Hasta que Roberto Rodríguez y Guarocuya Félix me desvincularon del sector público estuve trabajando en el área de los tributos por más treinta años. Llegue a ser un empleado de carrera. Ingrese el servicio civil y carrera administrativa cuando ingresó con carácter excepcional y especial el personal que tenía más de diez años en la parte técnica de la Secretaría de Estado de Finanzas y en los órganos de la Administración tributaria, después de una evaluación realizada para esos fines. Tengo mi certificado de ingreso a la carrera y el libro de las listas de ingresados editado por la Oficina Nacional de Administración y Personal (ONAP), ambos tienen escasas utilidad.
Trabajando con las instituciones que tienen a su cargo las finanzas públicas fui asesor de los directores generales de los órganos de la Administración tributaria, lo que empezó con Florencio Lorenzo Silva y concluyó con Miguel Cocco y Juan Hernández. Ocupe la posición de subsecretario de Estado de Finanzas. Fui director de Norma y Política Tributaria y Gerente de la Superintendencia de Bancos, esto último cuando se me hizo difícil tener un despacho en la Secretaría de Estado de Finanzas, luego que el ministro se dio cuenta que yo no lo firmaba todo.
En los 80, en su segunda parte, vino la estrella de Andrés Dauhajre, con la virtud de ser un egresado de la universidad de Columbia, de él se decía que era un discípulo adelantado que prefirió perder las oportunidades que le daba el mundo de los primeros. Dauhajre creó la Fundación Economía y Desarrollo, cuyo logo cuneiforme significa “libertad”, santo y seña de los think tank que hacen doctrina de las escasas bondades económicas del Estado, de sus fallos, sobre impuestos bajos a los ingresos y sobre la maldad de los gobiernos grandes. Economía y desarrollo publicaba “Sábado Económico”, una o dos páginas del Listín Diario de los sábados. Regularmente eran un panfleto de la autoría de Andy Dauhajre, en los que se pontificaba sobre el populismo de Allende y las virtudes del gobierno de Pinochet.
También la fundación de Andy Dauhajre publicaba libros. Éramos nosotros los peregrinos con ganas de saber los que íbamos a la parte baja de la calle Dr. César Dargam a comprar los libros que sólo eran recopilaciones de escritos publicados los sábados en el Listín Diario o como notas tituladas “Mercado y Libertad” o "Economía para Todos” en otro periódico, donde no se desarrollaban teorías ni rebatían otras, eran sólo por su carácter ad hoc panfletos con razones ideológicas, cuyo fines eran lograr beneficiar a los ricos con impuestos bajos o conseguir un objetivo político o económico que económicamente redituaran.
Como Charles Manson y Abimael Guzmán, Andy ha tenido una estructura con mujeres de armas a tomar, que llevaron al cadalso mediático a los gobernadores del Banco Central emisores de inorgánicos. También actuaba en tema financiero alguien que era más humano que sus escritos. Todos en algún momento, a pesar de todas sus doctrinas, fueron funcionarios del gobierno, y como empleados han durado más tiempo que cualquier empleado de carrera, saliendo con ventajas y pensiones que han sido extrañas a servidores públicos honrados y consagrados que en el sector públicos pasaron muchos años de sus vidas.
No hay un empleado público que haya cobrado en Estado más que Andy Dauhajre, no debe haber en el mundo un liberal conservador en pensamiento económico y doctrina que pudiendo optar por un brillante futuro en el primero de los mundos y opte por ser empleado público por tanto tiempo en un país como nuestro. Una de las damas pluma armada de economía y desarrollo, entró a trabajar en el Estado por estudios económico de la Secretaría de Estado de Finanzas y terminó pensionada en el Banco Central y ahora es gerente de la Dirección General de Impuestos Internos.
Una de la más certera francotiradora de economía y desarrollo entró al gobierno como Subsecretaria de Estado de Finanzas y en el presente es Subdirectora General de Impuestos Internos. Todas las vivencias y prácticas de sus miembros como empleados estatales o empleados parecen constituir a economía y desarrollo una de la más efectiva proveedora de recursos humanos para los gobiernos. Eso hace que uno con razón queme todos sus libros y todas las teorías traficadas con ellos, como la de un estado que regule poco y de responsabilidad en gasto público, porque se desdicen como lo hacen en los gobiernos. Copan las instituciones públicas como plagas de langostas y se entrecruzan en lugares comunes donde se presenta el negocio.
Hoy economía y desarrollo parece controlar algunas entidades del gobierno. Un día son asesores y el otro, funcionarios públicos, un día diseñan reformas tributarias para defender los intereses del sector privados y el otro son parte del gobierno formulando los cambios tributarios y de la propuesta que hicieron en el sector privado y sólo colocan la parte que grava las grasas, el café o las pastas que afectando a los que tienen menores ingresos y comen espagueti. La Corporación Dominicana de Empresa Eléctricas Estatales (CDEEE) parece ser la entidad común de donde vinieron todos, al parecer con Andrés Dauhajre como director de orquesta.