¡Pasé la noche y amanecí con el gran comediante cubano:  Robertico! ¡Ñoooo! ¡Mira que son chismosos! Y sí, literalmente, llegamos de Naples a Miami de uno de sus interactivos show’s, alrededor de las seis de la mañana, y me gocé a quien solo había podido seguir/disfrutar por Youtube. 

Robertico es más que un actor  representando un personaje. Él no monta un espectáculo preconcebido y unidireccional desde el comediante hacia el público para hacer reír. Él no abusa de las técnicas humorísticas de la sátira burlesca, la parodia, el equívoco grotesco que incluso linda -en muchos de sus colegas- con el rídículo y vulgaridad obscena.   

Lo que diferencia a Robertico de la mayoría de los humoristas cubanos de hoy,  no es solo su fino y profundo sentido del humor, sino la creatividad y  versatilidad artística que le permite interactuar constantemente con su público, desmontando estereotipos de la mentalidad colectiva, la memoria histórica, los prejuicios de todo tipo y la crítica sociopolítica, desde un excelente dominio escénico mediante la integración del lenguaje verbal y, sobre todo, del gestual corporal, y de la música y efectos sonoros como protagonistas del espectáculo.

Robertico sabe muy bien usar la picaresca, reminiscencias del teatro bufo, atemperado a los códigos más actuales del discurso escénico y a las características del público que tiene frente a él. Revela el gran sentido del humor de la cultura popular cubana y viaja por los códigos más internacionales que lo hacen accesible y entendible a distintos tipos de espectadores/participantes.  Robertico no dice solo chistes, cada persona del público puede convertirse en centro de la escena. Construye una historia base y elabora su obra de arte durante el desarrollo del show. Retoza con su público y al mismo tiempo no transgrede los límites del respeto. Al desmontar cánones y prejuicios sociales provoca hilaridad del público sin llegar a herir sensibilidades ni ridiculizar a quienes son el objeto y sujeto de su trabajo.

Un buen actor representa una obra humorística, actúa bien y la gente ríe. Pero no todo  artista se arriesga y se enfrenta a interactuar en vivo con el público, expuesto a cualquier  reacción y  a tener que improvisar soluciones al instante. Hacen falta mucho talento, preparación, excepcional sentido del humor y una pila de cualidades más y, sobre todo, atreverse.

Robertico es un sintetizador del histórico humorismo caracterizador de la identidad cultural cubana. Y aunque los medios de difusión de la isla no lo promuevan, su valía artística se ha impuesto por encima de los ineptos. Robertico dejó de ser un "virus en las computadoras de los centros de trabajo" y un gancho de venta en los "extraoficiales bancos de películas" para ser hoy por hoy, uno de los más reconocidos artistas del humorismo cubano.

Anoche le confesé, como una más de sus miles de "fans", que desde que trabajaba en Cultura Provincial de Las Tunas, para el 2002, yo perseguía sus vídeos copiados "clandestinamente". Desde que conocí su obra quedé prendada de su estilo interactivo, de su carisma y creatividad.

Anoche comprobé que, a diferencia de otros que faltan a su ética profesional, y pueden llegar hasta ser descorteses y agresivos con el pueblo que los admira, Robertico es el mismitico holguinero noble, humilde, sencillo y cómico, tanto delante como detrás de telón. Regalarle una sonrisa al alma de su público es tan importante para él como el convertir la vida de los que quiere en felicidad: sacar de quicio a su representante "el flaco", con sus insistencias jocosas es un divertimento; bromear con su DJ, un disfrute. Complacer a su lindo e impetuoso adolescente hijo, su mayor desbordamiento de ternura. Ser amoroso con su amantísima esposa, una fiesta de amor de veinticinco años.

Toda una madrugada durante show, postshow, más las dos horas de regreso de Naples a Miami y luego, el desayuno de todo el equipo a las 5am en Rey Pizza del West de Hialeah, me  conmovieron, de ahí nacieron estas reflexiones. Ver su afabilidad más allá de cansancio, con meseras y consumidores, denotaban el tremendo ser humano que es, y esa sensibilidad, valores éticos y humanos se trasmiten  de alma a alma con su pueblo y sus seguidores en cada encuentro.

Los auténticos artistas, esos para quienes hacer arte es más que una manera de subsistencia, es una actitud y un modo de vida: están destinados al éxito y al aplauso de su pueblo

Robertico, cuando me preguntaste sobre el show "cómo la pasaste", emocionada e incrédula aún, no pude balbucear palabra alguna. Y pensé: “mejor se lo digo de la forma que sé”. Y aquí ando con las letras llenas de admiración y orgullo por haber conocido de cerquita al gran artista y maravilloso ser humano que eres.

Chico, me sentí como guajirita que va a la Capital  y se deslumbra al ver frente a frente  al Capitolio y a sus cantantes preferidos. Y, casi sin dormir en todo el día, aquí estoy con "los ojos abiertos,  ¡perooo bieeeen abiertos!,  para agradecerte a ti, a Jenny y a todo tu profesional equipazo. ¡Gracias por compartir la llegada de esta amistosa alborada!