El perfil de las víctimas traficadas por las redes de tráfico es variado, así como las condiciones a las que se someten en el país de destino.

En Brasil, por ejemplo, las redes de trata de mujeres no se utilizan predominantemente de la coacción física para someterlas y llevarlas al exterior, pero se utilizan de la situación de sus vulnerabilidades sociales, son engañadas de que alcanzarán mejores condiciones de vida en el exterior y, amenazándolas a través de la coacción psicológica. Estudios indican la ocurrencia de coacción física y psicológica en las víctimas de Europa del Este y de África.

En Brasil, entre los factores predominantes que posibilitan y estimulan esta práctica están: la pobreza, la desestructuración familiar y los abusos intra y extra familiares a los que esas víctimas fueron sometidas. Además, países como Brasil, que presentan altos índices de desempleo y de bajo nivel de desarrollo social, tienden a ser los países "abastecedores" de mujeres y niños para la industria del sexo mundial.

Las investigaciones que abordan perfiles de victimas de trata generalmente son cualitivos, una vez que hay gran dificultad para obtener datos estadísticos definitivos sobre las víctimas de la trata, así como sobre el lucro producido con esa actividad, sea por la complejidad inherente al fenómeno, sea por el contexto de la ilegalidad que lo envuelve. Las mujeres, niñas y adolescentes constituyen las víctimas preferenciales de ese "mercado sexual". Aunque se identifican niños, hombres y transexuales también victimas de trata.

En Brasil, la trata para fines sexuales es predominantemente entre niñas negras y mulatas. Las víctimas menores de edad son llevadas para la trata interna, por la dificultad existente en la retirada de menores de edad, incluso que no poseen constitución física de mujeres, con documentos falsos. Las mayores de 18 años, serían sometidas a las redes internacionales de trata.

Situación particular se da en municipios brasileños fronterizos con otros países (Paraguay, Uruguay, Bolivia, Venezuela, Surinam), donde los límites de fronteras son de difícil identificación. En esas regiones, hay actuación de las redes de trata de niñas y adolescentes para el mercado sexual. La poca edad de las víctimas brasileñas corrobora la "feminización de la pobreza", por falta de oportunidades sociales, vulnerando e insertándolas en el mercado de la trata interno e internacional sexual.

Muchas veces esas mujeres, al aceptar ir a otro país, aun estando conscientes de que van a trabajar en el mercado sexual, no se imaginan las condiciones reales que las esperan allí. Cuando llegan, se encuentran con sus documentos retenidos por la red de trata, confinadas en locales propios para la prostitución, padeciendo de malos tratos, explotadas – una vez que no pueden salir hasta pagar toda la deuda contraída con el viaje, transporte y alojamiento – viendo amenazas constantes contra sus familias y principalmente contra sus hijos.

Otras mujeres entienden que realmente aceptaron pagar el valor debido y se someten a las redes de tráfico, aceptando las condiciones impuestas por el tratante. No hay percepción de que están siendo explotadas, ni mucho menos traficadas.

Importante que se esclarezca, que, aunque la mujer acepte las condiciones de ser llevada para fines de prostitución, se caracteriza la trata de personas y esta mujer es una víctima.

Se percibe que solamente la prostitución forzada (por medio de coacción y amenaza) está asociada a la trata de personas. La trata resultante del aprovechamiento de la condición de vulnerabilidad de la víctima no es entendida como trata, por las propias mujeres.

Algunos estudios apuntan diferencias entre las redes de trata, en función del tipo de maltrato ejercido sobre las mujeres. Se indica que las redes procedentes de Latino América se utilizan de maltrato psicológico contra las víctimas, mientras que las redes de Europa Oriental se utilizan de malos tratos físicos. Revela además que las mujeres latinas tienen como destino los clubs de alterne y las plazas, a diferencia de las mujeres de Europa Oriental y las africanas que se prostituyen en las calles (calles).

Además, las redes criminales se articulan y se aprovechan de sistemas que tienen control migratorio ineficiente, donde haya vulnerabilidad social y ausencia de Políticas Públicas efectivas de combate y atención a las víctimas. Estas redes de trata se adaptan a los cambios de los controles migratorios de los países de destino, creando nuevas metodologías de inserción, cambiando incluso la procedencia de las víctimas.

En España, por ejemplo, datos relativos a la nacionalidad de las víctimas latinas, indican que a fines de la década de 90, grande parte de las víctimas eran originárias de República Dominicana. Esto fue cambiando para colombianas, brasileñas y ahora principalmente paraguayas.

Con esto, se percibe que es equivocada la idea que se tiene sobre la percepción de las nacionalidades por las formas y colores de las mujeres interesantes para el mercado sexual. Lo que si existe es la nacionalidad que es más fácil de inserir en los mercados sexuales.

Aun hablando de las redes de trata, un estudio madrileño indica que las redes de trata presentan una estructura jerárquica y piramidal, con una organización interna muy cerrada y rígida, compuesta básicamente de hombres. Estas redes están involucradas paralelamente con otros tipos de delitos como el tráfico de armas y de drogas, robos, falsificación de documentos, lavado de dinero, entre otros que aproxima la trata de personas con el crimen organizado transnacional.

Conocer a los perfiles de las víctimas y al contexto en el que el fenómeno de la trata de personas se insiere es fundamental para elaborar políticas de combate y, principalmente, de políticas públicas de desarrollo interno y prevención.