La patria coral de Pedro Henríquez Ureña vive en la expresión de voces históricas y creadoras en aquello que pensó como América hispánica y continental. Este aserto tiene su fundamento en una productividad crítica basada en la  búsqueda de un pensamiento cultural viviente en las identidades que “hablan” a través de sus historias locales, y los diversos niveles de vida, razón y construcción de formas, usos y fuerzas en conflicto de la cultura movimiento, tal y como lo expresara el maestro en La utopía de América y el ensayismo de los Seis ensayos en busca de nuestra expresión.

Pero los ejes de una obra que habla su contenido-expresión desde las raíces, los cauces de la diversidad, las hablas literarias de América, los sentidos de la cultura que viven desde un movimiento integrador permiten reconocer también su pedagogía creadora desde el ensayo, la crítica y la estimación democrática de su pensamiento crítico.

Si se interpreta una patria coral reconocida y entendida como patria cultural abierta en sus escritos, es porque a través del registro histórico policultural se reconocen las identidades múltiples de América, tal como se advierte en los diferentes marcos de acción, producción y pensamiento de nuestro continente cultural diverso, contradictorio y siempre abierto a un continuo uso del conflicto de interpretaciones. El mismo hace que la mirada focal del maestro dominicano presente un mapa intelectual bajo los diversos ejes de su obra.

Al caracterizar a todo lo largo de su obra el ideal de una América diferenciada y sentida por poetas, narrada por novelistas, políticos, pedagogos y estudiada por grandes centros universitarios de todo el mundo occidental, a la vez que discutida, analizada y advertida en foros nacionales e internacionales, PHU hace de su “magna patria” una patria coral dentro de la cultura-movimiento de la América continental.

El discurso de la crítica en dicha América facilita un pólemos y una doxa analítica plural que ha logrado postular los argumentos lingüísticos, pedagógicos, culturales, literarios, históricos y críticos. Cantares bibliográficos y bibliológicos, así como publicaciones de todo tipo hacen de su obra un continente, y, dentro de él una episteme culturológica, demostrativa de lo que es el mapa identitario de la región, y las cardinales de un pensamiento hispanoamericanista que “oraliza” y “escribe” su propia cultura, esto es su propio ser que se pluraliza en la diferencia de una patria coral que cada vez más se pronuncia en el ámbito “glocal” de la cultura en movimiento.

En efecto, encontramos en PHU la patria coral que mira desde cerca y desde lejos  de América y desde una vertiente crítica, democratizadora de los aportes, saberes materializados y justificados en una visión que en su obra crea las correspondencias axiológicas de un derecho a la justicia como utopía y a la utopía como patria de la justicia.

Así, leemos en “Patria de la justicia” lo siguiente:

“Nuestra América corre sin brújula en el turbio mar de la humanidad contemporánea. ¡Y no siempre ha sido así! Es verdad que nuestra independencia fue estallido súbito, cataclismo natural: no teníamos ninguna preparación para ella. Pero es inútil lamentarlo ahora: vale más la obra prematura que la inacción; y de todos modos, con el régimen colonial de que llevábamos tres siglos, nunca habríamos alcanzado preparación suficiente…” (Vid. Tomo V, UNPHU, 1978, pp. 241-245; y también en La utopía de América, Eds. Biblioteca Ayacucho, Caracas, 1989).

En el mismo ensayo citado, se deja sentir el pacto de nuestro intelectual con la utopía democrática y cultural que invita al testimonio de las voces y raíces que se inscriben en un enmarque de movilidad crítico-cultural activado desde una concepción de lo diverso en lo que motiva una lectura abierta a todos los imaginarios literarios y lingüísticos constituidos como mundo-eje-cuerpo de un espacio que cada vez más confluye en el presente de su pensamiento.

Las diversas actitudes del sujeto crítico de la interpretación refieren a un mundo construido por una diversidad y una crítica basadas en la distinción filosófica, política, literaria, estética y moral. La poética de las voces justifica la patria coral como una voz plural basada en una cultura de la diferencia. De ahí que su pensamiento genere en nuestros días otros movimientos utópicos, pero conscientes de su vocalidad y polivocalidad.

Así las cosas, es importante entender y extender memorias presentes en movimientos e inflexiones comunicativas, literarias y de cardinales, núcleos y tonos allí donde el pensamiento de nuestro autor revela sus ideologemas y culturemas fundamentales. Lo que alcanzó la obra de PHU crea el camino hacia la universalidad de fondos memoriales de una América multivocal, marcada por el contacto y la interculturalidad, pues en el caso de los diversos idiomas indígenas a los que PHU hizo alusión y estudió a través del español de América se expresa la patria coral latente y manifiesta.

Así las  cosas, es necesario investigar la obra de PHU como parte de una voz a favor del “americanismo literario”, sus tonos e intensidades. La patria coral significa en el caso de nuestro autor y humanista los varios y  auténticos registros lingüísticos, literarios e histórico-culturales que han marcado un rumbo en la escena del “americanismo literario” o en los mundos  de la América continental.

El torbellino de signos e imágenes que provocan los territorios reales, imaginarios, intelectuales, sociales, literarios y culturales van creando dentro de la historia continental americana una coralidad creacional de espacios reales y posibles surgentes de una movilidad plural de los textos, estrategias y políticas de la interpretación que leemos en ensayos como “Orientaciones” publicado en el Tomo V de Obras Completas (Ver, pp. 61-64) y que conjuga las razones de una polivocalidad deudora de los ritmos internos y externos de la representación cultural.

Y volvemos a La utopía de América, donde la coralidad identiraria de América impacta el pensamiento de nuestro autor que lee América mediante sus ideologemas nacionales y universales. Pues nuestros pueblos han sido conformados por sus tierras, voces míticas,  imágenes colectivas y sentidos culturales desde una utopía que cada día más se reconoce mediante memorias, raíces, geografías reales e imaginarias.