Como es sabido, América Latina es la región del continente Americano que cubre la mayor parte de los países de habla hispana y portuguesa, distinguiéndose con ello rasgos culturales muy propios de cada país pero con fuertes influencias españolas. El término se trata de un concepto Etnico-Geografico que define un delimitado territorio, cuya integración de países en específico son de lengua española, portuguesa y en menor proporción francesa. A pesar de que en la región se encuentran prácticamente todos los tipos de climas y recursos naturales, riqueza ecológica, yacimientos de petróleo, y una deslumbrante diversidad biológica; sigue siendo en nuestros días una de las regiones de mayor desigualdad y un centro de pobreza compartida entre los países que la integran.

A nuestra América Latina alguna vez se le llamó, despectivamente, “El Patio de los EEUU”, y Eduardo Galeano, haciendo alusión a aquella triste realidad, reflexionó que los latinoamericanos habían perdido el derecho de llamarse americanos y que tal gentilicio era propio del ciudadano norteamericano. Aquella desigualdad, que se extiende a lo largo del 13,5% de la superficie terrestre del planeta (extensión ocupada por AL), está acompañada de otros males que parecen intratables en nuestra tierra. Uno de ellos es naturalmente la superpoblación urbana, cuyos orígenes se remontan al siglo XX y que dieron al traste con el tipo de ciudad que soñaban los capitalinos de los países latinoamericanos.

La superpoblación urbana fue precedida por los llamados “Anillos de Pobreza” que se asentaron a lo largo de terrenos deshabitados y carentes de planes estatales para hacerlos útiles. Como los campesinos y pueblerinos que se instalaban en esos terrenos eran constantemente desalojados, con el tiempo comenzaron a protestar y a demandar derechos de posesión, lo que terminó constituyéndose en un problema no solo social, sino también político. De esa manera, y no de otra, fue que muchos de los habitantes del interior de los países latinoamericanos fueron emigrando a las grandes capitales haciendo posible lo que hoy conocemos como superpoblación urbana.       

Por otra parte, es cierto que nuestra región ha experimentado mejorías sociales en los últimos 20 años, pero aún sigue siendo una de las zonas de mayor desigualdad en el mundo compitiendo inclusive con el África Subsahariana. Leonardo Gasparini, economista argentino e investigador independiente, se refiere a la desigualdad en Latinoamérica con términos sentenciosos. Señala que ha habido desigualdad en la región desde los tiempos de la colonia, y que la misma ha perdurado en nuestros días por la consolidación de sociedades elitistas y sobre todo por políticas económicas excluyentes. Desde ese punto de vista, el modelo económico en la región ha fracasado, y si bien es cierto que se ha producido en las últimas décadas un aumento en el crecimiento económico y mejorías notables, las mismas no provocan el efecto social que deberían considerando lo que debemos mejorar.

Los pobres en nuestra región siguen siendo los mismos pobres, y existen zonas estratificadas donde la movilidad social es casi nula. Y no se trata de una percepción por parte de aquellos que estudian el comportamiento económico de la región, sino una realidad sentida por los latinoamericanos. Según una encuesta publicada por Latinbarómetro, el 75% de los latinoamericanos creen no solamente que la distribución de la riqueza es injusta, sino también que la movilidad social es inexistente en ciertas zonas de la región. Ante todo esto, y frente a otros problemas mayúsculos que enfrenta nuestra cálida región, nos debemos preguntar ¿Quiénes sufren las consecuencias? ¿Quiénes pagan los errores cometidos por los que están llamados a dirigir los destinos de nuestro pedacito de continente? Sin lugar a dudas los grandes deudores de los errores ya históricos de aquellos llamados a gobernar Latinoamérica, son lamentablemente los pobres, aquellos que no hayan medios para enfrentar su situación de pobreza.