Hace unos días se publicó un informe de la OCDE, la Organización para la Cooperación y Desarrollo Económico en que revela un fracaso escolar en América Latina. En un estudio hecho en sesenta y cuatro países indica que Chile, México, Uruguay, Costa Rica, Argentina, Brasil, Colombia y Perú ocuparon los últimos lugares, por detrás de Bulgaria y Rumanía, Emiratos Árabes Unidos o Kazajistán, poniendo de manifiestos que los jóvenes de 15 años de nuestra región presentan retrasos en conocimientos de matemáticas, lecturas y ciencias. Esto no es nuevo ni es un descubrimiento, lo sabemos hasta por pura intuición, pero que los latinoamericanos estemos por detrás de Kazakistán, un país que la mayoría de nosotros no sabemos ni que existe ni dónde está en el mapa, es como para sacarnos los colores de la cara de pura vergüenza. Pero sigamos viendo más datos, el Perú de las llamas y alpacas obtuvo un 74% de sus estudiantes con fallos graves en matemáticas, el triple de la media registrada por la OCDE. Colombia con su pasión y café tampoco sale bien librada con un 73%, Brasil, el gigante emergente del sur, obtuvo el 68%, la tasa dela tanguera Argentina 66%, algo menos mala fue la tranquila Uruguay, y México con sus mariachis, con 55% cada uno, y el mejor entre los perores le correspondió a Chile, el dedo de Dios, con un 51%. Las principal causa del fracaso escolar señaladas en este importante informe es la desigualdad económica, la gran lacra que sucede en todos los países del sub continente, que si bien ha tenido algunos avances en el sector educativo, aún hay mucho por hacer, como decía un ex presidente muy campechano de por aquí . La suerte para los dominicanos es que no nos incluyeron en el estudio, pues habríamos quedado, como en tantas cosas culturales, en los últimos puestos, por no decir en el último, y punto. Estos informes como el de la OCDE aunque no esté incluida la República Dominicana, levantan ronchas, o deberían levantarlas, especialmente entre nuestras autoridades y aún más en las del área correspondiente a la educación. Nuestros candidatos a la presidencia deberían tomar nota de esta grave falla y proponer de manera seria y bien explicita dos puntos principales, el primero la educación como la oferta estrella de sus programas políticos a cumplir. Con educación hay más progreso y, por ende, mejores trabajos y mejores sueldos, siguiendo esta “cadena alimenticia educativa” se desprende por pura lógica mejor nivel de vida lo que incluye la sanidad y las prestaciones sociales, en especial las de la vejez, tan abandonada en estos patios. El segundo punto, es reducir al máximo la terrible desigualdad social que padecemos. Unos pocos tienen todo lo que a unos muchos les falta, y por eso estamos como estamos, pues son ellos los que progresan y se quedan con la mayoría del índice de crecimiento del 7% anual del país, siguiendo el dicho de que el pez grande se come al chico. Así que a estudiar más, de niños, de jóvenes, de maduros o de viejos. Como dice la canción: A la escuela, que ya es hora…
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