Cuento esta historia a propósito de ese bello poema de León Felipe dedicado al Quijote. Resulta que por los años ochenta, trabajaba en la naviera Sea-Land con unos de mis mejores amigos, Médar Serrata. Era un trabajo muy duro, casi despiadado. Teníamos por compañero a un joven de nombre Antolín, un ser de esos que llamamos bueno de corazón. Recuerdo que cuando le contábamos un chiste se reía con el alma. Era un individuo recién llegado del campo que mantenía su interior incontaminado de esta sociedad absurda en la que vivimos. Me llamaba la atención que tarareaba la canción “Vencidos” interpretada por Joan Manuel Serrat. Nunca logré establecer la asociación entre el humilde comportamiento de Antolín e incluso su extracción social, con la música y un gusto personal que poco o nada tenían que ver con aquello que había aprendido en su pueblo natal, pero había algo que le tocaba su fibra al cantarlas. Después de haber renunciado a mi puesto en la Sea-Land, el joven continuó en la naviera y aproveché una ocasión para enviarle a través de Médar el poema de León Felipe, ya que estaba seguro que él no lo conocía por escrito, Éste se lo entregó y me contó algo conmovedor, Antolín al terminar de leerlo lloró. Desde que supe acerca de ese episodio nunca he dejado de pensar en su enorme sensibilidad cada vez que escucho esa canción y específicamente en estos versos que transcribo:
¡Cuántas veces, Don Quijote,
por esa misma llanura,
en horas de desaliento así te miro pasar!
¡Y cuántas veces te grito:
Hazme un sitio en tu montura
y llévame a tu lugar;
hazme un sitio en tu montura,
caballero derrotado,
hazme un sitio en tu montura
que yo también voy cargado
de amargura
y no puedo batallar!