Los dominicanos somos en esencia un pueblo optimista. Soñamos con que al comenzar el año, se abrirá ante nosotros un nuevo horizonte que dará inicio a un ciclo de vida diferente donde las cosas cambiarán a mejor. Pero nos tardamos en darnos cuenta de que existen fuerzas e intereses que se encargan de convencernos de lo contrario.

Entre el final y el comienzo de un nuevo año, suele ser costumbre nuestra el hacer promesas de buenos propósitos, mejorarnos como seres humanos y hacer planes con la intención de corregir rumbos equivocados,desterrar hábitos negativos o cambiar las formas y estilos improductivos que no han contribuido a resolver nuestros problemas.

En las postrimerías del año, se hace muy común hacer proclamación de deseos de bienaventuranza. Quizá eso se deba a un mecanismo de defensa sicosocial frente a una dura realidad que nos niega casi todas las cosas buenas que deseamos. Como si fuese una especie de mantra social, nos repetimos dentro de nuestra mente que con un poco más de esfuerzo podremos lograr lo que no pudimos en el año que termina.

Embrujado por el mágico hechizo de la Navidad que permea el ambiente, nos volvemos más optimistas y positivos, preparando nuestro ánimo y espíritu para la apertura y concreción de todas esas expresiones de buenos deseos que nos llegan a través de tarjetas, postales digitales y de los mensajes de las casas comerciales.

Los dominicanos constituimos un pueblo bueno que se goza en celebrar la vida y en la Navidad el desborde de la alegría ahoga casi todas las penas, aunque tenga pocos motivos para celebrar, pues en lo fundamentar no hay ningún cambio en su situación de penuria. Solo al término de las fiestas la realidad se encarga de recordarnos que “vuelve el pobre a su pobreza y el rico a su riqueza y cada quien vuelve a ser cada cual”, como dice la canción del inmenso Joan Manuel Serrat.

Con todo y eso, nos creemos y nos esforzamos en convencernos de que el Año Nuevo nos puede traer una vida nueva y que junto con el año viejo se puede ir nuestra añeja “mala suerte” al conjuro de los inciensos, las oraciones y las plegarias. Pero los administradores del poder moradoya han comenzado a hacer todo cuanto pueden para que nuestras fiestas navideñas no tengan el sabor de la esperanza con la que edulcoramos nuestras penas.

Ya nos anunciaron como regalo de año nuevo que nos van a seguir golpeando con los mismos palos viejos, pues el aumento del ITBI a los productos de consumo básico hará que paguen los que menos tienen por los perjuicios ocasionados por los desfalcadores de las arcas públicas; que paguemos los platos rotos que otros rompieron.

Y esos que estrellaron los platos que nos están haciendo pagar, amenazan con volver. Como entraremos a un año preelectoral, se recordarán un poco de los pobres como se recuerdan los pavos en Nochebuena. Solo piensan en los de abajo para convocarlos a elecciones, cuando les conviene empujarlos hasta el matadero de la esperanza.

Lo cierto es que los dominicanos entraremos en el año venidero con paso incierto y viejos males que se verán agravados con medidas inflacionarias como el aumento de los impuestosque están encaminadas a perpetuar la economía del desequilibrio y la desigualdad. Y a eso la publicidad oficial junto con sus bien pagadas bocinas mediáticas le llaman “buen gobierno y saber combatir la pobreza”.

Para matar la esperanza desde el mismo comienzo, quieren que año nuevo lo iniciemos de la peor manera posible: pagando más para que comamos menos y tengamos más enfermedades relacionadas con la pérdida de nuestra calidad de vida.

Entre los males viejos que no se llevará el año están la inseguridad y la delincuencia rampante; el desempleo y la desmotivación de nuestra juventud, que aun haciéndose profesional no se garantiza una vida mejor,pues lamentablemente en nuestra cruda realidad estamos entre males añosos que seguirán reproduciéndose mientras no se elimine la causa que los produce.

Quiero terminar agradeciéndole a quienes me regalan su tiempo y leen y siguen nuestras opiniones que van encaminadas a reflexionar sobre temas de interés nacional, los cuales buscan producir un nuevo despertar que haga honor al nombre de esta columna.