Cooperativas de Ahorro y Crédito ¿El Próximo Crash Financiero Dominicano

La intermediación financiera, o el hecho de recibir dinero de terceros para invertirlos en préstamos o proyectos, es una de las actividades más reguladas en todas partes del mundo. La razón es que el incentivo económico del intermediario (Bancos, Asociaciones, Fondos de Inversión, etc.) es hacer incurrir al "ahorrante" en altos riesgos al invertir en proyectos volátiles, para luego pagar grandes ganancias a sus ejecutivos en salarios, bonos y/o dividendos. Al fracasar los proyectos riesgosos los perjudicados no serán nunca los ejecutivos  y accionistas del intermediario, si no, los reales “Dueños" del negocio, los ahorrantes, quienes con su confianza aportan para los activos del mismo.

Es sabido que la tendencia internacional y local es a lo que se conoce a la regulación basada en riesgos; ya que se entiende que el solo nivel de capitalización basado en activos y préstamos no es una medida para dar seguridad a los ahorrantes sobre la solvencia de un intermediario. La necesidad es proteger los depósitos y el sistema financiero en general. Las normas prudenciales, de manejo de gobierno corporativo, riesgo operacional y de mercado, son aplicables a todos aquellos que captan e intermedian independientemente de su fin de lucro o no. La “Autoregulación" ha demostrado sus efectos perniciosos en incontables ocasiones.

Según el diccionario Barron’s de términos financieros, las Cooperativas de Ahorro y Crédito (CAC) son generalmente sociedades cooperativas sin supuesto fin de lucro que tienen como objeto servir las necesidades financieras de sus socios y de terceros a través del ejercicio de las actividades propias de entidades de crédito. Son creadas por sindicatos de empleados, grupos religiosos y de productores. El inicio de estas instituciones se remonta a Alemania y la década de los 1850. Este tipo de instituciones, debidamente reguladas y manejadas, cumplen la labor “social” de asumir créditos de sus socios que podría ser considerados poco viables para la banca. Además, debido a que su objetivo “no es el lucro”, pagan intereses un poco más altos en los depósitos y tienen tasas más bajas en los préstamos.

Se ha querido vender interesadamente la idea que su labor social y el hecho de la imposibilidad  del potencial retiro total del capital hacen a las CAC virtualmente “Imposibles de Quebrar". Nada más falso. Existen quiebras de CAC gigantescas como: San José Obrero (Bolivia), Caja Popular de Cooperativas (Colombia) y San Francisco de Asís (Ecuador); fuera del grosero ejemplo de la quiebra de todo el sistema cooperativo peruano de 1992. La gran mayoría de las quiebras se debieron a la no regulación, riesgos operativos y a los problemas de gobierno corporativo y de ejecutivos que se perpetuaban en sus puestos en beneficio personal y de sus allegados; incurriendo en altos riesgos para pagarse grandes y jugosos bonos, además de otorgar préstamos indiscriminadamente.

En el caso de la República Dominicana, gran parte de las CAC pertenecen a la Asociación de Instituciones Rurales de Ahorro y Crédito (AIRAC). Estas CAC con activos globales de RD$ 29,373,263,597 representan hasta 2 veces el tamaño de bancos como CITIBANK, 72% del Banco del Progreso, 59% del Banco León, 25% del BHD y 13% del BPD. No hablamos entonces de pequeñas alcancías que al romperse perderemos unos cuantos centavos; este es un subsistema con capacidad de poner en graves aprietos la economía dominicana y el seguro, fuerte, robusto y bien regulado sistema financiero.

República Dominicana, Honduras, Panamá y Venezuela son los únicos países de América en donde las CAC no son reguladas acorde a los riesgos que ellas llevan a incurrir a sus ahorrantes, al igual que los demás intermediarios. Son notables los casos de Argentina, Bolivia, Ecuador, Perú, Uruguay en donde las exigencias regulatorias para las CAC son más amplias que las aplicables a los bancos comerciales, ya que les rige la misma ley pero con limitaciones accesorias por tipos de transacciones. La cruda realidad es que aunque AIRAC dice tener un sistema de “Autocontrol”, el mismo es lo suficientemente laxo como para permitir serios problemas como los ocurridos en otros países Latinoamericanos. El IDECOOP no fue diseñado ni tiene la estructura o el expertise necesario para controlar y regular intermediarios financieros.

Debemos confesarnos fervientes amantes del sistema cooperativo, y de las bondades de este tipo de instituciones al asumir préstamos de pequeños negocios y personas en desarrollo; eso también en cierta forma es hecho por las Asociaciones de Ahorros y Préstamos (entes perfectamente regulados); pero, “Amor No Quita Conocimiento”. Nuestro carácter de técnico racional nos lleva a cuestionarnos, junto a otros profesionales de las ciencias financieras y económicas, si la próxima crisis sistémica Dominicana podría desatarse debido a la no intervención regulatoria de la Superintendencia de Bancos a las CAC en el país. ¿Alguién nos ayuda a amarlas un poco más?