El pasado domingo 15 de marzo se celebraron elecciones municipales extraordinarias, tras la suspensión del proceso del 16 de febrero fruto de irregularidades con el voto automatizado. Esta es la segunda ocasión en la historia en que la República Dominicana celebra un proceso eleccionario separado a nivel municipal desde 1968.
El nivel abstención es otro ingrediente que de cierta forma le quitó un poco de lucidez al proceso, al momento de escribir estas líneas, la abstención supera el 55%, superando con creces los niveles de abstención registrados en los procesos congresuales y municipales separados de 1998, 2002, 2006 y 2010, donde la abstención fue de 49%, 47%, 42% y 43%, respectivamente. Sin dudas, el temor por el contagio de la pandemia del Coronavirus indujo a la abstención mayoritaria del electorado en este proceso, independientemente de que estos niveles de elección tienden a mostrar una alta abstención como vimos más arriba.
Desde finales del año pasado, el litoral oficialista inició una campaña mediática con la narrativa de que un triunfo electoral en febrero era determinante para el triunfo en las elecciones presidenciales y congresuales de mayo. La realidad puntual es que cada nivel de elección tiene sus particularidades, y desde el punto de vista de la teoría política, no es cierto que el resultado de un proceso electoral en particular determina el resultado del próximo. Sin embargo, en la praxis política la percepción juega un rol determinante en los resultados de las victorias electorales, y más cuando se tiene un proceso electoral tan cerca uno del otro.
En el caso de la República Dominicana, la percepción de victoria es fundamental a la hora de construir mayoría electoral, debido al comportamiento sui géneris de la franja de votantes indecisos en el país, que en su gran mayoría tiende a votar por quien va a ganar. Es ahí donde radica la importancia de ganar estas elecciones de marzo, porque el partido que resultó ganador en estos comicios, en este caso el Partido Revolucionario Moderno (PRM), se erige como el partido que se perfila ganador de las próximas elecciones. Este nuevo escenario político, motiva a las bases de ese partido a seguir trabajando en el proselitismo, y a su vez, esa franja de indecisos volcará sus simpatías hacia el candidato presidencial de esa organización, Luis Abinader, que aparece puntero en todas las encuestas, y su partido luce imbatible de cara a las elecciones de mayo. Ver el mapa nacional pintado de azul, es una imagen que se queda impregnada en la siquis del votante, algo que es difícil de borrar. Esa percepción de victoria arrolladora es lo que está llevando a pensar a la mayoría de los votantes de quien gana estas elecciones de manera abrumadora, ganará las elecciones presidenciales de mayo en primera vuelta.
Guerra mediática
Inmediatamente, el lunes el Partido de la Liberación Dominicana (PLD) y el Gobierno, a través de sus enclaves comunicacionales, iniciaron una Guerra mediática tratando de minimizar el impacto de la debacle electoral de esa organización política en los comicios municipales extraordinarios del pasado domingo. La narrativa que está vendiendo el PLD es que la derrota electoral sufrida el domingo no es tal derrota, ya que prácticamente están empatados en el total general de votos, hasta el momento: el PRM y aliados han obtenido 1,077, 790 votos para un 43.27%, mientras que el PLD y aliados han obtenido 1,011,350 votos para un 40.61%.
Esta ofensiva mediática lanzada por el Gobierno y sus tinglados comunicacionales puede ser derrotada con mucha facilidad: lo primero es que las elecciones municipales no se ganan por el total de votos obtenidos a nivel nacional, ya que cada localidad tiene su propia elección. Por otra parte, en estos niveles de elección, la representación obtenida es lo que a fin de cuentas determina la victoria. Por ejemplo, en las elecciones congresuales y municipales del 2010, a nivel nacional el Partido Revolucionario Dominicano (PRD), obtuvo 200 mil votos por encima del PLD a nivel nacional. Sin embargo, el PLD arrasó a nivel congresual y municipal, obteniendo 31 de 32 senadores, y 92 alcaldías de 155, respectivamente. Otra razón fundamental por la que no se debe extrapolar los resultados a nivel nacional se debe a que no necesariamente ese votante que votó por un partido a nivel municipal, lo haga por el mismo a nivel presidencial, por dos cuestiones fundamentales: relaciones primarias e intereses con el candidato local y percepción (votar por quien cree va a ganar las elecciones presidenciales). También, el liderazgo local pesa más en estos tipos de elecciones que el liderazgo nacional de una organización política.
El impacto de la victoria del PRM es indiscutible, independientemente de la cantidad de alcaldías obtenidas, que hasta el momento superan las 80 contra 64 del PLD, sino el triunfo contundente en la mayoría de los 20 municipios más poblados del país. El PRM y aliados han ganado o llevan ventaja en 14 de esos 20 municipios, que representan un 64.62% del padrón electoral, para un 70% del total de los 20 municipios más poblados. La votación promedio del PRM y aliados en esos 20 municipios ronda el 47%. Destacándose victorias por más de 25%, en los dos municipios con más electores del país que son: el Distrito Nacional y Santo Domingo Este. Las elecciones municipales mostraron una tendencia de cara a mayo, y es que el principio del fin del reinado del Partido de la Liberación Dominicana (PLD) finalmente ha llegado.