Una de las emisoras televisivas que se ven en mi casa es TV Chile. Aunque no la siento como una segunda patria, y dudo que mi hermano o mi mamá sientan algo así, tenemos muy gratos recuerdos, tanto a nivel individual como familiar de y en esa nación. Hemos visitado en varias oportunidades Chile, y mi mamá vivió una temporada allí. Ella ha mantenido el contacto y ve dicha emisora diariamente.
EL pasado fin de semana se llevó a cabo “La Teletón”. Ésta se ha celebrado desde el 1978, salvo los años electorales, y se fijan metas para recaudar x cantidad de dinero, los cuales serán destinados para mantener y crear centros de ayuda a personas discapacitadas o de capacidades diferentes, como ellos les llaman. Esas metas siempre han sido superadas. Eso es una fiesta para todos los chilenos, se hace simultáneamente a lo largo de todo Chile, todos cooperan y celebran este evento.
Durante ésta se van presentando testimonios de personas que han sido beneficiadas y se muestran historias que conmueven al más insensible. Una de las historias que me pusieron a pensar fue la de una niña de dieciséis años de edad que sufrió un derrame cerebral. De clase alta, muy bonita y ella que se preguntaba, ¿cómo se hacen las personas que no tienen dinero? Con una sonrisa y ayudando a personas que han padecido de esto o algo similar, esa jovencita ha aceptado su realidad, asumiéndola con valentía, no la ha frustrado, ni le ha quitado el deseo de vivir.
A lo largo de la vida conocemos personas de todas las edades con una inconformidad y una visión obscura de la vida que dan miedo. Especialmente jóvenes, que con todas las facilidades se muestran tan dolidos que al preguntarle cómo están, la respuesta es “vivo”. Estudian en las mejores universidades, no trabajan porque no tienen la necesidad de hacerlo, salen todas las noches y a pesar de todo esto, el pesimismo y amargura invaden sus almas -sin motivo alguno- alejando así oportunidades y personas, que les estiman y quieren, de su lado.
Ver la valentía de alguien como esa niña chilena, que no ha permitido que este desastre impida mostrar y regalar una sonrisa sincera y compararla con el tipo de personas que describo, sólo me queda decir que la ingratitud e ignorancia hacen de la vida de estos últimos un verdadero caos.
La clave de disfrutar la vida a plenitud es aceptar y luchar por mejorar, dando gracias a Dios, y los incrédulos a la vida o al destino que les ha tocado.