La ciencia, la psicología, la psiquiatría, la antropología, la sociología, la filosofía, el derecho, la literatura, el arte y la historia, entre otras disciplinas más, se han ocupado cada una por su lado, del Amor y la Depresión. Cómo psicólogo social me pregunto: ¿Cómo se las arreglan las personas que no escriben, cantan, leen o escuchan buena música o no tienen buenos amigos y amigas?. ¿Cómo se hacen este tipo de personas para canalizar sus emociones y evitar padecer de aburrimiento, angustia, depresión y caer en la locura?.

Según estudios realizados por la psicología social, las personas estresadas y angustiadas, sienten miedo y canalizan sus emociones hacia sus vísceras, el rincón, el corazón, el estómago, el páncreas y las glándulas suprarrenales. Según estos mismos estudios, cuando el cerebro humano se estresa o siente desamor, se nubla y se desquicia con facilidad. La depresión es producida por una grieta en el amor u otro acontecimiento importante que afecta la psiquis humana, provocando un cortocircuito catastrófico. 

Los seres humanos nos angustiamos y nos desesperamos por la pérdida de las cosas y los bienes que tenemos, incluyendo la novia o el novio, el esposo o la esposa o uno de nuestros hijos o un familiar cercano. Si pierde lo que tiene, es muy probable que la persona sienta desamor y podría caer en Depresión. Cuando aparece la Depresión, la mayoría de las personas nos degradamos en lo mas íntimo de nuestro ser y, en última instancia, eclipsa nuestra capacidad de recibir o dar afecto y entramos en cuadro depresivo que podría resultar peligroso.  A ese cuadro la psicología social le llama “soledad interior o vacío existencial”. La soledad interior no sólo destruye el vínculo con las demás personas, sino la capacidad que tenemos los humanos a sentirnos bien con nosotros mismos  y con nuestro entorno.

El Amor, aunque de modo alguno no es profiláctico contra la Depresión, es un antídoto eficaz que amortigua la mente y la protege de cualquier angustia infernal. Cuando las personas nos sentimos amadas, somos capaces de recibir y dar amor y estamos en capacidad de renovar nuestra vitalidad interior y enfrentar la cotidianidad. Sin Amor, las personas nos aburrimos y caemos en la tentación de consumir alcohol y otras sustancias adictivas peligrosas, entre otras, la pornografía, el abuso desmedido de las redes sociales, el sexo en exceso y promiscuo, los juegos en línea y otras malas prácticas que provocan un cuadro mucho más agudo de Desamor y Depresión.

El Amor nos abandona de vez en cuando y nosotros también abandonamos el amor. Los psicólogos sociales, psiquiatras y neuro científicos sabemos que, el único sentimiento que pervive cuando estamos carentes de Amor, es la insignificancia como persona. La insignificancia nos abate y nos deprime terriblemente. No obstante, la vida humana está colmada de pesares de todas índoles, hagamos los que hagamos. El Desamor o la falta de Amor, no tiene distinción de raza, edad, profesión, color, condición socioeconómica, simpatía política o religión. Según los resultados de los últimos estudios realizados por neuro científicos y psicólogos sociales en países ricos y en vías de desarrollo (2005-2019) se constató que, el dolor y el desamor nunca abandonan a casi la totalidad de las personas supuestamente cuerdas. 

El ser humano nunca podrá eliminar del todo el dolor, el desamor y la desdicha, pues según los estudios referidos más arriba, cada persona está  encerrada en la soledad de un cuerpo autónomo que fue pre-codificado genética y arquitectónicamente desde que se unió el espermatozoide del padre con el ovulo de la madre que posteriormente alumbró la nueva criatura. Negar lo anterior, es negar la ciencia y los avances de la epicogenética. La sociedad moderna y los avances científicos nos permiten tener acceso a paliativos superfluos para evitar sufrir o decidir qué sentir y qué no sentir, según nuestra capacidad económica y nuestras preferencias. Cada vez son menos las cosas desagradables que nos resultan inevitables si disponemos de  los recursos y los medios para evitarlas. Las cirugías plásticas y reconstructivas nos ayudan a engañar a nuestros ojos, pero nuestro cerebro registra estos estratagemas. 

Los psicólogos sociales sabemos que, el Desamor y la Depresión, es un demonio que nos abate, paraliza y nos deja fuera de combates (afligidos, devastados y consternados). Las personas que padecemos de Desamor y Depresión moderada o crónica, vivimos las experiencias parecidas al hierro oxidado que se corroe lentamente y, finalmente, se destruye al pasar el tiempo. El Desamor y la Depresión hieren el corazón y a los pulmones e inciden para que los músculos involuntarios se contraigan más de lo normal y se genere una desesperación infernal. Cuando el dolor emocional se torna crónico, es insoportable para un ser humano. El Desamor y la Depresión son un infierno (DMS-V). Lo anterior implica sentimientos de aflicción demasiados intensos e insoportables para una persona y de ahí viene el sentimiento de insignificancia y el intento de suicidio.

Durante mucho tiempo, la depresión leve fue considerada como un simple desajuste psicológico y emocional. En la actualidad, los psicólogos, psiquiatras y neuro científicos conocemos muy bien las secuelas de la depresión leve si la misma no es tratada profesionalmente a tiempo. Si la depresión leve no es tratada cuando aparece, el cerebro da paso a una depresión mayor que podría resultar catastrófica. Los expertos en higiene y salud mental calificamos la depresión mayor como el derrumbamiento total del organismo humano. El desplome total de la estructura humana es catastrófico para la persona y pone en riesgos la vida de sus seres queridos. Los efectos del desplome de la estructura humana son devastadores, tanto para la salud física como para la salud mental. 

Las personas que sufren de Desamor y caen en una Depresión mayor, pierden interés por la vida, por su alimentación, su sexualidad, la actividad laboral y evitan compartir con sus seres queridos y con sus mejores amigos. Cuando una persona pierde interés por la vida, casi siempre piensa en el suicidio como alternativa para terminar con su sufrimiento infernal. La buena noticia es que, si las personas que sufren de depresión leve reciben ayuda profesional a tiempo, dicho cuadro se puede superar cien por ciento (100%). No obstante, un cuadro de depresión mayor, requiere de extraordinarios esfuerzos, incluyendo el uso de psicofármacos, para superar dicha condición. Los buenos amigos, la lectura de un buen libro, escribir una novela o uno o varios artículos técnicos y/o científicos, el contacto con la naturaleza, escuchar buena música, la psicoterapia cognitiva y algunos psicofármacos, ayudan a reforzar la protección psico emocional de las personas y, en la mayoría de los casos, evita caer en un cuadro depresivo mayor.