Luego de atravesar la vanguardia histórica y la postvanguardia, la artista italiana Angela Occhipinti entra en una búsqueda ontológica y trascendente, pensando el universo y el planeta en claves, signos, símbolos y huellas de la mirada. Nacida en Perugia (Italia), pero afirmada como docente en Milán, la artista abre las puertas del sentido visual para llevar a cabo un recorrido memorial y simbólico, en cuya inscripción se va forjando un movimiento intencional, metafórico, vital, expansivo y creacional.
No podríamos pensar que Angela Occhipinti, artista multidisciplinaria por formación y vocación, perdiera su huella en un solo sitio o suelo que no fuera el de la memoria reencontrada. Los vínculos artísticos que se hacen legibles en su arte plural, se justifican en dominios y tramos tales como: objetología esotérica, pintura, dibujo, gráfica, fotografía, video y cerámica.
El ojo de la artista se extiende en aquella órbita donde lo visible y lo sensible animan la otredad y la alteridad, tal y como podemos observar en el tríptico Sagrada representación (2011), Viaje-alquimia de la memoria (2004). Cosmología (2003), Laberintos de la memoria (2003) y Libros de la memoria (2003).
En Doce constelaciones (2014-2015), la artista busca en la visión misma del mundo uránico, simbólico y astrológico, entrando en aquel registro de la alteridad propia del Renacimiento de los siglos XV, XVI y XVII, cuando en muchos casos, el artista pretendía narrar planetas, constelaciones, visiones interestelares, cosmogramas y extensiones cosmosòficas instruidas como fuerzas del mundo visible. Lo que surge de su obra es el sentido polisémico de un producto visual limpio, abierto a la lectura y orientado a cardinales místicas y poéticas; lo que pudimos observar y disfrutar con motivo de su visita a la República Dominicana, y en aquella exposición individual llevada a cabo en el Centro Cultural Mirador de Santo Domingo (25 de noviembre 2014-15 de enero 2015), esto es, una confluencia y una poligrafía visual unificada como cuerpo y conjunto polisémico, justificado en tanto que flujo imaginario abierto a las posibilidades del arte contemporáneo.
Así pues, estudiosos y críticos de arte como Gillo Dorfles, Giulio Carlo Argan, Marco Meneguzzo, Gianni Vattimo, Tommasso Trini y Frencesco Poli, entre muchos otros otros, le han acordado un espacio reflexivo a la obra de la Ochipinti, debido a los valores estéticos, estructurales, imaginarios y semiológicos que esta obra revela en el movimiento de la nueva imagen concentrada en la contemporaneidad.
La “ricerca” o búsqueda asumida por Angela Occhipinti desde los años 60 hasta hoy, es también una aventura de la imaginación trascendente y del conocimiento oculto del mundo y de las cosas. Tal como la artista lo ha narrado en su libro In Volo. Partiture nomadi. Diario di viaggio tascabile (2011), el viaje es en su vida artística un camino axial, una estructura artística, espiritual y creacional que confluye en un lenguaje no solo de comunicación, sino también de significación y producción particularizada.
“Viaje en el viaje” es una metáfora simbólica obsesiva en su creación, justificada como encuentro patente en el mundo de la poesía que comparte con poetas como Rilke, Prèvert y los místicos tibetanos.
Los “Libros de artistas” que como maestra difunde en Asia, América Latina, África y en muchos países del Mediterráneo conforman un mundo histórico, un universo arqueoastrològico y una mirada al cuerpo-mundo en unidad, extensión y fascinación. A la vez que la artista “sueña” su lenguaje y sus huellas planetarias se justifica también como sujeto existencial y como entidad de conocimiento artístico autotrascendente.
El concepto de “obra abierta”, cuya fortuna crítica encontramos en la conocida obra de Umberto Eco, traduce en el caso de esta artista los variados contenidos, expresiones y pensamientos desde, y, sobre la obra de arte contemporánea. La misma Alquimia de la memoria (2010), se convierte en escritura visual reconocida en su cosmografía artística.
Una ecología política y poética de sus imágenes se lee como campo, superficie y verticalidad, dirigida a nombrar, significar y crear horizontes insospechados. El camino, la memoria y el viaje son, en este caso, tres culturemas de base para comprender vida y arte de Angela Occhipinti, toda vez que tanto en superficie como en profundidad, se hace visible un lenguaje vital en la morada del ser latente y manifiesto.