Es muy difícil imaginar la vida sin amigos y más en estos momentos en los que ha cobrado verdadera importancia la compañía de un verdadero amigo que nos ayuda en momentos de tristeza, pero que también nos acompaña en las alegrías. La amistad es un gran regalo y cumple un rol muy importante en nuestras vidas. No podemos negar los beneficios de tener amigos y la capacidad que tienen de transformarnos, ayudarnos a crecer y a ser mejores personas. Los buenos amigos nos aceptan aún conociendo nuestras virtudes y debilidades, celebran los logros y momentos especiales con nosotros y nos apoyan en las situaciones difíciles.
En la familia y en la escuela iniciamos y forjamos las primeras amistades al compartir con otros e iniciarnos en la cooperación y la rivalidad a través del juego. Aprendemos a convivir y respetarnos. Luego en la universidad y en el trabajo hacemos nuevos amigos que perduran en el tiempo a lo largo de la vida. Nuestros familiares, compañeros y profesores se convierten en aquellos que nos acompañan en nuestro crecimiento y desarrollo, personas que nos conocen y en quienes confiamos.
En la primera etapa descubrimos la afinidad con otros y establecemos relaciones recíprocas, disfrutando de su compañía. En este proceso aprendemos el verdadero significado y el valor de la amistad.
Aristóteles planteó que hay tres tipos de amigos. Uno de estos es el buen amigo que te desea lo mejor por tu propio bien. La verdadera amistad implica pasar tiempo juntos y realizar actividades compartidas, vivir alegrías y tristezas, amar al otro tal como es con sus características y sus virtudes, desarrollando una relación profunda con una conexión especial, comprendiendo como se siente cada uno. Todo esto requiere de la convivencia y del contacto que ahora se ha limitado por la pandemia.
En estos momentos de confinamiento y distanciamiento, a muchos se les ha dificultado hacer nuevas amistades o cultivar y fomentar las amistades que ya tenían. Ha sido aún más difícil para aquellos niños y jóvenes que se han integrado por primera vez a la escuela o han cambiado de centro educativo durante el período de la pandemia y no conocían a sus compañeros ni a sus profesores previamente. Han tenido que conocerse e interactuar de forma virtual, perdiendo la oportunidad del encuentro cara a cara y, por ende, de desarrollar las habilidades sociales que se necesitan para convivir en la vida real. La mayoría ha recurrido a mantener el contacto a través de las redes y aplicaciones de videoconferencia o interactuando a través de los videojuegos.
En este escenario han surgido nuevos retos. Uno de estos son los amigos virtuales con quienes niños y jóvenes establecen una relación de amistad a distancia sin haberse visto personalmente. Es importante acompañarlos y estar atentos, asegurando que conozcan los posibles riesgos de estas relaciones con desconocidos en línea para evitar dar información personal o un mal manejo que los expongan a posibles problemas. En otros casos, niños y jóvenes se han aislado, generando preocupación en sus padres y educadores.
Para algunas personas, ni el confinamiento ni la distancia física han impedido sentir cerca a sus amigos, e incluso les ha permitido darse cuenta quienes son los buenos amigos que han estado presentes en estos momentos.
Independientemente de cual ha sido la experiencia con relación a los amigos, no debemos olvidar que la amistad es necesaria e influye en nuestro bienestar y en nuestra salud mental. Aquellas personas que cuentan con una red de apoyo social tienen menos riesgo de enfermarse física y mentalmente y mayor probabilidad de vivir más tiempo. Debemos estar atentos a los posibles efectos de la COVID en nuestras relaciones y las de nuestros hijos y hacer un esfuerzo para no perder el contacto con los seres queridos.
¡Feliz mes de la amistad!
Libro recomendado: Rojas, E. (2009). Amigos. Planeta. España