El mundo vive una reorientación de las relaciones geoestratégicas. En este nuevo escenario América Latina no representa una amenaza para la seguridad global y cómo influye poco en las relaciones internacionales, rara vez es tomada en cuenta. Sin embargo, se ha convertido en teatro de conflicto para los intereses geoestratégicos de las potencias. Por ello, China ha fortalecido su presencia los últimos años. ¿A quién debe acercarse la región? ¿a Estados Unidos o a China? En esta entrega pretendo darte una respuesta.
MÁS QUE IDEOLOGÍA O INTERESES GEOESTRATÉGICOS, DIVERSIFICACIÓN DE MERCADOS Y ATRACCIÓN DE INVERSIONES
El desinterés de Estados Unidos y la ausencia de la Unión Europea tienen como contrapartida la participación de China, en un escenario global donde los países latinoamericanos buscan diversificar sus relaciones y hacen sus apuestas a esta potencia.
El giro a la izquierda que transitó América Latina en la primera década de este siglo favoreció la intensificación de las relaciones de China con la región. Si bien, los gobiernos de centroizquierda han perdido elecciones y mayorías en los parlamentos, siendo reemplazados por gobiernos conservadores o liberales, esto no afectó de manera significativa las relaciones con China. Estos gobiernos conservadores o liberales han buscado acercarse otra vez a Estados Unidos y Europa, pues por historia e ideas han estado más cerca de las elites económicas de esos dos actores internacionales.
A los gobiernos de la derecha continental no les preocupa la ideología o los intereses geoestratégicos, sino diversificar mercados para sus exportaciones y atraer inversiones. En cuanto a Estados Unidos, el presidente Trump ha desairado muchas veces a aquellos gobiernos que han estado buscando un acercamiento real. La Unión Europea, por su parte, focaliza su política exterior a aquellas regiones que le puedan ayudar a combatir el terrorismo y frenar la inmigración o los conflictos en su vecindario.
América Latina ha quedado así invisibilizada para la política exterior europea, pues no desempeña ningún papel en estas áreas. Por otro lado, la política exterior para la región es actualmente, política económica. Entonces China es un socio comercial y de inversión atractivo, además de prestamista.
Los compromisos de Beijing con el libre comercio y la cooperación estratégica en un plano más equilibrado pueden brindar alivio ante el aumento del proteccionismo y la arrogancia que ha exhibido Washington bajo la administración Trump. Por estas razones, la ofensiva de seducción china cae en terreno fértil
PLEGARSE A LOS INTERESES PARTICULARES O CONSENSUAR UNA POLÍTICA EXTERIOR LATINOAMERICANA
América Latina se ha sumado a la Iniciativa de la Franja y la Ruta del presidente chino Xi Jinping, cuyo objetivo es expandir las redes logísticas, de electricidad y de información. Varios países de la región se han sumado. Como nota curiosa, tanto Chile como Perú, que son aliados cercanos de Estados Unidos participan de aquel esquema, tan solo el comercio entre Perú y China en el 2018 alcanzó la cifra de US$23,000 millones y para el mismo año, las exportaciones e importaciones de Chile a China fueron de US$42,791 millones. Si bien, los críticos ven en aquella iniciativa, además del gran endeudamiento de los países receptores, un astuto aumento de la influencia geopolítica y estratégica de China. Algo que Xi ha tratado de calmar prometiendo transparencia y sostenibilidad fiscal de cada proyecto.
América Latina y China han ampliado sus relaciones culturales y diplomáticas. Sin embargo, China ha tenido el cuidado de no presentar una imagen agresiva, dejando en claro que no lleva una competencia geopolítica con Estados Unidos, en su área de influencia. Pero, a escala global, Beijing está dejando de lado cada vez más la moderación en su política exterior y sus pretensiones de liderazgo político internacional son bien visibles, por lo que las tensiones con Washington serán cada vez más probables. Como es también muy probable que progresivamente Beijing utilice la relación con Latinoamérica para su agenda geopolítica. Entonces, América Latina debería empezar a analizar las distintas consecuencias y a construir estrategias propias de política exterior.
Cerca de media docena de países latinoamericanos tienen gobiernos de centroizquierda que tendrán o querrán mantener sus relaciones con China por supervivencia o por razones ideológicas. Los gobiernos conservadores y liberales, en cambio, consideran sus relaciones con el resto del mundo como una política de comercio exterior principalmente. Entonces, bajo esta perspectiva, para China es posible mantener buenas relaciones con todos sin temor a los costos políticos.
Este enfoque puede describirse como pragmático, pero casi siempre adolece de un análisis profundo. En consecuencia, los gobiernos latinoamericanos se ven a sí mismos como competidores y no como socios estratégicos, porque, ante todo, están interesados en el comercio y las inversiones. La falta de interés en la cooperación regional por parte de los gobiernos de derecha conduce casi a la parálisis completa y es principalmente, esta falta de coordinación que beneficia, a socios como China, que pueden ejercer un mayor peso en las negociaciones bilaterales.
SENSATEZ Y PRUDENCIA ANTE LAS TENSIONES ENTRE SUPERPOTENCIAS
América Latina haría bien liberándose de la dependencia estadounidense y encaminarse hacia un mundo multipolar. Sin embargo, la región pareciera estar reaccionando en modo pasivo ante una situación global que cambia a gran velocidad. Usted no encuentra un análisis de las transformaciones globales desde una perspectiva latinoamericana. Tampoco debates regionales y/o proyectos estratégicos sobre el tema. Sin embargo, es muy probable que las presiones sobre la región, tanto estadounidenses como chinas aumenten en el corto plazo. Si Washington percibe a China como la mayor amenaza a su seguridad y si esta ocupa más espacios en la región, queda claro que habrá consecuencias al sur del rio Bravo.
Ya países como República Dominicana están sintiendo estas consecuencias y tal vez, sea esta la razón por la que el gobierno dominicano vetó las inversiones del gigante asiático en áreas que considera estratégicas y desistiera de un amplio proyecto con el gigante tecnológico Huawei para mejorar la conectividad en el país, y se comprometiera con el gobierno de Estados Unidos, en la persona del subsecretario de Estado para el Desarrollo Económico, Energía y Medio Ambiente, Keith Krach a rechazar suplidores de equipos 5G que sean de alto riesgo, como salvaguarda de la seguridad nacional de ambos Estados.
Al estar El Caribe, en la esfera de influencia de Estados Unidos, llamada alguna vez de manera despectiva “su patio trasero”, es bastante comprensible en términos geopolíticos, la delicada situación de República Dominicana. Sin embargo, como dice mi apreciado amigo el investigador, embajador y experto en temas internacionales Iván Ernesto Gatón, República Dominicana debe tener un manejo sensato, sabio y prudente para no dejarse arrastrar por las pasiones frente a las tensiones entre estas superpotencias que en la actualidad compiten por la hegemonía global en términos políticos y económicos.