La semana pasada, a pesar de todos los problemas que vive el país, la atención se centró en los medios tradicionales y sociales en  criticar el vídeo musical de una niña de trece años llamada Francesca Zeneida Gallucci. Esta niña, al igual que muchos otros jóvenes tiene sueños y aspiraciones de ser artista.

En nuestro país, la crítica está a flor de labios, y el pero antecede todos los comentarios. De ahí que recibiera críticas desastrosas de personas, y sin filtro, que en lugar de generar valor lo que hacen es acabar con el autoestima y los sueños de esa niña.

El nivel de burla que le han producido se puede categorizar como bullying, porque el maltrato psicológico ha sido intenso y consistente a todo nivel (parodias, imágenes, comentarios, carteles, etc.).

Los talentos musicales de hoy día lo que hacen es exaltar la violencia, la vulgaridad, el sexo, y los vicios. Francesca, en su ingenuidad, hace un llamado a ver la vida de una manera mas positiva. Su tema tiene mas valor porque lo compuso con el corazón, aunque no domina el idioma español, hizo honor a sus raíces dominicanas a través del género de la bachata.

Muchos dicen que ella no tiene talento, ¿pero quiénes somos nosotros para juzgar?. La vida es un constante soñar, y sin sueños no hay esperanza.  Las limitaciones para alcanzar los sueños no son impuestas por los demás, sino por uno mismo. Quién iba a decir que un niño con severos problemas de asma, Marcos Díaz, sería hoy el campeón mundial de nado en aguas abiertas. Quién le hubiera dicho a Iván Gómez que iba a ser el primer dominicano en conquistar el la cima del Everest.

No sabemos lo que el futuro contiene para Francesca, lo que sí quiero exhortarle es que obvie todas aquellas críticas que no sean constructivas y le sirvan para mejorar como persona o artista, continuando y trabajando en la búsqueda de sus sueños.