1. NO TODO EL CINE ES ARTE
La mayoría de las películas equivalen a las noveluchas que se venden por ahí. Son simples productos para entretener al público. También se produce música sin ningún valor artístico. Es música de moda. Fíjate bien que no digo moderna, pues hay música moderna buena y mala. También hay cine moderno que está simplemente de moda, sin que por ello sea bueno.
2. EL CINE ES UN ARTE
El cine es el arte de representar bellamente las imágenes en movimiento, así como la pintura es el arte de distribuir los colores sobre una superficie plana y la arquitectura une la belleza a lo práctico de crear un espacio y cubrirlo con unos materiales. También la novela es el arte de escribir un relato, una historia interesante, o, como hacen las novelas modernas, contar una historia o no contarla, esto no tiene demasiada importancia, pero si hacerlo de modo distinto a como se hacía antes. ¿Pero qué es el arte? No es fácil responder.
3. EL ARTE
El hombre se ha cansado de dar definiciones. Nosotros no vamos a inventar otra. Te basta saber que el arte es una actividad humana. Hablar de obra de arte o de obra bella es lo mismo. La cuestión está en saber cómo es la belleza. Se han dado muchas opiniones. En cada época se dice algo distinto. Ocurre, simplemente, que se descubren nuevos campos para la belleza. Así, pues, la idea de belleza evoluciona, cambia, se amplía, eso es todo. Se equiparó la belleza a lo grandioso, a la impresión de orden, al descubrimiento de la verdad que está oculta en las cosas, a la representación de algo ideal, a lo que nos hace sentirnos mejores, a cuanto nos gusta y nos produce un placer desinteresado, una emoción. Hoy lo bello es lo original, lo realmente nuevo, la realidad presentada de forma distinta a como se hacía en el pasado. Pues bien: todos estos criterios continúan siendo válidos. Mañana habrá otros. El campo de lo bello se va haciendo, con el tiempo, más grande.
4. INDICACIONES PARA SABER SI UNA PELÍCULA ES UNA OBRA DE ARTE
No vamos a darte normas, reglas, porque en arte no sirven de mucho y son un tanto odiosas, sobre todo para el artista y los críticos. En el arte hay reglas, pero hay que manejarlas con mucho cuidado. Lo que vale para medir, para saber si una obra concreta es bella, no sirve para medir otra distinta a la anterior. Por eso hablamos de indicaciones, de señales, que podrán decirte si una obra es bella o no lo es:
Lo grandioso es signo de belleza.-Muchas películas te impresionan por lo imponente de los acontecimientos: la magnitud de una guerra, de una batalla o una hecatombe; te atraen las fuerzas que mueven a los hombres a obrar: la fe, su esperanza, su capacidad de lucha y sacrificio; a veces es el tamaño de los vicios y de las pasiones humanas. Pero, ¡cuidado!, solemos confundir grandiosidad con grandísimo, con monumental, que es lo que ocupa mucho espacio, mucha superficie o es de tamaño excesivo. Los críticos califican a estas obras como sublimes, como majestuosas. También el orden, la simetría, son señales de belleza.-Descubres, asombrado, en algunas películas, un plan, un modo de estar los hombres, los hechos y las cosas dispuestos, o, una relación de medida entre las partes de la obra cinematográfica. Es lo contrario de estar colocadas las cosas, los hechos humanos, sin orden ni concierto. El gran defecto de muchas obras modernas, hasta cierto punto interesante, es que no tienen ninguna medida.
La maldición del Escorpión de Jade, de Woody Allen El arte es la imitación de lo real. En otras películas la verdad que se respira es indicio de belleza: verdad o autenticidad del relato; humanidad de los personajes; honradez del autor al tratar un tema, unos acontecimientos; fidelidad de los hechos a la verdad histórica; descubrimiento de la verdad oculta en los seres. No hay que confundir el arte con la realidad. El arte no es la realidad, es su imitación. Realidad, te conviene saber, no es un concepto fijo. Cambia según los tiempos.
La perfección es indicio de belleza. Hay películas que pintan hombres y mujeres perfectas, tan acabadas, tan ideales, que son modelos de belleza y de conducta moral. Antes el arte, las películas, pintaban la belleza, la bondad de las criaturas, personajes nobles y heroicos. Hoy se complacen en representar seres corrompidos, repugnantes, feos física y moralmente, cobardes, pero modelos de todos los vicios. Lo perfectamente feo, es decir, la representación de lo feo natural, es también un tema del arte, motivo de una creación bella.
Un producto artístico es un producto original. Las películas modernas son válidas para muchos críticos si son realmente nuevas. Se piensa que el mundo marcha y el arte también. Arte y novedad son una misma cosa. La visión de la realidad que te ofrecen estas películas es la misma que la que te daría el primer hombre de la tierra. El profesor Lapesa Melgar indica que una cierta originalidad es imprescindible para que la obra artística posea algún valor.
Hay arte en el juego de los sentimientos. Se piensa todavía que toda buena película debe emocionarnos. Es verdad. Pero conviene no olvidar que el arte moderno, por lo general, está reñido con los sentimientos. El arte actual es más bien frío, pide nuestra reflexión nada más. No se debe confundir emoción auténtica, seria, con sentimentalismo. Tampoco se pueden condenar, sin más, las películas poéticas, las de amor, solamente porque en ellas intervienen los sentimientos. Como hemos dicho ya, éstos deben ser serios, auténticos y se han de representar con prudencia, sin excesos. El sentimentalismo, por el contrario, es el juego de los sentimientos en demasía; más allá de lo necesario, extralimitándose.
Una buena película es una película de contenido. Es decir, se piensa que el arte debe decir grandes cosas, tratar graves problemas de la humanidad o profundizar mucho en cuestiones pequeñas. Es cierto solamente en parte. Es verdad, por ejemplo, que en toda gran película se encuentra alguna verdad acerca de la naturaleza, de la condición humana, de la sociedad que, de no ser por esa obra cinematográfica, pasaría desapercibida a los hombres. También es cierto que el arte debe reflejar su época y los problemas de la misma. Pero una película no es buena por tratar problemas serios del mundo y de la vida sino, sobre todo, por tratarlos bien, o por presentarlos de manera interesante y honrada. Como ves, también importa la forma del contenido. Estas películas no suelen dar soluciones, se limitan a presentar los problemas. En arte no es bueno presentar soluciones. También nos parece equivocado que todo el cine deba ser cine de contenido y que se diga de las demás películas que son falsas y productos comerciales. El cine también es diversión.
Una película de argumento es buena si la historia y los personajes están conformes con la realidad.-Las películas que cuentan una historia deben procurar los menos fallos posibles en su trama, es decir, cuanto más lógico y natural resulte el conjunto de acontecimientos, cuanto más enlazados estén entre sí, más perfecta será la película. También los personajes de una buena película no deben parecer muñecos, seres de cartón, falsos, por el contrario, deben parecer seres vivos. Los personajes han de producirte la impresión de que son libres para ser ellos mismos, como ocurre con todos nosotros. Una película es mala si los personajes parecen manejados por el autor, si reaccionan y piensan conducidos por los hilos invisibles de la mano de su creador.
La verdad en una obra de arte depende de su forma.-Ya lo decíamos antes, a propósito de las películas de problemas o de contenido. La verdad o la mentira de una obra de arte depende de la manera, de la forma, que el autor la presenta. No hay temas más verdaderos que los otros. Lo que hace verdadero un tema es la forma que le da su autor.
Las buenas películas de género hacen jugar a los espectadores.-Los géneros son maneras de organizar algunos temas: el amor, la guerra, la lucha contra el crimen, la vida en el lejano Oeste, los acontecimientos recientes o de la vida real en la película documental, los grandes sucesos del pasado y sus celebridades en los filmes históricos, los hechos del futuro en las cintas de ciencia-ficción, el miedo en las de terror, etc.
Si son maneras de organizar los temas, quiere decir que poseen sus reglas, sus normas. Las películas de género no pretenden, pues, parecer verdaderas. Ofrecen a los espectadores unas reglas de juego: las del género. Si la película cumple a la perfección, y con ingenio, con esas reglas, el filme proporcionará un verdadero placer, pues el espectador habrá entrado en el juego y aceptará las normas del mismo, por ejemplo ésta, propia, a la vez de las películas de aventuras y de los “westerns”: creer que el héroe es invencible. Pero hay buenas y malas películas de género. Las malas son rutinarias, simples copias. Se las llama películas de serie, por el contrario, las buenas poseen ingenio, parecen distintas, nuevas, aunque las reglas entre las que se mueven sean las del género. Muchos críticos se equivocan, creo, cuando piden a las películas de género lo que estas no pretenden. Los géneros, sus normas o hábitos, se modifican con el tiempo. Antes tenían la consideración de permanentes.