Hace bastantes años un curioso profesor dominicano se dedicó a recolectar las barbaridades que escribían alumnos en los exámenes y una de ellas la recordaremos siempre por simpática y didáctica. A la pregunta tan elemental de cuáles eran los tres padres de la Patria, la respuesta de un estudiante no pudo ser más contundente: dos, Penn y Venables; nada menos que los piratas ingleses que vinieron a la isla y no precisamente de vacaciones. Ya por entonces, barbaridades como esta eran síntomas de una falta de cuchara educativa muy preocupante.
Si es verdad que una prueba cultural hace algún tiempo, de esas que hacen por ahí afuera, nos dejó en el número 137 de 139 países y si a esto le añadimos que obtuvimos el último puesto entre 37 más entre los que evaluaron la educación cívica, el asunto es de ¨ apaga y vámonos ¨ como dicen, y de segur así, pronto diremos de ¨ japaga y basmonoz ¨. Son dos galletas educativas, una en cada mejilla, para un país que se las quiere dar a toda costa de moderno, avanzado, tecnológico y muchas más lindezas para lograr un posicionamiento. Entre los profesores a nivel universitario hay un consenso de que los bachilleres que están llegando a las aulas, tanto si proceden de liceos públicos como de colegios caros, ingresan cada vez con más lagunas, por no decir océanos culturales.
No sólo en el lenguaje y en las matemáticas, consideradas como vigas de entrada, sino en múltiples aspectos de tanta o más importancia como la abstracción de ideas, formulación de conceptos, expresión de pensamiento, lógica y coherencia mental, necesarias para salir de la educación tradicional del loro, que repite lo que oye para pasar de curso, y adentrase de verdad en la actual sociedad del conocimiento. Son muy pocos los muchachos que pueden redactar un par de párrafos de su propia cosecha mental de manera correcta y entendible, y sin media docena de faltas ortográficas y sintácticas graves.
Y no hablemos si se les pide componer tres páginas sobre lo que son o lo que desean ser en un futuro, ahí es que les cae la gota fría de la canción de Juanes. Entre los universitarios, es una aguja en un pajar el que ha leído una docena de libros interesantes de literatura clásica o moderna. Pero pregúnteles sobre chatear en la computadora o en el móvil, de lo que es Facebook, Twitter, Hi5…y otras mil redes de enredo y chismorreo social y le dirán quiénes estaban en el bonche de Marita o le pasarán la foto de Timo besando a Maribel en una esquina con poquita luz.
En esas materias son doctores Honoris Causa, y le darán a usted lecciones que le dejarán atónito. Observemos como se habla de manera normal, a nivel estudiantil o profesional con la cosa, la pendejá, la vaina, eto e´, pa´lla vamo, tú ta´ loco… y esto no indica buen presagio. En la educación, los problemas siempre son múltiples, pero sin duda, la raíz del los nuestros radica los vergonzosos presupuestos asignados hasta hace muy poco, del presupuesto nacional. Por si a alguien – funcionario o civil – se le ha olvidado o no lo sabe, estamos a kilómetros luz de ser un país de mayorías sólo medianamente cultas. A ese número del 4% actual debería conectársele una manguera a presión como la de las estaciones de gasolina, e inflarlo al 8 % ó al 10%, con los miles de millones que malgastamos por los cuatro costados, pues recursos sí tenemos para ello, lo que nos falta es la voluntad y decencia política necesarias. Los puestos ¨ conseguidos ¨ del 137 y 37 en cultura y educación cívica, son síntomas claros de anemia cultural aguda, y de ahí a la tuberculosis irreversible y fatal sólo hay un paso de ignorancia y bien cortito. ¿Tamo´ to´s claro?