La provincia "Peravia" debe ser el único caso de un territorio que honra a una mujer de la que no se publica su biografía y su nombre correcto en realidad es Ana de Pravia.

Si fuera cierto que "Peravia" es una corruptela del apellido Ana de Pravia, hay que admitir que el propósito de honrarla se ha malogrado, porque su apellido no es Peravia, sino De Pravia.

De ella se sabe que fue una de las cuatro mujeres conocidas de Cristóbal Colón y Toledo, hijo de Diego Colón y nieto del gran almirante genovés.

Pero antes de ser mujer de Cristóbal Colón y Toledo, Ana de Pravia, a muy corta edad, había sido esposa de Lorenzo Suárez de Figueroa, hijo del poeta Garcilaso de la Vega y de Guiomar Carrillo, quien murió de un flechazo en el hospital San Nicolás de Santo Domingo el 11 de enero de 1550 luego de sostener una pelea con el padre de Ana, Francisco Díaz de Pravia, al que también mató.

¿Qué hizo ella por el valle enclavado entre el río Nizao y el Ocoa?

Si la mayoría de los banilejos y sus legisladores consideran que sus hechos son suficientes para merecer el nombre de la provincia, entonces debe corregirse su nombre y en vez de "Provincia Peravia", pase a llamarse "Provincia Ana de Pravia", para que quienes la saben digna de tal honor, la enaltezcan por su nombre real.

Deben, además, localizar una biografía fidedigna de esta señora, para que todo el que se cobija bajo su nombre sepa quién realmente fue, pues no es posible que sepamos de ella menos que de Caonabo, jefe del cacicazgo de Maguana a la llegada de los colonizadores españoles.

Si una provincia no debe su nombre a una particularidad sobresaliente del terreno (topónimo) o a una característica de su población, entonces debe honrar a una figura excelsa que pueda ser digna de emular por su valor moral, patriótico o histórico.

Una corriente muy fuerte de pensadores y políticos viene pidiendo desde 1986 el cambio del nombre de la provincia por el de la personalidad más excepcional que ha dado esta tierra en toda su historia: Máximo Gómez Báez.

¿Puede alguien establecer un museo a Ana de Pravia siquiera similar al que hoy tiene Máximo Gómez en el Palacio Municipal de Baní o en su casa de Monte Cristi?

¿Cómo es que en ninguna parte del país hay siquiera un callejón en honor de Ana de Pravia y en Baní aparece con una corruptela honrándose con una provincia?

En la historia de Baní hay personas que por sus hechos aportaron más a la banilejidad que Ana de Pravia y que merecerían mucho más llevar el nombre de la provincia. Cito solo a algunos:

Luis Joseph Peguero, quien formuló la tesis de que construir la ciudad de Baní era esencial para "pastorear almas" de la misma manera que los hatos abiertos sirven para criar el ganado, hizo, sin duda, aportes a la historia de Baní.

El padre Andrés Rosón impactó en la vida de lo mejor de la juventud banileja a mediados del siglo XIX, al punto de que educó a Máximo Gómez en valores y virtudes ciudadanas; formó parte destacada de los Constituyentes de 1844 y fue uno de los sacerdotes que por más tiempo trabajó en esta zona.

Hay figuras que formarían una larga lista con méritos comprobados para honrar a la provincia al colocarle su nombre, pero ninguno tiene una hoja más completa que la de Máximo Gómez.

Fue Gómez el hombre que defendió a su patria en la hora de la batalla decisiva y quien, alejado de las lides militares, soltó la pluma de escribano en El Maniel (Ocoa) y desenvainó la espada para oponer resistencia al saqueo y al crimen que en nombre de la Restauración, impuso Pedro Florentino en Baní.

Fue por su honor que a lo largo de la Guerra de los Diez Años en Cuba (De 1868 a 1878) Gómez nunca asesinó a un soldado enemigo y no aceptó el Pacto del Zanjón, firmado el 10 de febrero de 1878 entre los españoles y el Comité del Centro, en Camaguey.

En una muestra de extraordinaria grandeza, fue Gómez, según el relato que hace  Benigno Souza en su libro "Máximo Gómez, el Generalísimo", quien en conversación solicitada por el general español Arsenio Martínez Campos, negó toda posible colaboración con el gobierno colonial que había combatido.

"–Usted no debe, no puede irse; yo necesito hombres como usted para la obra de reconstruir el país y consolidar la paz", dijo Martínez Campos a Gómez cuando éste le dijo que solo quería una embarcación para salir hacia Jamaica.

"Le contesté que terminada la guerra, nada me quedaba ya por hacer en Cuba. Entonces Martínez Campos indicó que podía y deseaba ofrecerme auxilios pecuniarios.

–No es posible, dijo (Martínez Campos), que vaya usted a su país con esa ropa miserable.

"No acepté su oferta y Campos continuó:

"–Yo le puedo prestar la cantidad que necesite y luego me la pagará usted cuando quiera y pueda.

"Me puse de pie para decirle:

"–General, no cambio yo por dinero estos andrajos que constituyen mi riqueza y son mi orgullo. Soy un caído, pero sé respetar el puesto que ocupé en esta Revolución y le explicaré. No puedo aceptar su ofrecimiento, porque sólo se recibe, sin deshonor, dinero de los parientes o de los amigos íntimos, y entre nosotros General, que yo sepa, no hay parentesco alguno, y, por la otra parte, es ésta la primera vez que tengo el honor de hablarle".

Nadie tiene más méritos que Máximo Gómez para llevar el nombre de la provincia donde naciera el 18 de noviembre de 1836 y es la hora de honrarlo, en cuyo caso el honrado será Baní.