Ángel Mejía, nombre imprescindible del teatro dominicano. La noticia de su fallecimiento me provocó un ir y venir de la habitación a la sala… De la sala a la habitación, así duré un rato, dando vueltas de un lado para otro.

Después, logré calmarme y comencé a recordar… Y la conclusión de mis evocaciones fue la palabra EXCELENCIA, porque, sin pretenderlo, excelentes eran los resultados de cuanto Ángel hacía.

Pensemos en Ángel como actor del Teatro Hombre-Escena, del Teatro Chispa, del Teatro Gayumba, de invitado del Teatro de Bellas Artes (hoy CNT), con Iván García Guerra y Artera… Públicamente varios colegas dijimos “es el mejor”, y los más conservadores: “uno de los mejores”. Yo, ahora tengo la tranquilidad de habérselo dicho, en varias ocasiones, que en “Sueño de una noche de verano” y en “La fábula de los cinco caminantes”, “eres el mejor”.

Recordemos a Ángel Mejía como director de teatro: “Así en el cielo como en la tierra”, “La soga”, “La Farsa de Maître Pathelin” (esta última con estudiantes de la Escuela de Arte Dramático), “El último Instante”.  La atención al detalle, sacando lo mejor de cada actor.

Acordémonos de Ángel Mejía como titiritero, director y actor, creador de Chispitín que llegó a ser reconocido, en cuanto salía, por miles de niños dominicanos. Promotor de contenidos patrióticos y didácticos en el teatro de muñecos. Fue un innovador y aportó al manejo del títere de guante, aplicando nuevas expresividades en los muñecos de máscara fija.

Recordemos a Ángel como educador, proporcionándoles herramientas nuevas a la Escuela de Arte Dramático; allí, como director, no siguió ningún librito y daba amplias libertades para que cada maestro (muchos de ellos extraordinarios) simplemente enseñaran lo que sabían. En la Escuela introdujo numerosas dinámicas efectivas.

Ángel Mejía como líder del movimiento para la construcción y terminación del Teatro de Villa Juana, que acabó llamándose Centro Cultural Narciso González. Una gestión extensa, pero exitosa.

Acordémonos de Ángel Mejía como director de las Escuelas Libres del Ministerio de Cultura de República Dominicana. Hay que inclinarse y quitarse el sombrero: cientos de niños dedicados a un instrumento musical, percusionistas, bailarines, escritores; en fin, artes escénicas y artes visuales como nunca se había visto en el país, una labor inmensa cuyos frutos son inconmensurables.

También evoquemos a Ángel Mejía como creador de relatos extraordinarios, que deben ser recopilados en un libro, y los cuáles elogiábamos cuando los publicaba en Facebook. Ángel también escribió un libro de poesía por allá, en los años setenta.

¡Y reflejan sus hijos el padre de familia que fue! Ahí se desbordarán todas las alabanzas. Ciudadanos ejemplares, genios creativos de la música y la danza. Y los que crecen, aún muy pequeños, con rasgos de destrezas e inteligencias fuera de la común, estimuladas por sus padres.

Recordar todos esos aportes me fue tranquilizando: a pesar de su vida breve, ha dejado un legado relevante; la existencia de Ángel Mejía fue fundamental en las transformaciones positivas, vitales, de muchas personas.