La familia es un sistema abierto que es permeado e impactado por todas las situaciones que se presentan en el contexto social. La economía es un aspecto que afecta sensiblemente la sobrevivencia de las personas porque de ella depende satisfacer necesidades básicas como alimento, salud, educación, entre otros. Es posible que impacte los vínculos familiares, por el estrés que se genera en los padres, ante la imposibilidad de cubrir todas las necesidades de la familia.
Si a esto agregamos el sentimiento de desamparo que manejan estos padres con relación al Estado por la falta de respuesta para suplir los servicios básicos, estamos frente a la posibilidad, si no nos mantenemos alerta, de ver consecuencias asociadas a estados depresivos, trastornos de ansiedad y hasta ideas suicidas por los sentimientos de impotencia, miedo y desesperanza.
A los economistas les toca orientar en recomendaciones sobre cómo organizar un presupuesto familiar, evitar gastos innecesarios, aprender a comprar y buscar nuevas formas de producción; a nosotros los profesionales de la conducta nos tocan otros aspectos y en este sentido recomendamos que:
– Aproveche este tiempo para enseñar el valor de la unión familiar, involucrando a los niños, niñas, adolescentes y jóvenes en el plan de ahorro; no se desgaste intentando mantener hábitos económicos insostenibles. Converse con sus hij@s, explíqueles la situación real sin sentirse culpable. Ellos, de acuerdo a su edad, lo entenderán. Mientras más pequeños son utilice un lenguaje más concreto, transmita el mensaje de manera relajada, tranquila, como una situación de todos, no sólo de papá y mamá.
– Trabaje el desapego a las cosas materiales sin armar una tragedia porque no van a poder ir de vacaciones este año o continuar comiendo fuera todos los domingos.
– Desarrolle la resiliencia en sus hijos. Capacidad definida por Boris Cyrulnik como la “resistencia al sufrimiento” (Los Patitos Feos, 2001).
Es la posibilidad de continuar adelante a pesar de las circunstancias adversas. Este es un tiempo para promover este tipo de destrezas y está muy relacionada con las actitudes de los padres frente a las dificultades. Utilice el humor, la creatividad frente a las posturas de pesimismo y derrotismo.
– Si viven en pareja dense apoyo cuando lo necesiten. Si están agotados o irritables no conversen sobre temas económicos esperen a estar en un mejor momento para ello, no es momento de buscar culpables.
– Convoquen a la familia extendida para generar nuevas formas de afrontar la crisis, repito, no para evadirla o quejarse, para afrontarla. Por ejemplo, proponer almuerzos compartidos y evitan así los altos costos de los restaurantes, reciclar materiales, traspasar ropa o artículos que puedan seguir siendo usados por otra persona de la familia.
– Manténgase alerta a las expresiones pesimistas y de queja para transformarlas en posibilidad de cambio y solución, recuerde que el lenguaje es muy poderoso, de manera que orientamos la conducta por estos decretos verbales.
– Si no hay dinero, compense con tiempo emocional, pero dado con alegría, no sintiéndose en falta ni albergando pena por sus hijos e hijas, pues éste es el mejor regalo que les podemos dar, nuestra presencia disfrutada con alegría.
– Por ultimo desarrolle la capacidad de trascendencia, por la vía que le parezca mejor. Cuando en fe entendemos que este momento pasará, que podremos sobrevivir a él, habremos no sólo afrontado la crisis sino sacarle beneficio personal, familiar y espiritual.
Twitter: @solangealvara2