Días atrás vi un impresionante documental sobre pacientes enfermos de Alzheimer y cómo la musicoterapia hacía que ellos pudieran recuperar sus recuerdos y experimentar emociones que se creían dormidas. La experiencia de poder ver a través de este documental el efecto positivo que producía en ellos la musicoterapia me dejó impactada. Además de que es una preocupación el aumento de los casos de Alzheimer en la población mundial, pues es la causa de demencia más común y acapara entre un 60% y un 70% de los casos. Según la OMS, la demencia afecta a nivel mundial a unos 35,6 millones de personas, de las cuales un poco más de la mitad (58%) viven en países de ingresos bajos y medios. Cada año se registran 7,7 millones de nuevos casos.

A raíz de este documental me interesé en buscar algunas informaciones sobre la musicoterapia, la cual estudia los efectos terapéuticos de la música en los seres humanos. Las personas que realizan esta terapia se denominan musicoterapeutas y son profesionales entrenados no solo en música sino que también en psicología, anatomía, técnicas de investigación,  y otras ramas paralelas.Hoy en día la investigación sobre musicoterapia  se realiza con todas las edades y enfermedades tales como Alzheimer, Parkinson, traumatismo de cráneo, autismo, demencia, enfermos psiquiátricos, niños con problemas de conducta, personas con SIDA, entre otras.

Las investigaciones han demostrado que en la enfermedad de Alzheimer como en otras demencias, las partes del cerebro que están involucradas en recordar a la música y responder a la música no resultan demasiadas afectadas, pues son las últimas en ser atacadas durante el desarrollo de la enfermedad. De ahí que sea tan efectiva la música en estos pacientes, pues tiene la capacidad de devolverles por un periodo de tiempo su identidad, sus recuerdos, su historia, su vida.

Algo bien importante es que la música que escuchan estas personastiene un significado para ellos, pues está correlacionada con la memoria y el sentimiento. A través de ella se tiene acceso a aspectos de sus vidas que de otra manera serían inalcanzables. Es maravilloso poder ver como los familiares, los cuales sufren mucho por la condición de su pariente, tienen esos momentos de oasis y conexión emocional, que les devuelve el impulso y la motivación para seguir luchando por ellos y no dejarlos sumergirse más a fondo en su mundo interno de confusión.

Para combatir los terribles efectos de esta enfermedad hoy en día contamos con diversas alternativas de intervención. Según las voces de expertos en medicina alternativa, se ha comprobado que la inversión en los medicamentos convencionales no provoca el mismo efecto en estos pacientes que lo que provoca la musicoterapia y que el costo económico es muchísimo mayor. En la musicoterapia se logran significativos avances a nivel cognitivo, físico, socioemocional y espiritual.

Los desafíos que enfrentan los gobiernos de todo el mundo a la hora de responder al creciente número de personas con demencia son considerables. Esto me lleva a la pregunta, ¿qué se está haciendo en nuestro sistema de salud para que nuestros envejecientes puedan enfrentar con mejores recursos y ¨dignidad¨ los embates de esta terrible enfermedad? Como sabemos, si carecemos en nuestros hospitales de recursos tan básicos como incubadoras para que los niños que nazcan en condiciones delicadas puedan rebasar la crisis al momento de nacer, imagínense que se podría estar haciendo con el tema de la salud física y mental de los envejecientes, una población olvidada por nuestras autoridades.

La realidad es que muchas cosas deben cambiar. Nuestros envejecientes necesitan de cuidados y atenciones. Las familias de personas que padecen enfermedades como estas necesitan de apoyo para poder lidiar con la enfermedad, pues todo el sistema se ve alterado por la condición del familiar enfermo, ya que las demandas económicas y de atención por parte del enfermo exceden la capacidad de respuesta de las familias, las cuales son en su mayoría de clase baja a media. Nuestros envejecientes necesitan ser cuidados en esta etapa de vida donde se encuentran más vulnerables, donde ya no pueden valerse por ellos mismos y necesitan de una obra de amor que los dignifique y les reconfirme su valía como personas de incalculable valor.