Este precedente con los insultos y las falsas acusaciones en las redes sociales sucedió en Colombia, pero se aplica perfectamente a República Dominicana.
Aquí cualquier pelagatos cree que sabe de todo y que tiene derecho a ofender al que tenga una posición diferente a la suya.
Los racistas antihaitianos –falsos nacionalistas– vomitan sus comentarios de odio y los fanáticos políticos dicen cuantas disparatadas se les ocurra para descalificar sus contrarios. Son cobardes escondiéndose detrás de un computador.
El periódico digital “Las 2 orillas” publicó una nota titulada: “¿Se acabarán los insultos anónimos por Internet? Habrá cárcel por demanda de Gloria Escalante”. La dama, actual gerente de la Federación Nacional de Departamentos, se indignó por una ofensa que recibió de un anónimo en los comentarios al artículo titulado: “Siguen capturas por cartel becas’ y publicado en la página de internet del periódico El País de Cali en noviembre de 2008, cuando era gerente encargada de Emcali. Interpuso una demanda penal contra quien firmó como un anónimo y comentó: “Y con semejante rata como es Escalante, que hasta del Club Colombia y Comfenalco la han echado por malos manejos, qué (sic) se puede esperar… ¿el ladrón descubriendo ladrones? Bah!’’.
Se trataba de Gonzalo López, un empleado del Club Colombia de Cali, entidad de donde Escalante había salido abruptamente y la tiene demandada. La Fiscalía de Cali se tomó el trabajo de identificar el remitente y después de tantos años la Corte Suprema de Justicia dejó en firme una condena de un año y ocho meses de prisión, más una multa de $9 millones. Está decisión es un precedente para detener los insultos que a diario se hacen en los artículos y columnas de opinión que se publican en la web.
Me causó risa cuando escribí un artículo: “El calvario de la familia deFélix Bautista (acento.com.do/2013/opinion/209915-el-calvario-de-la-familia-de-felix-bautista).
Un descerebrado dijo que yo recibía dinero de parte del controversial senador sanjuanero y que me había visto regularmente en su oficina senatorial. Me pregunté: “¿Qué pasaría si demando judicialmente ese infeliz?”. No tengo amistad con Bautista y no se si tiene oficina y mucho menos dónde está ubicada.
En mi último escrito:“Racismo y manipulación con el asesinato del haitiano” (acento.com.do/2014/opinion/8178082-racismo-y-manipulacion-con-el-asesinato-del-haitiano) me acusaron de que tengo una ONG y que hago negocio turbio con los ilegales haitianos. No tengo ONG, pero es un alago, pues estas, conjuntamente con grupos religiosos (como el sacerdote Regino Martínez), hacen un trabajo noble ayudando a dominicanos y haitianos.