Me ha llovido desde Cotuí un montón de apodos que enviaron por Faceboock mis amigos entusiasmados por la idea de rescatar las tradiciones de aquellos personajes folklóricos, entre ellos Juan Francisco Núñez, Carlos Espinal, Manolete Lazala, Noris Núñez, José Manuel Jerez y otros; cuentan con nostalgias a Cuciso, Pin, Curico, Cuñinga, Guayuba, Bolsa de Gato, Noche Buena, Chipaco, Nana, Pulico, Negonga, Pancholo, Prieto, Maisi, Colorao, Purrundín, Pimpo ,Tongo, Buruso, Moyila,Tuto, Chaca, Mando, Cacolla, Pava y Pavo, Prietín, Viro, Soñiño, Negra,Chochín, Calfullín, Papiningo, Miguelo, Fabio Tos Ferina, Chiquito, Boyo y el Pájaro que Pico a Mama, de una larga lista de la dialectología cotuisana que representa una muestra de la jerga nacional.
Algunos han sido funcionarios, guardianes, bomberos, músicos comerciantes y hasta un fundador del Primer Comité del PRD en la comunidad. Muchos han muertos y otros ya viejitos me han aportados personajes.
Pero lo interesante es, que algunos pocos se han profesionalizado y se irritan al llamarlos por su apodo antiguo, quizás por la carga social deprimida de aquellos tiempos, donde no saborearon el bienestar económico de la vida pueblerina.
Al contrario, los apodos son parte de una sociedad rural y de compadres con profunda raigambre de pueblo y sensibilidad solidaria que tomaba esta jerga como un bellos esparcimiento que tildaban de “ retozos” o bromas. Todos eran vecinos y no había mucha diferencia clasista al menos en esta comunidad de otroras tiempos.
Alrededor del Parque se reunían estos círculos de bromistas, se presentaba la Banda Musical en la llamada Retreta para pasearnos en vestimentas domingueras y en asechanzas amorosas solíamos capturar la novia, bajo la rítmica cadencia de la música que nos ofrecía el sano esparcimiento; los músicos venían a su puntual hora para cumplir con su placentero oficio, tales como Chinina, Chago, Miguelo y su hermano Diógenes, Lilo, Candé, Caifá, Vicente Fabián,Geño, Papi Sánchez.
De ellos salieron profesionales exitosos y comerciantes que se agruparon para formar la famosa Orquesta Universal que cantó como buen ruiseñor por los aires nacionales. Miguel Emilio Peña fue su Director y un gran trompetista que posteriormente enrumbó a la Capital y se incorporó a la Orquesta Sinfónica Nacional del País juntamente con el otro famoso trompetista Beltré.
Ambos son los maestros de ese instrumento de viento, generalmente contratados hasta hace poco por las distintas orquestas musicales. Resulta curioso saber que Miguelo es un artista de fina sensibilidad, aunque nunca le gustó bailar, hombre serio y revolucionario que vive con humildad y bajo perfil; recuerdo que llegaba donde su comadre Nana Soto a escuchar los sueños para descifrarlos y jugar quinielas por mucho, constituyendo su hobbys. Así visitaba varios hogares con fines de hacer sus jugadas, desde luego siempre acertaba, pero no siempre salía ganancioso.
No debo olvidar a Chentico Moya , quien fuera Juez de Paz, y un hacedor de tertulias sabrosas y picantes. Auténtico personaje de cabaña campestre, que construyó para su parranda y que relataba con orgullo haberlasdiseñados de cana, pachulí y zinc.
Él es el único que cuenta esa fantasía con tanta gracia y donaire que nadie puede superarlo. Siendo Juez se cuenta que desmontó de su caballo lo amarró en los pasillos del Tribunal mientras ejercía su oficio. De inmediato comenzó la audiencia y preguntando a la Secretaria qué caso tenían hoy, esta respondió: un robo en una finca.
Contada la narración los propietarios de la finca acusaron a un infeliz hombre con un saco al hombro. Al preguntar Chentico, qué hay en saco, Jaiba señor, respondió. De inmediato el Juez Chentico lo despachó y les increspó a los acusadores: cuándo usted ha visto que los ríos son de nadie y pidió que no le trajeran a nadie por alumbrar jaiba. Cerró el caso y le pidió al auxiliar que le dejaran la mitad de las jaibas en la nevera para un suculento locrio de jaiba y las demás se las entregaran al alumbrador. El Acusado terminó comiendo jaiba con el Juez en una bebentina. Cosas veredes de los cotuisanos.
También se cuenta y fui testigo, de lo acontecido a Javielito en el teatro , nieto de Blanco Mejía, quien tenía varios burros que se paseaban en el pueblo, al proyectarse la película de Tarzán el Hombre Mono, Javielito novato en visita al cine al ver un león saltando al frente en la pantalla gigante salió despavorido del lugar, gritando….mamaaaá…mamaaaá y todos rieron a carcajadas. Este no volvió a saber de cine alguno. Ese mismo cine lo administraba la señorita Eva, persecutora apasionada de Pedro Infante en amor platónico y sucedía que cuando nos equivocábamos de llamarle señora por su edad no nos vendía la boleta y antes nos daba una “ pela de lengua”.
Pero lo peor era que nos sacrificaba los fines de semana en el matinée repitiendo películas de su galán Pedro Infante. Cuando tocó la oportunidad de Trujillo traer artistas mejicanos al País y con ellos a Pedro Infante para la Semana Aniversario de 1955, su hermano Joaquín no se atrevió llevar en compañía a Eva temeroso de pasar una vergüenza por alguna galantería que se le zafara a Eva. Entonces se cuenta que Eva se quedó con el “moño hecho”, no pudiendo completar su obra.