Ahora que están tan de moda clasificarlo todo, por sexo, por edades, por colores, por tamaños o por bigotes y tipo de calvas, también podríamos hacerlo con el amor, ese sentimiento maravilloso que mueve, trastorna, idiotiza y reproduce al mundo. Hay un amor platónico, que no es por un plato de arroz con habichuelas, o un sancocho con carne y víveres, sino el ideal del griego Platón que tanto les gusta mencionar a los poetas. El amor familiar, por el que unos padres rompiéndose los lomos se esclavizan  media vida para criar unos futuros profesionales o vagabundos, según la suerte, y el cuidado. Un amor carnal, que no es por un filete o un sabroso churrasco argentino, sino por una jeva o jevo  que están para comerse crudos, y no en la dura mesa del comedor, sino en la blanda cama del dormitorio. Un amor apasionado de esos que dice lo del tango ‘’ la maté porque era mía’’, o la variante tan frecuente de ‘’ o mía, o de nadie más’’ y se acaba entre rejas por una buena temporada.

Un amor profundo y sereno, el que la mayoría deseamos y  que suele acabar en la vicaría diciendo tan enamorado como atontado ‘’ sí, quiero’’ y que es el llamado amor sincero, ese verdadero que llaman de pan y cebolla, o sea, en las buenas y en las malas, aunque con el tiempo pueda acabar en peleas diarias o en divorcio, pero eso es otra historia. Este es el amor sincero que también se puede escribir sin-cero porque en la cuenta corriente o de ahorros de los conyugues suele estar casi siempre en rojo, sin un chele. Es el más normal entre  las clases pobres y aún en las llamadas clases medias, que se las ven y las desean para poder pagar con los dos sueldos juntos el alquiler de una vivienda y una boda medianamente decentes.

Y también hay otra clasificación muy curiosa. Un amor opuesto al sin-cero, que es el amor con-cero, es decir, el que se produce según la cantidad de ceros que él o ella tenga en el banco o en propiedades. Este tipo de amor se produce tanto en el sexo  masculino -los gigiolos, los del braguetazo, el chulo- como el femenino, si bien los casos en que las mujer sin dinero y despampanantes se casan con un rico parecen ser que son más frecuentes, o  por lo menos los más divulgados por los medios, sobre todos los dedicados a la farándula o la llamada prensa del corazón.  Y este amor sin-cero tiene la particularidad de que si es una mujer la ‘’descuartada’’  siempre es una beldad y si es un hombre sin cuartos, lo mismo. Veamos con Donald Trup, un señor ya viejo y feo y siempre gruñón, se ha casado tres veces, cada una con una mujer bellísima, todas enamoradas, asfixiadas hasta lo último, ….cabe preguntarse si de él, o de su abultada e inacabable cartera. Usted dirá, amable lector.

Igual sucede con muchos actores y artistas famosos, aunque el caso de que los dos sean buenos mozos  e incluso millonarios, como el  de Brat Pitt, la Angeline Jolie, la Jennifer López, es muy frecuente, el caso de la linda y glamorosa Jacqueline Kennedy y el podrido en millones, feo, viejo, arrugado y malgenioso Onassis es otro claro ejemplo. Pero los cuartos son los cuartos, el dinero no tiene amigos, y se demuestra cuando se separan o divorcian que reclaman en los tribunales su jugosa parte del botín de casados. El caso de enamoramiento con ceros  más flagrante se da entre peloteros y jugadores de fútbol, muchos de ellos sin apenas saber hablar, toscos, feos hasta espantar, pero con un fracatán de millones y una idolatría que muchos dioses quisieran tener. Es curioso que sus parejas o novias casi siempre son mujeres como para parar un tren de mercancías que va a toda velocidad, o quitar ipso facto un hipo persistente, las cuales provienen del modelaje o actividades similares.

Y es que nada parece seducir más a las super bellas que el sonido del oro, o el  brillo de los diamantes, y que además son una escalera fácil para subir a la tan deseada riqueza y fama. Como es posible, amigos lectores, que ustedes al igual que yo no seamos un Bratt Pit, un Robert Redfort o un Trumptumpote,  ni una  Miss Universo, o una Marilyn Monroe, con formémonos pues con el amor sincero, que es el que más está a nuestro alcance, y además  produce mayor satisfacción y beneficvios tanto a la corta como a la larga.  No obstante lo dicho, el Brad Pitt, el Robert Redford y compañía por acciones !Qué suerte tienen los bandidos!