Esta es una historia de amor entre etnología y botánica. De alguna manera no es una historia de amor entre personas, sino del amor de dos por dos ciencias.
Cuando estudiaba en la Universidad Cornell mi centro de atención era la Antropología y Arqueología. En una oportunidad conocí a un estudiante que estudiaba Botánica. Trabamos amistad en el campus y luego fortalecimos nuestras relaciones en una excavación arqueológica en la que participamos en el sudoeste de los Estados Unidos. En ese tiempo en que trabajamos juntos compartimos informaciones con respecto de nuestros respectivos campos de estudios. Desde mi perspectiva antropológica muy pronto me enamoré de las plantas y mi amigo el botánico aprendió a amar las sociedades y pueblos que usaron las plantas como medicina, alimento, estupefaciente, obras de arte y vestimenta. Así los dos nos interesamos en el ámbito de la etnobotánica.
Ahora bien, ¿qué es etnobotánica? Esta ciencia es la que estudia las plantas de una región y sus usos prácticos por medio de investigaciones acerca de los conocimientos tradicionales de la cultura local y de los nativos. El etnobotánico se ocupa de documentar las costumbres locales; esto implica los usos prácticos de las plantas en los diferentes aspectos de la vida. El profesor Richard Evans Schultes, a quien a menudo se considera el padre de la etnobotánica, explica esta disciplina de este modo, “la etnobotánica sencillamente significa … investigar las plantas usadas por las sociedades en varias partes del mundo”.
El estudio de las plantas y la cultura comenzó en el primer siglo de nuestra era, cuando un médico griego, Pedanius Dioscórides, escribió un extenso texto acerca de botánica, llamado De Materia Medica, en el cual detalló las propiedades medicinales y culinarias de más de seiscientas plantas del Mediterráneo. Dioscórides viajó a través del Imperio Romano, Grecia, Creta y Egipto. Durante estos viajes recabó conocimientos sustanciales acerca de las plantas propias de estos países, las propiedades y la utilidad de estas. La Etnobotánica se expandió vigorosamente una vez que se produjo el encuentro con las civilizaciones del Nuevo Mundo, pues allí se continuó la labor de investigación etnobotánica.
En la actualidad, el campo de la etnobotánica requiere de una variedad de conocimientos. Adiestramiento en la identificación y preservación de los especímenes de las plantas, entrenamiento antropológico para entender los conceptos culturales acerca del significado de las plantas para los aborígenes. Necesitan prepararse también los etnobotánicos en conocimientos lingüísticos, por lo menos para poder transcribir la terminología propia de esa cultura, algo que logrará después de ser capaz de entender la morfología de la lengua local, así como la sintaxis y la semántica.
Es lamentable en muchos casos que las predisposiciones acerca de género de los investigadores condujera a varios especialistas al principio de sus investigaciones a conclusiones desacertadas; esto así porque los antropólogos en sus investigaciones a menudo consultaban principalmente a los hombres. Por ejemplo, en Las Pavas, en Panamá, una pequeña comunidad agrícola, los antropólogos llegaron a conclusiones acerca del uso de las plantas de toda la comunidad basándose en las conversaciones con los hombres. Allí entrevistaron y conversaron con cuarenta familias; durante estos encuentros rara vez participaron las mujeres y nunca ellas participaron en el trabajo en el campo. Debido a la división de las labores, el conocimiento de las plantas silvestres como alimento, medicina y elaboración de vestimenta, entre otros usos, fueron dejadas fuera de la descripción. El resultado de esta conducta determinó una imagen distorsionada acerca de cuáles plantas eran realmente importantes para ellos.
Habitualmente, cuando escribo mis artículos acerca de los jardines y huertos, así como de plantas a mi alrededor en Miami, usualmente incluyo algunas informaciones étnicas, culturales e históricas acerca de las personas que los cultivan. Algo que puedo comprobar fácilmente en mi entorno es en la selección de plantas; las personas en muchas ocasiones continúan dando la preferencia a las plantas que cultivaron sus familiares. Otro factor influyente en la selección de las plantas y flores es el país del cual proceden estas personas. Hasta el ambiente en el cual estas personas se han criado, o con el cual se han sentido identificados, los llevará a fomentar un jardín abigarrado de plantas o cuidadosamente segmentado y organizado. Es natural que las personas que hayan estudiado los efectos negativos del cambio climático se inclinen a preferir los jardines de plantas polinizadoras nativas, pues ellas contribuyen a preservar el equilibrio entre los humanos, las plantas y los animales. Algunas personas llegan hasta a desarrollar jardines parecidos a los de sus vecinos para identificarse así con la comunidad.