La República Dominicana es uno de los pocos países que mantiene un cierre total de su sistema escolar bajo el argumento de que es necesario mantener las aulas clausuradas para evitar mayores contagios del virus COVID19.
No obstante, llama la atención de que algo tan importante como el sistema educativo esté cerrado en un país donde se ha permitido la reapertura de bares, discotecas, hoteles, cines, teatros y otras actividades de recreación.
Esta decisión gubernamental de cierre de escuelas y colegios representa un gran retroceso en el proceso de desarrollo de los estudiantes, dificulta el reintegro laboral de los padres de escasos recursos y es una medida inconsistente con los hallazgos de varias investigaciones relativas a medidas de contención del virus.
Al respecto, según el monitor global de la UNESCO, en la actualidad solo 28 de 209 países mantienen su sistema escolar clausurado, siendo República Dominicana uno de ellos. Por el contrario, 148 territorios han decidido reabrir total o parcialmente el sistema educativo, incluyendo la mayoría de países europeos donde se está experimentando un aumento súbito en el número de casos debido a la segunda ola del virus.
De hecho, 15 de los 28 países que actualmente tienen su sistema educativo cerrado tenían a finales de noviembre de 2020 sus aulas completamente o parcialmente abiertas, pero han decido cerrarlas temporalmente durante los primeros meses del año. Esta decisión en el caso de países europeos se debe al aumento de los contagios durante los meses de invierno y por la aparición de nuevas variantes más contagiosas.
¿Qué tan riesgosos son los centros educativos?
Distintas investigaciones muestran que los centros educativos no son el principal foco de contagio del virus. Un estudio reciente publica en la revista científica Pediatrics de la Academia Americana de Pediatría concluye que la transmisión secundaria dentro de las escuelas analizadas es extremadamente baja.
De hecho, en países como República Dominicana los estudiantes que no van al centro escolar en su mayoría están en la comunidad interactuando y compartiendo con otros niños, no así aislados en sus hogares como ocurre en países de altos ingresos.
Asimismo, un estudio realizado por Enric Alvarez de la Universidad Politécnica de Cataluña mostró que de los el 87% de los estudiantes y profesores infectados no contagiaron a nadie más en la escuela, sino que fueron casos únicos.
Por otro lado, en un estudio publicado en la revista Health Affairs se examina el efecto de varias medidas restrictivas en la prevención del contagio del coronavirus, concluyendo que el cierre de escuelas no tiene impacto estadísticamente significativo en aumentar el número de casos, mientras que el cierre de lugares de entretenimiento tuvo un efecto significativo en reducción la tasa de crecimiento de los casos de COVID19.
En ese sentido, la Asociación Médica de Texas realizó un cuadro comparativo del riesgo de contagiarse de COVID19 para un grupo de actividades, mostrando que el riesgo en las escuelas es moderado, comparado con un riesgo moderado/alto de asistir a actividades como bodas y cumpleaños, o al riesgo alto en los casos de ir al cine o al teatro. A la misma conclusión llega el informe elaborado por el Departamento de Salud Pública del Condado de Santa Barbara.
¿Qué efecto tiene en los niños y niñas el cierre de las aulas?
Segundo, alejar a los niños y niñas de sus centros educativos tiene numerosas consecuencias negativas, tal como lo ha alertado la UNESCO al señalar que cerrar las escuelas genera peor nutrición, mayor exposición a la violencia, aumento del embarazo en adolescentes, aumento del trabajo infantil, entre otros riesgos.
En lo relativo a la educación, hay un alto riesgo de que los estudiantes no desarrollen las competencias previstas en el currículo, con mayor impacto en los estudiantes en condiciones de vulnerabilidad social y económica, lo cual puede generar incrementos en la desigualdad. De hecho, varias investigaciones muestran que las peores consecuencias serán sufridas por los hogares en vulnerabilidad socio económica, tanto por pérdida de aprendizajes como por dificultades de los padres de regresar al mercado laboral.
La estrategia de educación a distancia ha mostrado ser inefectiva en promover los aprendizajes, pues las actividades pedagógicas se limitan a escuchar y ver pasivamente. Tal como muestra la ampliamente conocida “pirámide del aprendizaje” o “pirámide de Cody”, escuchar y leer son las actividades que generan menor retención del aprendizaje, mientras que el uso de audiovisuales queda en un tercer lugar de menor efectividad.
Por tales razones, organismos internacionales como la UNESCO han pedido que se retorne a la educación presencial o semi presencial, enfatizando que las escuelas no son los principales puntos de propagación de la pandemia en base a la evidencia registrada. Asimismo, el Centro de Control y Prevención de Enfermedades de los Estados Unidos ha afirmado que debido al rol importante en el bienestar físico, mental y conductual de todos los niños, y el impacto del cierre escolar en familias en vulnerabilidad económica, las escuelas deben ser los últimos lugares en cerrar luego que todas las demás medidas de mitigación han sido adoptadas, y deben ser las primeras en abrir cuando pueda realizarse de forma segura.