Días por escribir estas letras, desde que partió a la otra vida, el ilustre pediatra, Dr. Fellé Acra Diep y a pesar de mi intención incesante, no llegaba a la computadora a escribir lo que sentía y siento. Es que mi sentimiento es tan intenso y mi alma se ha inquietado tanto, que me sentía imposibilitada de escribir. Hoy estoy intentándolo. Veré si logro decir lo que siento y sobre todo, que esté a la altura de mi inolvidable amigo, médico y ciudadano ejemplar que fue el doctor Acra.

Quiero compartir con ustedes amigos lectores que no le conocieron, que quien se ha ido de este mundo terrenal no ha sido una persona común y corriente. Ha sido un ser excepcional que merece, además del adiós de su familia y de sus amigos, un sentimiento compartido a través de un medio de comunicación, para que todos los que le conocimos y tratamos, en el momento en que leamos estas palabras pensemos en él, en todas sus obras, bondades, cariño y  solidaridad con el dolor, ansiedad y angustia de tantas madres cuando acudían a él con sus hijos enfermos.

Dr. Fellé Acra Diep

Al doctor Fellé Acra tuve el privilegio de conocerle desde niña en mi pueblo natal, San Francisco de Macorís. Era el amigo entrañable de mi padre, Abel Fernández Simó (Abelito). Ellos se querían como hermanos. Estudiaron juntos y aunque uno estudiaba derecho y el otro medicina, se apoyaban en los estudios y con los embates de la vida. Todavía, a días de la partida del Dr. Acra, hablando con él, cuando mencionaba a Abelito, sus ojos se  humedecían, siempre le sucedía, porque no dejaba de recordar las vivencias de ellos en la juventud y porque mi padre partió muy a destiempo.

El Dr. Acra fue el pediatra de mis dos hijos, Abel Guillermo y Juan Domingo y de varios de mis sobrinos. A pesar de que ya son bastante adultos, alguna que otra vez, cuando vienen al país, los llevaba donde el Dr. Acra. Es que siempre necesité su asentimiento sobre la salud de mis hijos, aunque fuere su mirada posada sobre ellos, para sentirme tranquila y asegurarme de que se encontraban bien.

Les confieso que con la partida del Dr. Acra he sentido una soledad inmensa, pues de nuevo se ha ido mi papá que estaba representado en él y he sentido a mis hijos desprotegidos, no importa que estén casados, que tengan hijos, que sean muy adultos y que tengan sus propios médicos aquí y allá. Él era mi ángel en la tierra para asegurar la salud de mis hijos. Él estaba ahí y tenía la convicción de que siempre podría recurrir a él y encontrar las más atinadas soluciones.

El Dr. Acra partió a una nueva vida completamente inmaterial, quedando de él, sus grandes obras humanitarias, su amistad sincera, su nobleza, su don de gente, su ternura, las vidas que salvó en el ejercicio de la medicina, los dolores que sanó, las angustias que borró de los rostros de muchas madres y niños; la alegría que proyectaba siempre y la seguridad que infundía a quien le contactaba.

El Dr. Fellé Acra Diep merece ser despedido con los más altos honores. De seguro los que me leen piensan igual que yo. Él fue un ser humano que vino a esta vida a servir con la nobleza y entrega más absoluta. Por eso nunca lo olvidaré. Lo recordaré mientras vida tenga, junto a Guillermo, mis hijos, mis nietos, mis hermanos, mis sobrinos y mis verdaderos amigos.

En nuestros corazones está él como una estrella fulgurante. Así quedan esos seres tan especiales, después que se van. Si uno tuvo el privilegio de conocerle o tratarle, se queda con ese galardón en el alma porque cuando tratamos personas ilustres como él nos hacemos privilegiados para siempre. Ganamos de por vida todas las bienaventuranzas inmateriales. Esa es la magia de estar junto a los buenos.

Sólo existe la muerte para aquellos que no tuvieron quien los amara por sus buenos hechos o los admirara por sus nobles hazañas y por sus inigualables cualidades. Por eso para el Dr. Acra, en mí, en los míos y en todos los que recibimos las bonanzas del bien hacer de este hombre y médico maravilloso, que fuimos muchos, la muerte no ha llegado; tan sólo ha habido una transformación de relaciones.

Adorado Dr. Fellé Acra Diep: Descanse en Paz.