La búsqueda de una larga y saludable vida ha sido desde siempre una de las aficiones más importantes para el ser humano en todas las épocas de la historia de la humanidad. La afinidad natural que se siente por el tiempo de la juventud y estado de vigor físico y mental que se manifiesta en ella, ha desatado el mayor interés por hacer prevalecer esas condiciones de forma indefinida con un rechazo casi instintivo a ley natural de vida, a ese ciclo del nacer, crecer, multiplicarse y morir.

Antiguos alquimistas de la edad media decían poseer el secreto del elixir de la larga vida, Ponce De León descubrió la Florida buscando la fuente de la juventud y hoy día hay un verdadero negocio mundial alrededor de revertir los efectos del envejecimiento en la apariencia física el cual envuelve 27,000 millones de dólares al año (consumer report) tanto en forma de cremas (cosmecéuticos) como de pastillas (nutraceúticos).

Vivir en Juventud es aprender a vivir en el eterno presente, es lograr disfrutar los gratos momentos que nos proporcionan los afectos, los amaneceres y puestas del sol, es la oportunidad maravillosa de entrar en contacto con el mundo

El concepto de juventud más que un estado asociado a los años y a la ausencia de enfermedades, es una condición mental que genera optimismo, vitalidad y ganas de vivir a quien lo posee, desviándose del oscuro sendero de las preocupaciones, la falta de perspectiva en la vida y la obsesión desproporcionada que sufre gran parte de la humanidad hoy en día por poseer bienes materiales por encima de todas las cosas, mientras la vida con todo su encanto y esplendor se les escapa de las manos. Aunque estén a nuestro lado a veces no vencrecer a los hijos hasta un día que nos damos cuenta cuan grandes se han hecho.

Concebir la juventud como una oportunidad para degastar nuestra energía vital en vicios, desenfrenos y oscuros placeres que deterioran nuestro cuerpo, acarrea consigo la vejez prematura y la enfermedad, lo cual no solo lleva el deterioro del cuerpo, sino también se pierden los impulsos para la alegría de vivir lo cual se manifiesta en la congoja del corazón que se enfría, disminuye la capacidad de circular la sangre en el cuerpo y se predispone a los accidentes cerebrovasculares e infartos. La tristeza y la depresión que van llegando con los años son la real causa de la perdida de las ganas de vivir, manifestada muchas veces de forma involuntaria o inconsciente, pero con unas consecuencias siniestras en enfermedades como el alzheimer y el parkinson.

El alzheimer se considera la epidemia de salud mental de mayor crecimiento en los Estados Unidos con una línea ascendente en nuestros países hispanoparlantes, asociada en gran parte al uso de medicamentos para disminuir el colesterol, ya que nuestro cerebro es eminentemente graso y estos medicamentos no discriminan, haciendo que baje el nivel de colesterol en sangre, pero al mismo tiempo se desgaste la envoltura grasa de los nervios (mielina) lo que induce que al igual que los cables eléctricos cuando pierden el revestimiento que los envuelve, hagan circuito unos con otros generando perdida de la información, incapacidad de reconocer adecuadamente el medio exterior y finalmente una demencia senil que en algunos casos ha podido ser frenada con el empleo de células madre, pero pocas veces eliminada en su totalidad. La otra realidad de esta enfermedad es que existe una decisión interior de irse apartando de este plano físico, una decisión casi imperceptible pero asociada a la falta de motivación personal por vivir, a la ausencias de estímulos o simplemente a un sentimiento de soledad por sentir que este mundo no es el de antes.

Todo parece haberse originado en un primer olvido, de que todo cambia y nada prevalece, lo cual es la constante del universo que siempre nos conduce a la adaptación, a experimentar cada tiempo como un momento de gozo único y exclusivo, hasta cierto punto irrepetible, del que no podemos abstraernos sino hasta experimentar el próximo momento con las experiencias que trae el vivir en el ahora.

Vivir en Juventud es aprender a vivir en el eterno presente, es lograr disfrutar los gratos momentos que nos proporcionan los afectos, los amaneceres y puestas del sol, es la oportunidad maravillosa de entrar en contacto con el mundo a través de los sentidos físicos que tenemos y por lo que se nos olvida agradecer hasta que los perdemos. Nada que ver con tener muchos años, y como dice la canción de Ricardo Arjona, siempre podemos ponerle vida a los años, que es mejor.

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