1.- La vida en sociedad sería sumamente fácil, llevadera, si todos los seres humanos tuviéramos igual forma de comportamiento. La comunicación se establecería sin inconveniente alguno, porque cada quien sería asequible sin dificultad, sin cortapisas de ninguna índole.
2.- La igualdad de actitud entrañaría similitud, analogía en el desenvolvimiento en el medio social. Pero ocurre que la especie humana reacciona diferente, con posturas distintas, conforme la sociobiología que toma tópicos sociales tradicionales y los reexamina con términos biológicos de valor adaptativo.
3.- La realidad nos demuestra que no podemos tener como elemento para conocer a una persona un factor, un agente denominador común como individualizador característico de su proceder frecuente.
4.- Tratar, codearse con una persona permite advertir su forma de proceder y la acumulación de conocimientos sobre el sentir de ella hace posible comprenderla en sus reacciones; la compenetración contribuye a la identificación de sus hábitos que llevan a hacer notorias sus actuaciones. La frecuencia nos permitirá conocer su forma de actuar.
5.- Lo anterior no quiere decir, en modo alguno, que por el hecho de compartir durante mucho tiempo con una persona la llega a conocer perfectamente. Nadie escapa a ser defraudado por un simulador preparado para aparentar y encubrir la realidad con la imitación.
I.- Necesidad de conocer a los demás
6.- En mi comunicación con los demás trato de ser observador para comprender sus defectos y virtudes. Partiendo de que nadie es bueno entero ni malo entero, procuro valorar a las personas por la región del país donde nació y se desarrolló, por su extracción social, ubicación clasista, cualidades de sensibilidad, probidad y lealtad.
7.- De entrada, siempre presumo que la persona es buena, sana y confiable, suposición esta que mantengo hasta que comienzo a darme cuenta que he errado en mi conjetura inicial. En lo adelante procuro actuar ante ella con precaución para no ser víctima de mi propio descuido, aunque debo admitir que, en algunas ocasiones, he caído de bobo.
8.- La minuciosidad ante las personas no impide pecar de torpe porque la agilidad de los ladinos está por encima del más agudo de los espectadores. Por más atención que le ponga a los gestos de un falso, este logra confundir al más avispado.
9.- Por lo regular, mi candidez la practico ante personas de mi generación, las cuales tengo como un gran referente de sinceridad, lealtad y reciedumbre ética. Me comporto sumamente candoroso cuando estoy en presencia de un individuo cualquiera de mi época, lo que en los últimos años de mi vida me ha causado decepciones que me han llegado a lo más profundo de mi corazón.
10.- Los desengaños sufridos me han llevado a reflexionar en el sentido de que tengo que cambiar el hábito de fiarme por asuntos generacionales, personas que no merecieron mi confianza, porque su proceder me llevaron al desencanto rompiendo mi normal ánimo de satisfacción e ilusiones.
II.- Mi reacción ante una acción dañina que me afecta anímicamente
11.- Cuantas veces una persona de mi confianza me falla, saco de esa situación dolorosa una experiencia que me impulsa a meditar; a pensar de forma sosegada para no reincidir en inocentadas. La meditación oportuna me trae calma para revisarme y, a la vez, reponerme olvidando sin resquemor lo ocurrido.
12.- Los golpes que recibo por la ingenuidad como me comporto ante farsantes, los supero transmitiéndolos, no guardando silencio; no escojo el camino de la reclusión y el confinamiento para sustraerme a la realidad. Procuro eliminar mentalmente todo aquello que puede constituir un obstáculo a mi libertad plena.
13.- Ocultar la verdad no es de personas sinceras; enmudecer, sigilar por conveniencia o temor no eleva, sino que reduce; ser comunicativo para orientar a los suyos contribuye a formar seres humanos de bien para el futuro.
14.- Callar algo que debo decir, no forma parte de mi comportamiento; de ahí que una vez resulto lesionado por la difamación de un canalla, mi primera reacción es responder por medio de un escrito que elaboro pensando en mis nietas y nietos, a los fines de que lo tomen como experiencia para que no les ocurra algo semejante en el curso de sus vidas.
15.- Las veces que elaboro un trabajo con tinte personal no persigo hacer labor civilista ni de pontífice. Pura y simplemente, busco llamarle la atención a mis más cercanos continuadores sanguíneos de menor edad para que comiencen a saber lo que es la parte fea de la vida.
16.- A los niños hay que inculcarles el correcto proceder, la adecuada vida en sociedad y la necesidad de la cortesía. Si aspiramos tener un país de ciudadanas y ciudadanos educados, cultivados en las letras y las artes; instruidos, con buenos modales, debemos aportarles todo lo que les haga posible ilustrarles.
17.- En el cerebro de las niñas y los niños debemos de tratar que se fijen las ideas buenas, no las malas, lo que podemos lograr mediante la prédica; a esos inmaduros y tiernos seres humanos hay que edificarlos para que nos recuerden como sus fructíferos predecesores, no como fútiles antecesores.
18.- Cada abuela o abuelo determina la forma como trata a sus nietas y nietos; unos buscan hacerles que se sientan bien poniéndoles en sus manos cosas materiales y otros, entre los cuales me incluyo, les aportamos ideas, consejos que sirvan para formarlos para la adultez.
19.- Me siento bien como abuelo cuantas veces tengo la posibilidad de transmitirles a mis nietas y nietos las vivencias, las experiencias, los sucesos en los cuales he participado o he sido testigo directo. Procuro exponerles lo que ha sido mi vida en el país, mis viajes y aventuras.
20.- Estoy en el deber de hacerles saber a mis nietas y nietos que la vida no es como quieren que sea, sino como está en la realidad y que a ellos corresponde eliminar lo negativo y preservar lo positivo que nos ha dado la naturaleza y los hechos buenos por el ser humano.
21.- Cada abuela o abuelo debe hacer conciencia de la situación de descalabro en que se encuentra la sociedad dominicana, y partiendo de esa realidad ha de actuar en consecuencia con relación a la conveniencia de edificar a sus nietos y nietas en lo que deben ser las mujeres y los hombres del futuro, en el adecuado comportamiento y la correcta conducta humana.
22.- Procede hacerles saber a las nietas y nietos que deben corresponderles a lo que en verdad se llama pueblo dominicano con actos positivos como hombres y mujeres de bien; retribuirle lo que de él han recibido, devolverle con aportes de su trabajo material o intelectual; pagarle al país cumpliendo con sus deberes como personas comprometidas con las causas justas, sin flaqueza, apatía ni pusilanimidad.
23.- Las abuelas y los abuelos sensatos no pueden ignorar que los adultos, que ya nos movemos dentro de la tercera edad, no debemos abandonar el escenario, el ambiente social dominicano actual sin, por lo menos, hacer un esfuerzo por llevarles a la niñez mensajes que les sirvan de sana orientación; de motivación para que reflexionen sobre la necesidad de que se levanten abrazando, reverenciando los buenos ejemplos, que se identifiquen con un modo de vida decorosa, digna e intachable.
24.- Los abuelos y las abuelas de nuestro país, que se mantienen en la brega por un futuro mejor para sus nietas y nietos, les está prohibido jubilarse en la lucha por cambiar la realidad vigente; licenciarse ahora equivale a dejarle el camino libre a los que hay que arrinconar para que no sigan haciendo daño.
25.- Abuelas y abuelos consecuentes con sus nietas y nietos, son aquellos que se mantienen en la faena, en el accionar diario enfrentando lo nocivo, las lacras sociales; aprovechando el tiempo hábil para cuestionar los abusos, impugnando los actos de los canallas que con sus acciones bochornosas contaminan el medio social dominicano.
III.- Reflexiones finales
a.- Por encima de todos los vicios que corroen a la sociedad dominicana de hoy, debemos de confiar que se han de formar niños y niñas con buena conducta; para que en el futuro nuestro país cuente con jóvenes que abracen ideas nuevas, de decencia; muchachos y muchachas que se identifiquen con las causas justas y que sean continuadores del ejemplo de los que aquí han dado sus vidas por un mejor país.
b.- Si queremos que los dominicanos y dominicanas del futuro actúen con voluntad propia, orientada a lo recto, lo legítimo y justo, hay que guiar a la niñez en el sentido de que la sociedad actual no es el modelo a seguir, porque está sucia, viciada y contaminada; que corresponde a ellos limpiarla, sanearla desde arriba hasta abajo; que deben prepararse para hacer labor de purificación social, eliminando lo nocivo, separando lo dañino hasta alcanzar la creación de un nuevo orden social.
c.- En un medio social como el dominicano de hoy, las abuelas y los abuelos que creemos que no todo está perdido, y que algo se puede salvar estimulando a las nietas y nietos para que crean en la dignidad, el decoro, la honestidad y el actuar con vergüenza, ante la proliferación de la indecencia a todos los niveles, debemos destinar tiempo para enderezar la descarrilización que padecemos.
d.- El abuelo o abuela cumple su objetivo de encaminar a sus nietos y nietas para que se levanten como personas de bien, actuando con firmeza y determinación, haciendo caso omiso "al qué dirán". El mundo es de los decididos, no de los medrosos, miedosos y tímidos. Poco importan las tachas y críticas; hay que seguir adelante sin esperar elogios ni alabanzas.
e.- No podemos desconocer que en nuestro medio hay personas que, como dice el refrán, "no lavan ni prestan la batea"; "no dan ni dicen donde hay". Son los mismos que critican a quienes, ante la podredumbre social actual, se preocupan por llevar sana orientación a sus nietas y nietos.
f.- A mis nietas y nietos les he dicho que no me creo dechado de virtudes, modelo de abuelo, ejemplo de civismo, portador exclusivo de la verdad, ni el ciudadano ideal. Pura y simplemente, soy un ser humano preñado de defectos y escasas virtudes; que en todo el curso de mi vida he tratado de ser consecuente con mi forma de pensar y actuar, sin buscar nunca beneficios personales con el accionar en la vida pública.
g.- Aunque la teoría de los premorientes no es absoluta, creo en ella. Por tal razón, vivo convencido, y es mi deseo, que he de morir primero que mis hijos, nietas y nietos; y además, espero partir del mundo de los vivos sin dejar nada material como patrimonio económico. Lo que sí aspiro es que mis descendientes reciban como herencia las reflexiones objetivas, las vivencias comprobadas y los conceptos ajustados a la verdad que les he transmitido; los juicios expuestos que se correspondan con la realidad y las intenciones sanas que les he expuesto para que sean para la sociedad seres humanos sustanciales y sostenedores de un ordenamiento social que satisfaga las más legítimas aspiraciones de nuestro pueblo.
h.- Se hace necesario sembrar en la conciencia de nuestro pueblo la creencia de que la expresión contraria a la verdad, la mentira, solo sirve para engañar, y que la persona que se mueve en base a embaucar nada bueno aporta para llegar a contar con el hombre y la mujer que dicen siempre la verdad y son dignos de confianza.
i.- El individuo con el cual queremos participar en la actividad política es ese que nos motive a dejar de tener presente en la memoria todos aquellos actos que han convertido la política en algo vergonzoso. Hay que luchar para que el deshonesto, el impúdico no siga sobresaliendo en el trabajo político. Conviene marginar a ese ignominioso que ha hecho que el decente se aparte del accionar social y político.
j.- Somos más los que creemos que un país mejor es posible, que aquellos que no confían en el porvenir de felicidad que merecemos y deseamos. Debemos fijarnos la idea de que desarrollando seres humanos de sanos sentimientos vamos a llegar a compartir con ciudadanos y ciudadanas que hagan olvidar el pasado de pesares. El tiempo por venir necesariamente será para convivir con personas que expresen la parte bonita de la especie humana.