Escribir sobre temas sensibles no es fácil sobre todo cuando tus lectores son de diferentes clases sociales, de distintos puntos de vista y diferentes niveles de educación. Este obstáculo no es suficiente para silenciarme sobre situaciones vividas diariamente por los inmigrantes haitianos en territorio dominicano y proponer soluciones a problemas con los cuales están relacionados. Trato de ser preciso y evitar ambigüedades, lo que causa a veces la longitud de mis artículos, aunque (y nunca lo será) complacerá a todo el mundo.

El que busca complacer a todo el mundo termina a despreciarse a sí mismo, llegará a un punto donde va a perder su propia identidad intelectual y sus pensamientos se caracterizarán por la suma de lo que quieren escuchar los demás. Siguiendo esta misma concepción este artículo tratará de disociar y hacer entender mejor efectos criticados, aspectos y contribución de la inmigración haitiana en la República Dominicana, fuera de todo contexto veda-venta, (advertencia para los comentarios evasivos) y compararla con una respuesta desorientada de parte de un grupo de personas hacia la presencia haitiana. Temas que muchos autores dominicanos conceptualizan con los términos haitianización y antihaitianismo.

El fenómeno migratorio remonta desde los primeros periodos históricos de la humanidad, pero toma rasgos característicos en cada sociedad afectada dependiendo del "declive" entre la situación económica de los pueblos en relación a este.  Como es el caso de la República Dominicana y Haití, unos de los pocos casos de una dualidad insular a través del mundo. Además el legado de la historia no ayuda a mantener, entre esos dos países, una visión   objetiva en las relaciones bilaterales.

No se puede negar los efectos "criticados" de esta inmigración.

1) Gastos en salud y educación: Según el Ministerio de Salud Pública  el año pasado, en sus diferentes servicios y áreas de salud, ofreció un 1,850,253 atenciones médicas a pacientes haitianos. En emergencia se ofrecieron 221,429 servicios, se practicaron 352,487 pruebas de laboratorio etc. Esos son los principales motivos del cobro de los impuestos a los inmigrantes ya que el inmigrante enfermo no se consulta con su médico en su país por "chat" video. Lo malo es que muchos de estos pacientes son ilegales y República Dominicana no dispone de un sistema para que ellos puedan contribuir a estos gastos como lo tiene Estados Unidos  a través su fideicomiso de Medicare.

2) Delincuencia: Me da pena ver que algunos compatriotas míos perpetrando actos de delincuencia. Que la Policía Nacional siga haciendo su trabajo, sin acepción de personas, sabiendo que en todo grupo humano hay seres desorientados y errantes que merecen asistencia psicológica o medidas de coerción. A este efecto es necesario denunciar la falta de ética de algunos periodistas dando una noticia sobre algún acto de delincuencia grave de un dominicano, que tiene su cédula de identidad, valga  la redundancia, buscan un lado haitiano en su ascendencia, presentándolo como dominicano-haitiano o dominicano de ascendencia o padres haitianos. ¿Qué tiene eso que ver con el acto cometido? ¡Ninguno! Al menos por los principios establecidos del periodismo.

3) Baja de salarios (a ciertos niveles): Que se manifiesta por las quejas diarias del dominicano afectado  y que resulta del aumento de una mano de obra pero, analizando bien no cabe en esta categoría de efectos criticados sino es más bien una contribución. Porque, con esa política laboral selectiva algunos sectores hacen frente a las necesidades del mercado de una manera planificada y a costos socio-políticos y económicos menores.

4) Miedo a una invasión pacífica, pérdida de cultura o identidad: Entiendo las necesidades de no desplazar la población autóctona y mantener de un margen demográfico equilibrado pero considero este miedo como un falso presupuesto porque:

a) ninguna cultura es totalmente pura. b) Los hijos de los inmigrantes tienden a adoptar más modos culturales del país donde residen que del país originario de sus progenitores. c) más que se formen ghettos en ciertas zonas, (producto de una política migratoria inadecuada), la población migratoria siempre será minoritaria. Creo que el verdadero miedo en algunas personas no es  la haitianización sino la africanización.

También es evidente su contribución en la economía dominicana: tanto formal que informal.

1) En la industria azucarera, que durante más de un siglo constituyó la base de la economía dominicana y tiene una incidencia de un 2.54% del PIB de esta industria. (Investigación del CCDH, 2005).

2) En el sector de la construcción, el aporte de la mano de obra haitiana  es de un 6.8% del PIB de este sector. (Investigación del CCDH, 2005).

3) El aporte de la mano de obra haitiana en el sector agrícola es de un 30% y de un 1.48% en el PIB Nacional (Investigación del CCDH, 2005), valores apreciables en toda economía.

Los braceros haitianos se convirtieron en la principal mano de obra para el corte y fomento de la caña, en el sector de la construcción. Mano de obra que es una respuesta a las necesidades del inmigrante (ilegal, en mayoría de los casos), usando para ganar dinero el primer recurso que le dotó la naturaleza: su musculatura. Aportes que no ven los peores ciegos siendo los que no quieren ver.

Esta  contribución y muchos otros factores requieren una actuación inteligente de parte del gobierno dominicano cuando se trata de repatriación. ¿Cómo restringir la parte ilegal de esta sin afectar intereses dominicanos? ¿Qué pasaría con las múltiples empresas que emplean esta mano de obra barata que genera millones cada día? ¿Cómo actuar sin afectar los RD$ 288.2 millones que gastan los estudiantes haitianos mensualmente? (Encuesta Banco Central de la República Dominicana, 2012). Muchos periódicos en la prensa dominicana ya se dedicaron a cuantificar los beneficios que traen esta inmigración a la economía dominicana. La toma de medidas drásticas sin razonar y no ver la situación en su conjunto puede perjudicar intereses dominicanos. Además, es necesario buscar los puntos débiles porque los inmigrantes ilegales no cayeron del cielo como los meteoritos o las cometas.

Trabajando sobre eso, suponiendo que es desconocido, el gobierno dominicano encontrará la corrupción y la desreglamentación en la frontera como principales causas adicionadas con tráfico de personas a veces para una explotación sexual o laboral. Una investigación sobre tráfico de personas desde Haití hacia Santiago, presentado a principio del año 2012 por el Centro de Formación y Acción Social y Agraria (Cefasa), que arrojó que el 42% de 106 inmigrantes entrevistados, aunque no tenían los documentos necesarios, entraron por un puesto fronterizo, donde hay vigilancia militar.

Entonces, sabiendo eso, todo proceso de repatriación sin una remodelación en el aparato migratorio en la frontera, es tipificación de un juego de “ping-pong”, donde casi todo saque termina con un rebote. Sin esa remodelación se pueden considerar estas repatriaciones como doble juego y chupete para la presión mediática. Viendo todo el mecanismo que se tomen lugar en una repatriación de inmigrantes ilegales, cuesta más repatriar uno que haber impedido su pasaje.

Que actúen, las autoridades en esa óptica, ya que la ilegalización trae desequilibrio, desde el crecimiento de una población indocumentada hasta maltratos y chantajes hacia los inmigrantes ilegales, en estado psicológico de inseguridad, están en vía de padecer del síndrome de Estocolmo.

Ahora bien, viene agregado a esta compleja situación actitudes antihaitianistas de algunas personas y eso es preocupante  cuando es alimentada por los que tienen algún influencia sobre la sociedad, que tienen gente escuchándolas, que les toman como modelos, que representan el pueblo de algún manera. Jugando sobre la poca capacidad de pensar objetivamente que tienen algunos oyentes se están convirtiendo en verdaderos manipuladores de masas. Estoy hablando de algunos políticos, periodistas, y supuestos intelectuales que trabajan en contra de los valores nobles de las relaciones humanas. ¿Cómo seguir permitiendo a hablar en público, una persona que llama la República a atacar militarmente a Haití? ¿Que hace encuesta para ver cuántos creen que Haití es un país? ¿Que llama traicioneros a los Dominicanos que afirman que si? ¿Cómo ellos quieren culpar a los Haitianos supuestamente que quitan trabajo a los Dominicanos? ¿Acaso no comen "pica pollo"? No les veo quejándose, de los Chinos, que cerraron los "pica pollos" dominicanos y están en vía de cerrar muchos otros negocios. Son esa misma gente que quieren desposeer de sus nacionalidades dominicanos de ascendencia haitiana; que se inventan justificaciones "extraterrestres" a los abusos contra el ser humano. ¿Cuándo vamos a tener un mundo donde el dinero no da derecho de veto, en lo que se puede decir o hacer? ¡Oh capitalismo! ¿Qué has hecho de esta tierra?

Gente que se odian por no haber vivido en la era neo nazista, que se quejan cada día cuando ven a uno más pobre haciendo el esfuerzo para salir de su miseria. A esos tipos de personas, muchos haitianos y dominicanos se acordarán para aconsejarlos su internado en una psiquiatría para una higienización de sus mentes. Han escogido el siglo equivocado para nacer. Sea que aprenden a vivir compartiendo su entorno y defender sus interés dignamente, sea que se hagan una ablación de las cuerdas vocales y de la cornea por limitarse a escuchar lo que no tienen la capacidad de ver y de comentar. ¡Hacen esa cirugía en el país! En vez de usar su educación para solamente leer cheques y facturas de supermercado úsenlo para leer autores como Jean-Price Mars, Juan Bosh o José Ingenieros. Si hubiese existido un filtro mediático muchos no se podrían dar a conocer. No orienten en un camino hostil, a gente maravillosa que tiene el pueblo dominicano. A los periodistas, intelectuales, profesionales o simples ciudadanos que están manteniendo un marco profesional o relacional irreprochable mientras defendiendo el suelo e intereses dominicanos. Como lo hice saber en un artículo anterior: comportamientos asociales aislados no debe impedirme apreciar los nobles valores humanistas de esas personas.

Subrayo que los problemas que se suscitan entre los pueblos no deben influir en la visión de un futuro harmonioso. Emigrar legalmente es un derecho y todo estado tiene derecho también a aplicar la política migratoria que le convenga. El deber de todo inmigrante haitiano (o de todo inmigrante) es de tener una actitud digna y responsable, y elevar la voz por sus derechos mientras utilizando todo encontrado de negativo fuera de su patria como energía propulsora para la construcción de un futuro mejor. Ya que,  muchos de estos problemas son comunes en muchos países recibiendo flujo migratorio. Pero esto no consiste una razón para quedarse callado y entrar en un estado de aceptación ciega. Hay que adaptarse pero no a las injusticias, discriminaciones y abusos. Un principio fundamental en todo proceso de adaptación es: el que se adapta a un modo de vida, toma rasgos y comportamientos de lo adquirido.  El que se adapta a actos abusivos y discriminatorios pasa de ser víctima a protagonista y termina como delincuente casual o profesional. Están de acuerdo conmigo los inmigrantes dominicanos en España, Estados Unidos o en Puerto Rico y cualquier inmigrante africano o de América Latina en Europa. Compartimos una sola isla pero somos dos países con una frontera (y siempre será así), con idiomas y culturas diferentes, con intereses propios. Este legado de la naturaleza nos ha hecho interdependiente y ha puesto entre nosotros uno de los más grandes desafíos existente desde que este mundo ha estado poblado: El desafío de la convivencia.

En conclusión negar la naturaleza compleja y conflictiva del fenómeno migratorio entre Republica Dominicana y Haití seria ser irrealista. A través de sus beneficios y “efectos criticados” (que puede ser sujeto de un libro completo) tanto para el inmigrante haitiano como para la sociedad dominicana, no tiene que ser un tema que se aborde por vías violentas porque dar respuesta emocional a un verdadero problema es evadir y causar otro problema así, cuesta doble solucionarlo. Se puede reducir esos “efectos criticados” por la regulación, aunque tiene su precio, y la generación del dialogo entre los diferentes sectores afectados, evitando todo “doble juego” en las decisiones que a su vez evitará todo percepciones ambiguas. Así, contribuiremos en impedir situaciones como la del niño dominicano que llama “ma***ito haitiano” a su compañero dominicano que no le cae bien en una situación  o al vendedor que teme llamar haitiano a su fiel cliente rentable, usando para referirse a él, palabras a veces fuera de su contexto como “cache”porque su concepción  de la palabra "haitiano" no está en un mismo plano que "americano”, "cubano" o "colombiano".