La primera vez que escuché la palabra “Anacaona” tenía como 10 años y pensé que se trataba de alguna de las tantas plagas que rondaba el país. Era de tarde y acababa de incorporarme, con una amiga, a la conversación con unos muchachos del barrio y fue, entonces, cuando alguien comentó que las anacaonas arrasabas por donde pasaban. Apenas me dieron la oportunidad intervine para preguntar de qué bicho se trataba. Uno de los jóvenes me miró, abrió bien grande sus ojos y, después de estallar en risas dijo: “¡Del más lindo del mundo: de una orquesta de mujeres!”

Aquel incidente en el que se descubrió mi desactualización musical, y una vez más mi inusual interés por los estudios, me motivó a investigar desde el día siguiente. Empecé por concentrarme en el nombre de aquella agrupación musical. A ver… Hummmm… Anacaona… La palabrita me daba vueltas en la cabeza una y otra vez, se me parecía a otras que conocía. Era en algo similar a: hamaca, canoa, y caonao, que escuchara en las clases de Historia. Por eso, decidí preguntarle durante el corto receso para merendar, a mi maestro; aquel que parecía saber de todo. Él me contó que, efectivamente, la palabra por la cual yo preguntaba era del mismo origen que las otras, de la lengua aborigen taína. Explicó, además, que para los indios significaba algo así como flor de oro, o flor dorada y ese mismo nombre había sido el de una india taína, la primera mujer que gobernara entre los suyos y luchara contra los españoles en la vecina Quisqueya, hoy República Doinicana. ¡Vaya, – pensé yo – qué loooca ella, si había tantos hombres para hacerlo!

Satisfecha una parte de mi curiosidad, seguí averiguando después que llegué de la escuela. ¿Quiénes serían esas músicas que tenían un nombre tan raro? Le siguió el turno en la preguntadera a una vecina muy divertida, que pasaba todo el santo día haciendo los quehaceres de la casa y pegada a aquella radio que se escuchaba a una cuadra, aunque provocara la censura constante de sus vecinos. Después de saludarla y en el preciso momento en que ella tomaba el palo del trapeador, para empezar a limpiar, le solté: “¿Nena, qué sabes de las Anacaonas?” Su cara, llena de sudor, se iluminó como si estuviera en éxtasis y ahí mismo agarró con más fuerza el instrumento de limpieza con una mano y la otra la empleó para arrastrarme por el brazo, y hacerme sentar a escuchar la movida canción que empezaba en ese preciso momento en la frecuencia radial, mientras ella bailaba, como loca, en el portal mojado.

Cuando terminó el tema en la radio, mi vecina me dijo que había sido cantado por Anacaona. Segundos después, sin darme tiempo a articular una palabra, me atiborró de informaciones: había sido la primera orquesta de mujeres surgida en Cuba, en febrero de 1932, formada inicialmente por seis hermanas de apellido Castro, de piel morena, que ganaron renombre mundial, que al irse retirando por cuestiones de edad, habían sido sustituidas por otras féminas y mantenida la agrupación; su estilo musical era inconfundible, en el predominaba la música popular bailable y cada vez que se presentaban en un escenario el público las aclamaba, cantaba los estribillos y pedía a gritos que siguieran tocando.

Después de aquel acercamiento a los orígenes y estilo de Anacaona, mi vecina me contó que había bailado con su música, en vivo. Estaba en La Habana, de visita en la casa de unos familiares, cuando sus amigos llegaron y le dijeron: “Guajira, esta noche hay un bailable en Marianao…” Dice que ella no los dejó ni hacerle la invitación y enseguida estaba lista. Según sus propias palabras: “¡Aquello fue pa´gozar!” La famosa orquesta de mujeres fue parte del elenco artístico y se destacó, entre las que participaron, por sus canciones, vestuario e inconfundible manera de bailar sobre el escenario. Ese relato y la música escuchada un rato antes me hicieron salir de aquella casa convencida de que tenía que oír más la radio, conversar sobre temas musicales y actualizarme en todas las esferas de la vida.

Muchos años pasaron desde aquella ocasión. Puede comprobar, por mí misma, la musicalidad y carisma de aquella banda de mujeres. Crecí, aprendí sobre infinidad de temas, la vida sigue su curso pero… ¡Las Anacaonas siguen ahí! Con más de 80 años haciendo música para quienes la disfrutan y hacen mover todo, o parte de su cuerpo, al compás de ritmos y melodías cada vez más contagiosos y actuales.

Quienes quieran saber sobre esta orquesta de mujeres cubana, pues hayan oído hablar de ellas o escuchado sus canciones, hoy es más fácil obtener información. Ya no tienen que averiguar con maestros, vecinos o conocidos. Solo deben sentarse frente al ordenador o emplear su propio teléfono digital con acceso a Internet; bastará con ejecutar el buscador google.com y teclear “Anacaona”. En ese espacio virtual aparecerán numerosos enlaces e imágenes por donde comenzar a adentrarse en el quehacer de las más de diez mujeres que integran ese grupo. Unas son rubias, otras morenas, las hay más o menos jóvenes, de cuerpos ágiles y sensuales; pero todas de un espíritu emprendedor, audaz y refrescante.

En http://www.orquestanacaona.cult.cu/ podemos encontrar la página oficial de las también reconocidas, en Cuba, como mulatas o mulatísimas del sabor. Allí, se divulgan sus principales producciones musicales, una síntesis biográfica del grupo y entre otros datos, los fonogramas producidos y comercializados desde el 1991, que hacen disfrutar del baile a cualquier ser humano.

Sus temas abarcan casi todos los géneros musicales bailables, entre los que sobresalen el son y la salsa, incluidos la timba y la música fusión. Al escucharlos se aprecia la preparación profesional alcanzada por sus integrantes, egresadas de escuelas de música. Cuando forman parte de algún show o de una gira artística por países que no hablan el español, es el idioma universal de la música el que hace vibrar y disfrutar a bailadores y bailadoras, de distintas edades y posición social, presos del ritmo contagioso.

La identidad musical, libertad y ansia de hacer felices a los demás, estimula el trabajo de Anacaona. Para cada una de sus integrantes hacer música es como dar vida. No importa la edad, trabajan hasta no poder dar más y son sustituidas por otras más jóvenes, que mantienen las mismas ideas y deseos del grupo. Todas tienen como principal satisfacción el no poder quitarles nadie lo que han hecho bailar a multitudes, en Cuba o en otros de los más de 20 países visitados por la orquesta. Tampoco podrán borrarse de sus recuerdos las tantas y gratificantes veces que han sido aclamadas por la interpretación de sus canciones o las muchas frases de admiración de sus seguidores.

Esas cubanas alegres y bailadoras, desde la más joven hasta la más madura, tienen bien merecido su lugar como féminas, tanto en la casa como en el trabajo; saben compartirse entre ambos lugares, sin descuidar sus funciones familiares. No precisan rodeos para expresar sus ideas o defender la profesión que tanto placer les da; aunque algunos les siguen viendo con mala cara, desde sus viejos cánones, porque para ellos las mujeres deben ser amas de casa, llenas de hijos y sometidas por sus esposos. Si formas parte de esos que las menosprecian siempre tendrás dos opciones, una es aprender a respetar sus decisiones y verlas como son o, como dice parte del estribillo de uno de sus temas más pegados, que lleva el mismo nombre “llora si te duele…”

Anacaona le canta a la vida, al amor o al desamor, con pasión y entrega. Es una orquesta de mujeres cubanas que hay que escuchar y respetar. Sus integrantes interpretan clásicos de todos los tiempos y saben hacer feliz al público. No son frágiles flores de la cotidianidad, son flores de oro, de hoy y de siempre, que abren sus pétalos al mundo cultural.

Referencias:

Anacaona. (2014). Discografía “ANACAONA”…¡AY!… Recuperado el 17 de diciembre, de http://www.orquestanacaona.cult.cu/CD_anacaonahay.html

Anacaona. (2014). Dossier resumido. Recuperado el 17 de diciembre, de http://www.orquestanacaona.cult.cu/dossier.html

Anacaona. (2016). Llora si te duele. Recuperado el 17 de diciembre, de https://www.youtube.com/watch?v=Jri6vRF-4T8