Es costumbre que cada director de AMET se estrené en el cargo con una medida de impacto. Previo a la firma del decreto, ya se tiene planificada respuesta a un problema que ignoraron resolver por años. Antes, el festival letal de violar las luces rojas, denunciado a la saciedad y no atacado con rigor en cada caso individual, fue enfrentado con instrucción drástica de encarcelar, sin miramientos, al conductor. La prensa recogió operativos donde hasta el mismo jefe de AMET participaba en los arrestos, llegándose a convertir en leyenda urbana los casos donde no hacía caso a diligencias de personas influyentes para evitar mal rato a relacionado.
Después, y anclada en esa dinámica, hemos visto las incautaciones de autos, las charlas-secuestros y la amenaza prohibir expedición certificaciones no delincuencia para inducir al pago de multas, un proceso viciado en todas las estaciones del viacrucis. Para empezar, el conductor lo primero que piensa es que se levantó con el pie izquierdo, que es su día de mala suerte. Venía viendo decenas de violaciones a las leyes de tránsito cometidas por otros, ¿por qué a mí? Mientras le escriben castigo por giro a la izquierda, ve el desfile de los que hicieron lo mismo: autos privados sin placas, destartalados conchos y las rebeldes guaguas de inAMETables. Gracias a Banreservas, cual cirineo que ayuda a cargar la cruz, se alivió el proceso del pago. Se terminó perder varios días para cancelar la infracción visitando cuarteles fiscalizadores, o usar un buscón que hace el trámite por la mitad del importe de la multa.
En cualquiera de cientos de confortables oficinas bancarias, es posible hacer ahora el pago que, sin embargo, no termina con el calvario. Como prueba que el sAMETdrin percibió el banco como un intruso, la descarga final del sistema requiere la presencia del multado en el cuartel general. No hacerlo, a pesar de haber pagado en Banreservas, puede tener consecuencias que, a mi entender, es posible estén comprometiendo civilmente a la entidad que recibe valores, con carga liberadora de una infracción.
Debutar resolviendo ese problema estuvo en la lista de cosas novedosas, pero en el último lugar, sugerida tal vez en broma. Ese es un maco que se resuelve con facilidad que abochorna de salir en titular. Conectar en línea los dos sistemas es una aplicación que requiere conocimientos básicos de informática; se programa usando los breves descansos que separan el desfile de comparsas en carnaval. Poco o ningún dividendo de prestigio y, en todo caso, un menudo de logro a compartir con quien no lo necesita. Nada comparable con las virtudes del indiscutible ganador para debutar: la cruzada para devolver a la ciudad los semáforos.
El baile de presentación en sociedad ahora arrancó con eliminar el acoso a conductores por vendedores, limpiacristales y mendigos. La ofensiva para desplazarlos a todos ha venido acompañada con declaraciones donde la autoridad confirma su autonomía o discrecionalidad en la aplicación obligatoria y para todos que manda la ley. Denuncias ciudadanas se producían a diario sobre el comportamiento acosador, principalmente de los limpiacristales, por todos los medios de comunicación. En Acento publiqué dos entregas. Los agentes de AMET eran testigos de estos abusos, principalmente contra mujeres, que ocurrían en su presencia. Suponemos que por lo menos, y en base a solidaridad de género, el personal del orden femenino reporta con regularidad la repugnante lascivia de los dueños de las esquinas con mujeres indefensas. No creo que por rutina o complicidad muten las degradantes escenas de esos cabrones, en el paseo de bienvenida, agradable y en auto convertible, con que consorte recibió a Emmanuelle.
Pero AMET también explica que ha estado recibiendo múltiples quejas de conductores y, pura coincidencia, la que colmó la paciencia o los hizo despertar, llegó justo con el nombramiento de un nuevo director. En vez de actuar de oficio en violaciones flagrantes a las leyes de tránsito y a la dignidad de las personas, que ocurrían en sus narices, o resolver de inmediato la queja directa de un ciudadano contra un atropello, AMET decidió esperar el momento adecuado para actuar contra todos. Se lleva así de encuentro, por unos días, al necio y al decente, al honrado y al delincuente, al acosador sexual y al respetuoso, al drogado y al que ni fuma, a la que explota infantes mendigando y a la que aspira gentil a caridad de corazón. Los tenía al frente, los conocía, podía diferenciarlos, separar el trigo de la cizaña, pero por desidia o contubernio ignoró a la ley y la población, hasta que llegara el momento adecuado para actuar como es su costumbre.
Poco a poco están de regreso y en algunos sitios de peligro, como el mismo medio de la entrada a elevados, nunca se fueron. Cuando todo retorne al caos, AMET, culpable por haber salido a recogerlos al por mayor, se escudará en las críticas de los corazones sangrantes que justifican, en la pobreza y desempleo, la rampante delincuencia y abusos de espacios públicos que nos arropa; o, con el entendible disimulo que obligan las circunstancias, apoyarse en presiones políticas electorales que le esposaron las muñecas.
La discrecionalidad de la autoridad para aplicar la ley se anotará otro tanto rentable. Cada conductor estará más indefenso ante acosadores impunes y victoriosos, a quienes AMET sin duda apoyará el día que se le ocurra responder una agresión con un gas pimienta o una descarga de pistola eléctrica. Usted está para soportar mordiéndose la lengua todos los abusos, sin importar los impuestos que pagó por adquirir un vehículo, lo que desembolsa por la placa o los significativos tributos cuando compra combustible. Usted no es ciudadano con derechos en los semáforos, es y será un tiro al blanco de acosadores con protección policial, mientras sean ellos los que decidan cuándo, cómo y a quién aplicar la ley.