El análisis económico del derecho y del comportamientoson disciplinas sumamente interesantes. Consistenrespectivamente, en extrapolar (palabrita dominical adecuada para la ocasión) las aplicaciones matemáticas de la economía al marco normativo y a las actuaciones de las personas (naturales y jurídicas).

No pienso dar un curso introductivo de ambas técnicas en este artículo. En esta ocasión, pretendo enfocarme en uno de los problemas básicos de la teoría de juegos llamado el “dilema del prisionero”, para luego conectarlo con un caso hipotético que podría ser interesante para todos los dominicanos (es decir, si fuera real).

No voy a complacer a los garantistas y promotores de los derechos humanos que esperarían que haga el intento de renombrar el juego como el “dilema de los imputados”, conforme con el léxico de la reforma procesal penal. El dilema del prisionero (en lo adelante, el “DDP” o el “Dilema”) es un modelo lúdico de la llamada teoría de juegos-un conjunto de herramientas de las matemáticas que intenta explicar cómo los individuos tomamos decisiones de manera interactiva frente a las decisiones de los otros (como ocurre en los juegos y en la vida).

El economista Michael Parkindefine la teoría de juegos como una herramienta para estudiar el “comportamiento estratégico”[1], porque no sólo incorpora las decisiones tradicionales del individuo o el agente que toma la decisión, sino que también incorpora las decisiones de otros participantes. Diría George Soros citando la teoría social (y su teoría filosófico-financiera personal) que son decisiones reflexivas o bidireccionales, es decir de causa y efecto[2].

El modelo clásico del DDP fue desarrollado en 1950 por Merrill M. Flood y Melvin Dresher mientras trabajaban en el tanque de pensamientomResearchANdDevelopment (RAND). Este juego intenta demostrar cuáles son los resultados que pueden obtener dos individuos imputados de un crimen dependiendo de cómo cooperan entre sí ante circunstancias donde cada uno se ve incentivado de perseguir su interés egoísta al delatar al otro. Como comentaba LesterB. Lave en un trabajo de 1962[3], el DDP demuestra que paradójicamente, la percepción que tenía Adam Smith de que si los individuos buscan su propio interés la colectividad maximiza su bienestar también[4], no siempre es correcta. En el DDP la colusión al momento de actuar nosiempre es la opción más favorable para un individuo, pero si para ambos. Es un poco utilitarista el postulado y la descripción que he dado puede ser bastante arcana, pero la explico mejor con el ejemplo clásico del DDP aplicado a una situación que por más que se asemeje a la realidad, es completamente ficticia.

Dos imputadas, Sobeidys (“S”) y Marie (“M”) están siendo interrogadas por la fiscalía en distintas celdas. A S y a M se les acusa de haber cometido el delito de lavado de activos. Como toda situación de “juego”, hay reglas, estrategias, recompensas y resultados. A cada una de las imputadas, la fiscalía le ha ofrecido el caramelito de los “criterios de oportunidad” del Código Procesal Penal, que no son más que la posibilidad de negociar la persecución penal por las infracciones alegadas. A cada una se le interroga por separado, y se le sugiere sutilmente que la otra ha confesado y la inculpado de haber cometido ciertos hechos, y que está lista para confesar y declarar en su contra públicamente. Si S no confiesa, y si M tampoco “canta”, el juicio público continuará y la decisión final dependerá del juez, del trabajo de la fiscalía (las pruebas) y de la defensa de sus abogados.

Sin embargo, si Mhabla y confiesa, pero S calla, la fiscalía le puede atenuar la pena a M, pero S se hunde con una pena mayor. Igualmente, si S habla, y M calla, entonces M se tirará sus añitos en la cárcel, y verá a S salir con una pena atenuada producto de un acuerdo con la fiscalía. Consecuentemente, ante la incertidumbre de lo que haría la otra imputada, ambas se verían incentivadas a “chivatear(se)” mutuamente, con la finalidad de recibir una pena intermedia.

La matriz de recompensas que presento a continuación ilustra mejor el hipotético caso de Sobeidys y de Marie. Supongamos que la pena máxima por lavado de activos es de 10 años. Si ambas confiesan, entonces la pena se reduce a 5 años para cada una. No obstante, si una confiesa y la otra calla o niega los hechos, la imputada que niegue enfrentaría una pena máxima (de 10 años) mientras que la otra saldría en 3 años. Lo que más le convendría a ambas sería mantener la boca cerrada y negar los hechos para recibir sólo una condena menor o salir absueltas por falta de pruebas.

Matriz del dilema (hipotético) de Sobeidys y de Marie

 

 

Actuaciones de “S”
(En rojo)

Actuaciones de “M”

 

Confiesa

Niega

Confiesa

5 Años

5 Años

1 Año

10 Años

(En gris)

Niega

10 Años

1 Año

3
Años

3 Años

Para los que han visto la película acerca de la vida del nobeleconomista John Nash (“A beautiful Mind”,protagonizada por Russel Crow y la encantadoraJennifferConnelly), recordarán que el brillante y esquizofrénico profesor teorizó lo que hoy se conoce como el “Equilibro de Nash”. Esta proposiciónbásicamente establece que (para cualquier juego) tanto M como S elegirán la actuación más favorable para sí mismas, partiendo de la decisión de la otra. Es decir, que Sobeidys decidirá la mejor actuación para ella, en base a lo que decida Marie, y viceversa. En el caso (hipotético) de que S confesara, a M le convendría a todas luces, confesar también.

Por supuesto, este modelo no pondera aspectos muy importantes que incidirían en la toma de decisiones en el mundo real, como por ejemplo: la corrupción, los narcos, sicarios, militares, policías y políticos implicados que pudieran perseguir o hacerle daño a las imputadas en la prisión, o a sus familiares afuera, etc. El juego es demasiado simplista y tampoco mide las asimetrías de poder, impunidad e influencia que cada imputada puede ejercer en su entorno social, delictivo, mediático y sobre todo en el sistema de justicia.

Lo interesante de la teoría de juegos -y sobre todo del DDP-es que son aplicaciones útiles para analizar un sinnúmero de situaciones adicionales. Por ejemplo, en el ámbito del comercio internacional, se puede analizar el impacto de las barreras al comercio levantadas por dos Estados que comercian entre sí. También los economistas utilizan el modelo del DDP para estudiar el oligopolio y otras formas de competencia y rivalidad económica.

En el ámbito de la política, el DDP también funcionaría para analizar cómo dos candidatos deciden o no aspirar a una (re)elección. Uno de los recuerdos políticos más curiosos de mi infancia, fue aquél dilema que experimentó un muy respetado economista y estadista dominicano que aspiró a la vicepresidencia con un candidato de la oposición y amagó con “hablar” acerca de su antiguo aliado político.

En aquella ocasión recuerdo los titulares de los periódicos que recogían la respuesta del antiguo aliado implicando que si el primero hablaba, él también lo haría. Como individuos reflexivamente racionales ambos guardaron silencio, porque ciertamente conocían la mejor solución al DDP.


[1] Parkin, Michael. Economía. Octava Edición. Pearson, México, 2009, Pág. 300.

[2] Soros, George. The Soros Lectures: at the Central European University. PublicAffairs; 1st Edition, 2010.

[3] Lave, Lester B., “An Empirical Approach to the Prisoners’’ Dilemma Game”. The Quarterly Journal of Economics, Vol. 76, No. 3 (August 1962), 424-436.

[4] Smith, Adam. Inquiry into the Nature and Causes of the Wealth of Nations. Prometheus Books, New York, 1991, Chapter II, P. 20: “no es por la benevolencia del carnicero, del cervecero y del panadero que podemos contar con nuestra cena, sino por su propio interés”.