La Banda 400 Mawozo volvió a colocar a Haití en los titulares trágicos mundiales al secuestrar 17 religiosos americanos y canadienses, y exigir un rescate de 17 millones de dólares.
Muchos anhelaban que Estados Unidos repitiera el épico “Rescate en Entebbe” en que fuerzas élites de Israel liberaron cientos de rehenes que Idi Amín retenía en Uganda, después del secuestro de un avión francés.
Lo que ocurrió en Entebbe el Presidente Carter no pudo hacerlo en Irán para rescatar 52 diplomáticos capturados en la Embajada Americana. El bloqueo comercial y el embargo de 12,000 millones de dólares de Irán fueron medidas ineficaces. Además, fracasó la operación militar que planeó liberar los rehenes por la fuerza. Los secuestrados durante 444 días fueron liberados gracias a una negociación diplomática entre Irán y Estados Unidos con la mediación de Argelia.
Tomando como referencia el caso de Irán, la Banda 400 Mawozo tiene a su favor la debilidad económica de Haití pues sería absurdo castigar la nación más pobre del hemisferio occidental con sanciones económicas que, aparte de ser ineficaces, como lo fueron en Irán, provocarían una repulsa mundial. Tampoco procedería tratar de embargar inexistentes activos internacionales o depósitos bancarios de Haití. Haití necesita apoyo institucional multilateral para retomar el orden y recursos monetarios para promover la inversión productiva, el empleo y el consumo. Las condenas a la Banda no deben aplicarse al ya de por sí frágil estado haitiano que, a pesar de sus falencias, no hay evidencias de que apoye este secuestro.
El juicioso Ministro de Exteriores de la India S. Jaishankar, interpreta que después de retirarse de Vietnam y de Afganistán, Estados Unidos está implementando lo que él define como una “contracción estratégica” que, si bien le mitiga riesgos, al mismo tiempo ubica en posición de debilidad relativa a algunos aliados de otros continentes. La “contracción estratégica” podría favorecernos si implicara que Estados Unidos, decidiera concentrar su atención en su propio “mare nostrum” como lo es el Caribe, donde se ubica Haití y, por vía de consecuencia, siendo nuestro país un “aliado confiable”, tal como se ha declarado en el Senado americano, crecerían las inversiones productivas acá bajo el modelo “nearshoring”.
Los secuestros recurrentes y la inestabilidad estructural en Haití podrían abordarse con una acción conjunta, multilateral, no militar, apoyada, aunque no necesariamente encabezada por Estados Unidos. Por medio de su Embajadora aquí, la Unión Europea declaró que ya aportó 1,000 millones de euros a Haití en el periodo 2014-2020, sin referirse a los montos de cooperación actuales y futuros.
Una reputada revista americana expresó que cuando se divulguen los detalles de la captura de Bin Laden se evidenciará que la acción militar final fue el fruto de una obra de acupuntura policial, aplicando la inteligencia y perspicacia de Sherlock Holmes o Hércules Poirot, no la impetuosidad de James Bond.
Lo puramente militar no funcionaría en Haití pues el corolario de un teorema estratégico rezaría así: “El ejercito pierde si no gana; la guerrilla y las bandas ganan si no pierden”. Ante la liberación dosificada de 5 rehenes en dos fases ¿será que Estados Unidos está aplicando una estrategia policial para abordar el secuestro y las bandas de Haití, revalidando el anuncio de una telefónica local: “Aunque no nos escuche, estamos trabajando para usted”?