“No podemos permitir que nuestros gobernantes, nos recarguen con deudas perpetuas”.
Thomas Jefferson.-
Quedé estupefacto. No podía creer lo que veían mis ojos. Leí y volví a leer y aun así no lo creía. Pero, estaba escrito en grandes letras y en primera página. Me pregunté si era día de los inocentes o algo parecido, pero no. Pensé si se había cometido un grave error al titular la portada y, por tal razón, salí raudo de mi casa en busca de otros periódicos y todos decían lo mismo como noticia principal. Definitivamente parecía cierto.
Lo esperado por siempre iba a ser realidad. Nuestros legisladores anunciaron que se proponían inmediatamente terminasen de amurallar el Palacio del Congreso y de tapiar la única puerta que tendrá, procederían a llevar a cabo un conclave, esto es, encerrado bajo llave, sin salida posible del lugar, hasta no llegar a conclusiones definitivas, sobre lo que nunca se ha hecho en el Congreso. Nadie vería la calle hasta concluir y, lo que se proponían llegar a cabo, serviría de ejemplo al mundo. Y la iniciativa parecía sencilla y realizable: ¡legislar por y para el pueblo!
Procederían a abastecerse de todo lo imprescindible y las facilidades para pernoctar noche y día en el lugar, durante todo el tiempo que fuese necesario para llevar a cabo su gran misión, ¡legislar pensando en el pueblo!
Los distinguidos legisladores –según la crónica– han dejado caer algunas pequeñas cosas sobre las cuales piensan ponerle la tapa al pomo. Entre estas, que se acabará el ser borrego y pensarán por sí mismos. Se acabó aceptar las decisiones de otros como si ellos no tuviesen el carácter suficiente para cumplir con las obligaciones para las que habían sido electos. Que se acabaron las líneas bajadas por cualquier comité o cualquier rico, prepotente y de ego inflado que haga la vez de Presidente de un Partido y aún de la república.
Además, que es vergonzoso que una persona elegida por el pueblo, no sea más que un muchacho de mandado o peor aún, un inmoral y corrupto que se apoye en la política para ser un miserable corrupto, que evada todo sin recibir sanción alguna, todo, bajo el manto protector de una impunidad parlamentaria o protegido del partido al cual representa.
Otro de ellos dijo, que no continuarán “siendo lo mismo”, que en base al poder otorgado, lo que ayer era oscuro, corrupto y vergonzoso, hoy, como por arte de magia, sencillamente, cambia como la noche y el día. Todo lo anterior se convierte en “cambio”, progreso y cuantas yerbas más expresen los perversos, inescrupulosos y farsantes políticos, ya sean catedráticos, maestros o discípulos.
Uno de ellos hizo referencia hasta de una cita de Víctor Hugo para darle mayor fuerza a la nueva luz que los alumbraba y dijo que nadie, absolutamente nadie, llámese como se llame, emperador o ciervo, nadie, ni “ningún ejército podría detener una idea a la que le ha llegado su momento”.
Algunos, más estupefactos que yo, al leer la noticia, creíamos que había llegado la hora del “sal pa´fuera”, donde las lacras corrían despavoridas a refugiarse en sus cuevas, porque esto no era más que el inicio del “humo de lobo”, refiriéndose a cuando en la China se prendían hogueras en la gran muralla, echándole heces de lobos para oscurecer el humo y decir las cantidades de invasores que se acercaban. En fin, que simplemente estaban frente a una crisis.
Cuando un gobierno dura mucho tiempo, se descompone poco a poco y sin notarlo”
Se acabaron las reelecciones presidenciales por y para siempre. Los legisladores solo podían reelegirse una vez y después nunca jamás. El número de provincias y demás demarcaciones territoriales, quedaban congeladas por secula seculorum. Tanto la cámara de senadores como de diputados, quedaban eliminadas, creando al mismo tiempo una sola cámara que se denominara de representantes. Queda limitado el número de dos representantes por provincia. Todos los inventos de ultramar y representantes parlamentarios similares en el extranjero, quedan inmediatamente cancelados por siempre.
Todo partido deberá concurrir a las elecciones con sus propios candidatos y por la cantidad obtenida, que no deberá ser nunca menor del 5% de los votantes, dependerá su permanencia como partido político. Lo anterior es efectivo aún estos partidos hagan negociaciones al margen y los votos obtenidos sean sumados a un aliado o partido mayoritario.
Con esta medida irán desapareciendo las entelequias políticas, dirigidas por enfermos abejarucos prendidos en los oídos de los verdaderos líderes políticos, con el solo propósito de vivir prendidos de las ubres del estado. Queda sobreentendido de que no habrá más reconocimientos de agrupaciones políticas, siempre y cuando, debido a los desconocimientos o descalificaciones que se irán produciendo con las elecciones, el número de partidos sea inferior a tres.
¡Titúa! ¡Qué golpe! Me desperté al caer de la cama. Que dolor, no tanto por el golpe que acabo de darme, sino, porque todo lo anterior lo estuve soñando. ¡Qué pena! ¡Sí, señor!