En esta travesía se sufre, pero se goza… es lo que se me ha atragantado en el corazón todos estos días. Este luto que no se me apea, estas ganas de llorar como para reventar ángeles. Entonces digo nada, cualquier cosa antes de creerse la víctima, y me busco nena un

Brenda Ríos

personaje duro como Rambo. No para parecerme a esos músculos, sino para ver dentro de tanta bravura de boca doblada, un resquicio de dolor y autocrítica. Y en este camino de la decepción es que me encuentro con Brenda Ríos (tú nombre, lo digo, y es como si me entregara al muchacho que fui, el que se sabía los cojollitos en las tardes mas tremebundas de la mar y de el calor. Digo Brenda, digo brindar) y sus Proyectos espirituales, unos poemas para reírse de las malas posturas durante el yoga, de los fracasos del sexo tántrico y de la ausencia de legitimidad. Somos una copia, dice ella en sus poemas, en donde la herida que me abre la diástole parece un boquete. El poema se intitula “Razones de Rambo” y está constituido en una voz que cuestiona la actitud machoposesiva, “No me gusta nada baby, cuando no te pones condón, y finges tener sexo sólo conmigo”. Aquí desde ya puede abrirse un estudio que elabore las distintas repercusiones y relaciones entre el condón y la fidelidad en la sociedad que lidió con el HIV en sus inicios… que fueron, si se viene a ver, los mismos tiempos en que Rambo andaba acabando con rusos o asiáticos o cualquiera que fuese en contra de la idea de que America is Great. Dice Brenda Ríos, “No es fácil pertenecer, te digo, te digo, te digo, nadie es de nadie […] Sucede que el amor es un Rambo en un Vietnam imaginario, secuelas de una guerra, un hombre con metralleta dispuesto a amputar a todos por una noble causa”. Una causa noble, dice la poeta… y se me hace imposible no concluir que hoy estamos como estamos aquí en los Estados Juntos gracias a ese bravado de Rambo, ese estilo de bomba y fuerza que les hizo creer a una generación de la gringada que en verdad ellos eran los durangos del universo. Ni fú ni fá, te digo yo ahora. Sigue Brenda con su Rambo, “Rambo toma té en los descansos entre las escenas, se ve más cansado de lo que el papel requiere, sus manos son grandes, sus músculos se engrasan con aceite para bebé. Rambo dijo apenas veinticinco palabras en un filme de 107 minutos. Rambo tiene problemas con el lenguaje, no sabe decir bebé, he luchado, triunfé, liberé a los prisioneros”. Ella da en el clavo cuando dice que tenemos problemas con el lenguaje. Claro que hay un problema, y es que además de que no hablamos el mismo idioma, al parecer también habitamos realidades distintas. El mundo en pandemia y la gringada quiere seguir con su vida como si aquí no pasara nada. Dicen que el que está de pésame tiene reacciones inesperadas. La reacción de esta sociedad ante un caso de salud pública, pone a cualquier filósofo a sudar melcocha. Pero yo no me dejo, no, yo no caigo, me aferro a la poesía como la última línea de defensa en esta guerra real y artera. El final no lo pongo yo, lo pone Brenda: “Cuando no me imaginas con otros hombres, podemos dormir abrazados con nuestros brazos enteros, las piernas enteras, sin que nadie venga a la recámara con un machete y una cinta en la cabeza, los ojos justicieros locos, puestos en la oscuridad del cuarto mirándonos dormir, sin hacer ruido”.

Brenda Ríos, una escritora mexicana, inquieta, multinteresada e interesante. Con la palabra profunda, como el sabor a humo del mezcal que te debo, que me bebo, en la alegría.