Para Ángelo Valenzuela, in memoriam
Los estudios teatrales de los últimos veinte años han creado en el contexto de la escritura-producción de textos dramatúrgicos, una esfera de apertura dialógica y accional orientada al sentido antropológico y social. Esto hace que hoy estemos obligados a replantear en términos metaproductivos y metacomunicativos, la nueva textualidad teatral a partir de una lectura integralista de medios, escrituras e hipertextos teatrales.
En la República Dominicana la producción dramatúrgica de los últimos años asiste a un cambio de foco y a una reestructuración del dispositivo escriturario-textual, produciéndose en el mismo una fisura textoespectacular que ha obligado a una apertura estético-formal de dicha productividad.
Texto y espectáculo constituyen hoy el marco de interés y significación del dramaturgo entendido en esta perspectiva como autor teatral. En el país la última producción teatral escrita ha tenido nombres que merecen atención desde el punto de vista de un nuevo estado de la autoría teatral abierta a propósitos deconstructivos y que permiten una nueva lectura y recepción del texto teatral. Rannel Báez, William Mejía, Pedro Antonio Valdéz, Reynaldo Disla, Frank Disla, Radhamés Polanco, Haffe Serulle y otros, representan en la actualidad el nuevo posicionamiento dramatúrgico dominicano.
Es en este contexto de producción de textos dramáticos o dramatúrgicos, donde podemos situar a Ángelo Valenzuela, artista y dramaturgo dominicano nacido y establecido en San Juan de la Maguana, donde ha presidido algunos proyectos artísticos y acciones culturales significativos para su comunidad. Algunas de sus obras teatrales premiadas han sido publicadas en las ediciones Casa de Teatro (1987-1999) y en las ediciones de la UCE.
Ángelo Valenzuela ha escrito en este orden autorial obras como Un ladrón en mi casa, La danza del crepúsculo, Esther y Efraín y ahora esta obra titulada La peste de estos días (2002), ganadora del Premio Nacional de Teatro de La UCE, 2001 y que se publica bajo la siguiente referencia: Ángelo Valenzuela: La peste de estos días, Eds. UCE –Asociación Higuamo, Impresión, Editora de Colores, Santo Domingo, 2002, 81 págs.). Dicha obra se reconoce en un estilo autoral posvanguardista que asimila nuevas técnicas y usos expresivos formularios, desde una dialogía que va ligada al texto didascálico o texto de indicaciones espectaculares e indicios accionales constitutivos.
La peste de estos días nos coloca frente a una escritura establecida desde la mirada del intérprete o actor y el director o dramaturgo escénico. Esta perspectiva propia de dramaturgos latinoamericanos, europeos vanguardistas y tardovanguardistas, (Beckett, Frisch, Adamov, Genet, Dürrenmatt, Dario Fo, Osvaldo Dragún, A. Del Cioppo, C. Fuentes, V. Piñera, M. Galich y otros), se observa de manera recesiva en la escritura teatral de Ángelo Valenzuela, principalmente allí, donde el dramturgo sanjuanero perfila su autoría desde un juego de interpretantes, máscaras y contramáscaras, propio de un espacio teatral donde todo se repite a partir de los roles, juegos, atribuciones, movilidades, turnos y acciones dirigidas por el dramaturgo y los personajes o interpretantes de la pieza misma.
Es importante destacar que esta obra catalogada por el autor como sátira, y dividida en 27 escenas, tiene un reparto en base a la tipología actriz-actor. Esto quiere decir que los personajes diseñados por Ángelo Valenzuela son intérpretes e interpretantes de un rol o roles, y como tales deben respetar el mandato del autor que quiere dirigirlos desde la escritura, el texto y su inscripción.
Así, la indicación del autor a favor de una dramaturgia conformada por actores, debe sujetarse a alguna regla: “Los actores y actrices, como tales, sólo vestirán una maya negra, encima de la cual, se colocarán los diversos vestuarios de los personajes a interpretar.” (p. 7)
¿Cuál es la historia que nos relata o nos contrarrelata Ángelo Valenzuela en esta obra?
La historia lineal no existe en esta obra. Pues la misma ha sido pensada a partir del devenir absurdo de la apariencia. Por eso, la imposibilidad de ser y el absurdo del acto existencial, constituyen el argumento de La peste de estos días. A través de un juego de apariencias puesto en marcha por los actores-actrices-personajes, la sucesión de casos y hechos ficticios se viven desde la imaginación del dramaturgo y sus personajes, siendo así que la interrelación actriz 1-actor 1, actriz 2-actor 2 y actriz 3-actor 3, propicia una combinatoria de apariencias visibles que inducen al espectador a un laberinto de cruces, máscaras y juegos propios de la fase de pretexto del texto autoral.
La vocalidad dialógica de cada personaje se enuncia en el contexto de representación de cada escena, de suerte que, el eje-acción se fundamenta en una solución vital absurda desde el punto de vista real, pero verosímil desde el punto de vista teatral.
El fundamento de cada personaje-actor es el “como si” que predomina en cada acción llevada a cabo por el actor-personaje. Este “como-si” mágico puesto en marcha por el teatro psicológico y principalmente por el maestro ruso Constantin S. Stanislavski en su sistema de actuación, cobra aquí un valor desde el punto de vista de lo que hoy es la actuación posmoderna o tardomoderna, donde a veces no existe una frontera clara entre actor y personaje.