Estoy condenado a escuchar los comentarios de la Zeta-101 cada vez que estoy en el carro, en el trayecto del mediodía, por lo que tengo que oír al inefable Pablo Ross hablar de la marca-país, un concepto mercadológico que él aplica en sus comentarios radiofónicos.

Sé que la marca país es una asimilación del mercadeo a lo que antes llamábamos “identidad nacional”: si somos racionales, deseamos que el resto del mundo nos identifique por nuestras características “buenas”, y hacemos una publicidad de que somos “el secreto mejor guardado del Caribe” u otras lindezas de ese calibre.

Sin embargo, la marca país también se conforma por nuestras acciones, no sólo por lo que publicitamos. Por lo tanto, me puso a reflexionar otro comentario de Héctor Gómez, en la misma Zeta reclamando que se honre al equipo Campeón del Clásico Mundial de Beisbol.

Para ser coherente con mi artículo anterior en este mismo medio, “La economía naranja para la República Dominicana” (http://www.acento.com.do/index.php/blog/11499/78/La-economia-naranja-para-Republica-Dominicana.html), dónde mencionaba que el beisbol debe ser parte de nuestra industria cultural y, por lo tanto, de nuestro sector económico naranja, por lo que es integrante de nuestra marca país.

Habiendo alcanzado el trofeo del equivalente beisbolero del Mundial de Fútbol, de manera invicta, todavía no se ha visto el orgullo (como hicieron los japoneses al verse confirmados por dos veces superiores en esa misma disciplina) ninguna reacción oficial u oficiosa para reconocernos y darnos a conocer como potencia beisbolera al igual que el fútbol lo ha hecho con la pentacampeona Brasil y el triplete español, integrando a su marca país su predominio futbolístico.

Chismes aparte, nuestra marca país se está consolidando en estos momentos por la imagen producida por la sentencia del Tribunal Constitucional que he llamado “La Ley de los arrayanos” (http://www.acento.com.do/index.php/blog/11410/78/La-ley-de-los-arrayanos-cuestion-de-seguridad-nacional.html) en estas mismas páginas, ya que gobiernos extranjeros se ocupan de perifonear sus consecuencias desbordando el esfuerzo de las autoridades dominicanas en explicar la versión de este lado y con una cancillería sin control de nuestra diplomacia “parasitaria”.

Al no encontrar un ejemplo de antítesis de marca país, el título lo he consignado como “anti-marca país” ya que el efecto es el contrario a lo que los mercadólogos nos quieren enseñar. Porque el tema trasciende a la mercadotecnia, he encontrado que en España se instauró un Alto Comisionado de la Marca España en el 2012 para administrar el desarrollo de esta campaña.

El “summun” del conocimiento moderno, Wikipedia, nos señala que “La marca país es un concepto utilizado en marketing y la comunicación para referirse al valor intangible de la reputación e imagen de marca de un país a través de múltiples aspectos, tales como sus productos, el turismo, la cultura, los deportes, las empresas y los organismos públicos, que determinan los valores que se asocian a ese país. Una buena marca país es, para los defensores de este concepto, un valor añadido para los productos provenientes de ese país y etiquetados como «made in…», así como para el turismo, la atracción de capital extranjero, la captación de mano de obra y su influencia política y cultural en el mundo. Como consecuencia de ello, numerosos países cuentan con organismos dedicados a mejorar su imagen de marca y enfatizar sus cualidades diferenciadoras.” Un ejemplo de que no es sólo un estribillo para la mercadotecnia turística.

En consecuencia, debemos tener el doble de cuidado porque a la par de que no estamos construyendo una marca país, se está construyendo una anti-marca país de la República Dominicana. O ¿se cumple aquello que lo que hacemos con las manos lo deshacemos con los pies?