Desde este lunes 8 de febrero, cuando iniciaría el nuevo semestre en la Universidad Autónoma de Santo Domingo (UASD), la Federación de Asociaciones de Profesores de la UASD (FAPROUASD) inició un paro de la docencia virtual exigiendo indexación salarial de un 40%, salario base de 60 mil pesos para jubilados/as y garantía de acceso a la conectividad del estudiantado.

En reuniones entre dirigentes del gremio y las autoridades universitarias y del MESCyT, estos últimos propusieron un 5% de aumento salarial, pero con la eliminación del bono de virtualidad actual que recibe cada docente.

En vez de aproximarse a las modestas reivindicaciones de FAPROUASD, el gobierno desmejora las condiciones laborales actuales en su propuesta, no dejando al gremio otra opción que la de ratificar que el paro se mantiene.

Medios de comunicación afines al gobierno rechazan la huelga de docentes, repitiendo falsos argumentos como que los profesores de la UASD ganan bien, son privilegiados y que el gremio priva al estudiantado de la docencia. En realidad, el paro contiene exigencias legítimas y fundamentales que deberían servir de ejemplo para otros sectores, ante el ataque del gobierno a toda la clase trabajadora.

Vayamos punto por punto. El término indexación salarial utilizado por FAPROUASD se refiere a que el incremento del 40% para docentes activos que se exige es una mera recuperación del salario real al momento del último aumento salarial, hace cinco años, pues equivale a la inflación acumulada en ese mismo período.

Entonces ni siquiera se lucha por mejorar el salario sino por compensar la desmejora que ya sufrió. Por lo demás, no se trata de un salario alto, ni remotamente. Altos son los salarios de los ministros y funcionarios del gobierno; los subsidios que se entregan a las concesionarias de las autopistas de este país en la forma de “peaje sombra”; las exoneraciones de impuestos a las empresas de las zonas francas o del turismo; los pagos de deuda externa. Todo esto sí es alto. En cambio, los salarios de la docencia de la UASD son muy bajos. Y no solo si se les compara con los salarios de otras universidades latinoamericanas, sino también al comparar lo que se gana en la docencia en la UASD con lo que gana por hora cualquier técnico o profesional en este mismo país.

A diferencia de la práctica de muchas universidades públicas y autónomas de la región, en la UASD no se ponderan las horas de preparación, evaluación e investigación al computar las horas de trabajo. El pago por hora de clase de teoría va de 427 pesos en el nivel de docente provisional a 679 en el nivel de titular. Considerando que por cada hora de clase se requieren, al menos, dos horas de preparación y evaluación, eso nos lleva a una remuneración por hora de 142 a 226 pesos. Un monto irrisorio.

Si se toma en cuenta que según datos del propio MESCyT del año 2015 más del 87% de la planta docente trabaja por horas o medio tiempo, se puede ver que la mayoría de quienes se dedican a la docencia en la UASD no pueden cubrir siquiera la canasta familiar promedio de 36,760 pesos mensuales, lo que les lleva al pluriempleo y desgaste que va en detrimento de la misma calidad educativa.

Otra de las exigencias del paro es que las autoridades transparenten “una evaluación de los resultados del pasado semestre, que permita establecer los correctivos para garantizar la calidad de la docencia virtual” y “un real apoyo tecnológico de conectividad para los estudiantes, entregándoles laptops con internet para garantizar el cierre de la brecha digital, reducir la deserción estudiantil y posibilitar la calidad de su proceso de aprendizaje”.

Con gran esfuerzo hemos salvado estos semestres de forma virtual, viendo las dificultades que pasa el estudiantado, que en un gran porcentaje no cuentan con los equipos ni la conexión garantizada para poder recibir docencia virtual de forma continua. El ausentismo y la deserción han sido altos y la realidad es que no se garantiza el acceso equitativo a la educación. Ni siquiera contamos con un diagnóstico confiable y transparente de la situación que sirva para adoptar correctivos en el nuevo semestre.

Los grandes medios de comunicación en su mayoría mantienen una línea editorial contra los paros y toda forma de lucha, pues representan el punto de vista de los patrones. El propio presidente Abinader es un empresario de la educación privada, que no es la mejor posición para entender los justos reclamos salariales del gremio docente de la UASD.

Lamentablemente, algunas personas que viven de su propio salario también repiten algunos de los argumentos contra el derecho a huelga, sin darse cuenta de que ello va en detrimento de sus propios intereses. La huelga es un método legítimo de reivindicación laboral conquistado al cabo de grandes sacrificios a lo largo de la historia de la clase trabajadora. Todo, lo poco y mucho que tenemos como docentes, estudiantes y empleados/as en la universidad pública y autónoma se ha obtenido gracias a la organización y la lucha. En las universidades privadas, si bien en algunas hay una mejor infraestructura, las condiciones laborales -salarios, beneficios y estabilidad- son mucho peores, precisamente por la falta de libertad sindical.

Mientras las autoridades universitarias y el gobierno ponen la responsabilidad de la pérdida de clases sobre el gremio docente, es nuestra labor explicar al estudiantado que la responsabilidad la tiene el gobierno, que no le ha dejado más alternativa a la docencia que parar en defensa de la universidad y de sus derechos laborales.

Aprovechemos la oportunidad como docentes para educar también en la tradición de la lucha universitaria, para explicar el sentido de la huelga y lo que está en juego. Con nuestro ejemplo también señalamos al estudiantado el camino de la organización y la movilización en defensa de la educación universitaria y de sus propios reclamos sectoriales. Utilicemos nuestras horas de paro para hacer conversatorios donde abordemos la historia de lucha de la UASD, cómo se enmarcan los justos reclamos actuales en esa historia y el gran espacio de posibles convergencias con las asociaciones de empleados/as y los grupos estudiantiles en la construcción de una mejor universidad.

Con creatividad y constancia se puede romper el cerco mediático que ataca y sataniza la lucha docente, ganando la simpatía de la gente y fortaleciendo la unidad entre los diversos sectores que componen la comunidad universitaria, para hacer valer colectivamente nuestros derechos. Si gana el gremio docente, también ganan el estudiantado y las asociaciones de empleados de la UASD. Gana también la docencia de las universidades privadas, que puede tomar una nueva referencia salarial para sus reclamos. Gana toda la clase trabajadora.