La Autoridad Metropolitana de Transporte (AMET), fue creada hace 16 años para regular el tránsito en la zona urbana de Santo Domingo. El éxito inicial y positivas expectativas, desde su fundación, ganó respeto y apoyo de la ciudadanía. Hamlet Herman y Pedro de Js. Candelier, iniciadores del proceso, comenzaron a disciplinar conductas de manejo y violaciones de la ley de tránsito terrestre tanto a civiles, como a militares y policías. Además de los famosos funcionarios de todas las categorías, empresarios y la población en general, incluso el uso del casco protector para los motoristas, se generalizó. El jefe de la AMET, tenía apoyo y su autoridad se sentía y reconocía, aún no existían los túneles, elevados, pasos a desnivel ni el metro.
En el país, cuando se requiere que una institución funcione correctamente y con la debida autoridad, se pone a depender directamente del Poder Ejecutivo, es decir, que nadie más por debajo del Despacho Presidencial pudiese “alterar” o interferir en las acciones y disposiciones, provenientes de dicho ente, tal era el caso de la antigua Dirección General Forestal. Depender del Despacho Presidencial, era una “vacuna” para “perfeccionar” y enderezar la acción gubernamental, en determinadas áreas del quehacer público. Para estos casos, generalmente, se designa un miembro de las instituciones militares o policiales. AMET, representa un ejemplo real de lo que explicamos.
Sin embargo, la AMET en vez de estar al servicio del tránsito en general, es para servir de escolta a los funcionarios del gobierno y otras minucias…
Con esa práctica, surge el irrespeto a la autoridad a los agentes de la AMET, que provienen de diferentes instituciones armadas y la Policía Nacional.
Los miembros del Partido de gobierno, parecen no se conforman con ser adinerados, poderosos, engreidos, poseer jeepetas, mercedes, avionetas, o “segundas bases”, sino que su ego necesita algo más que contribuya a destacar sus “poderes” aunque para eso ejerzan el atropello, avasallen, ultrajen, usen la violencia verbal o de hecho, la prepotencia o cualesquiera otras conductas que evidencien que “Trujillo” vive en ellos.
Ejemplo de lo anterior, son los casos que han causado vergüenza pública al
gobierno y su partido, en detrimento de la autoridad, como los del sobrino del Ministro de Interior y Policía y del engreído e infeliz ex-diputado, nada más y nadas menos que presidente del PLD en la Provincia de Puerto Plata, apodado como “el querido”, que ahora será llamado “bufón” en franco detrimento de la autoridad de AMET. Ahí radica el peligro ¿cómo entonces tendrían los miembros de la AMET, la fuerza moral para aplicar la ley a los demás ciudadanos? El otro peligro potencial es que surja otro de los “desadaptados” peledeístas, con sus ínfulas de poder, de dinero, de superioridad, y choque con un miembro de la AMET que no se intimide, y se produzca un desenlace no deseado, mediante el uso del arma de reglamento, para reivindicar y dignificar la autoridad debilitada pero no “enterrada”.