamente en que una solución política a la represión balaguerista era imposible y que la única manera de sacar a Balaguer del poder era a través de la violencia y de un golpe de estado. La muerte sorprendió a Maximiliano Gómez coordinando una alianza con Héctor Aristy, líder del Movimiento 24 de Abril y con Máximo López Molina, líder de un sector del MPD. El MPD, por cierto, era, según se dice, el partido más infiltrado por la CIA. En mi libro “Morir en Bruselas” daré a conocer detalles relacionados a esta hipótesis.

Recomiendo “El Experimento Dominicano”. Su lectura es muy necesaria para la comprensión de la historia de los partidos políticos de la República Dominicana.