El tránsito de lo viejo a lo nuevo, de lo antiguo a lo moderno, de lo conocido a lo desconocido nos genera como humanos que somos incógnitas, escepticismos e interrogantes. A veces nos sentimos inseguros de lo que nos pueda ocurrir o pasar.

Al final de cada año normalmente pasamos balance de los hechos y acontecimientos sociales, políticos y económicos que nos han afectado o beneficiado; evaluamos nuestra vida familiar, personal y espiritual. Es muy importante ver con beneplácito y alegría los éxitos obtenidos, pero además es necesario corregir y enmendar los errores cometidos.

El año nuevo que apenas inicia nos plantea enormes retos, desafíos y riesgos los cuales debemos con optimismo y entusiasmo afrontar. Es verdad que a veces sentimos miedo por aquello que no hemos visto, vivido y experimentado; pero en cada uno de nosotros ha de primar el coraje, la valentía y la toma de decisión a tiempo y de manera sabia y correcta.

Este nuevo año 2019 nos debe producir y provocar un cambio de actitud, sobre todo si sentimos que estamos estancados o sumidos en un circulo vicioso. Cambio de actitud en el seno familiar, para hacer de esa iglesia doméstica, la familia, un espacio de paz, amor, comprensión, entendimiento y comunicación fluida. Cambio de actitud como ciudadanos frente a nuestro país; no podemos dejar que nuestra patria se nos caiga a pedazos se nos desmorone moral y éticamente en nuestras manos. Jamás debemos unirnos al coro de los políticos y autoridades corruptas, de los que abogan y promueven antivalores como la xenofobia, racismo, matrimonio gay, el aborto y sus causales y aquellos que incitan al odio y a la persecución contra los migrantes sean estos de donde sean.

Este es un año preelectoral. En materia electoral y de cara a los próximos procesos electorales de febrero y mayo del 2020, también ha de suscitarse de manera consciente y responsable un cambio de actitud; donde cada ciudadano asuma verticalmente el deber que tiene como hijo de la nación dominicana que lo vio nacer para rechazar categóricamente toda forma de clientelismo, de compra de votos y de conciencia y de modificar con artimañas y de forma dolosa y fraudulenta la Constitución de la República para la espuria y nefasta relección presidencial que tanto daño le ha hecho históricamente a la democracia y sus instituciones.

Se necesita urgentemente un cambio radical en la forma de elegir las autoridades legislativas, municipales y del poder ejecutivo, abandonando la mala práctica de elegir por el que tiene más dinero, no importando que sea un reconocido delincuente.

Que a lo largo de este nuevo año nuestro cambio de actitud en este campo de la acción política sea el de elegir conscientemente los lideres más destacados de nuestras provincias, municipios y distritos municipales que respondan a principios y valores de la patria, de la familia, de su comunidad y estén revestidas sus acciones de ética y moral.