Desde hace días, la Sharon Stone criolla tiene las cuestiones claras. Se pone sus zapatos, le dice que sí al chofer, y se apresta para ir a vacunarse, algo que ha estado esperando durante 15 días.

Se ha arreglado el pelo de manera que impacte, como si estuviera saliendo de una piscina. A fin de cuentas, ella es una chica acuática, que le gusta el mar. Sin embargo, ahí ha pensado que en las olas también el virus está agazapado, no solo en las fundas de alimentos o en gente desaprensiva. Le dice por el chat a su amiga que estará lista en unos segundos. En los próximos minutos, se juntarán en el lugar de vacunación y refutarán todas las teorías que convierten a la humanidad en prisionera de especulaciones, argumentos y contradicciones ideológicas. Están preparadas para pelear contra los rivales del proceso antivacuna. Pero aquí en el país, eso no existe.

Por su lado, la chica de los jeans negros lo tiene claro: entrará a la tienda, se medirá sus zapatos y marchará a la casa de nuevo: se trata de evitar el coronavirus. Lo tiene claro: no puede contagiarse: qué pasaría con su familia? Se arregla el pelo, sonríe en el retrovisor y piensa que está siendo filmada, lo cual no es cierto. Es una Penélope Cruz en potencia. Por su lado, más allá –sentado entre los que esperan–, está un gerente de un banco que, claro y directo, dice por el chat: “almorzaré en la oficina”. Tuve que ver lo que texteaba. Más allá, hay un chino que habla con su familia por el celular. Pienso que es dueño de un restaurant de esos de los que somos fans. Habla en chino a su esposa. Intento descifrar lo que le dice a ella y es –probablemente–, que está en la fila. O algo así como: “aló, hemos sido vacunados”.

En el caso de la chica mencionada, que también es linda como la Sharon Stone, de lo que se trata es de marchar de manera inteligente y no tener contacto con la gente. Pero tiene claro algo también: esos zapatos son caros. Tiene un presupuesto adecuado. Tiene claro que no puede gastar todo el dinero. Le tiene que comprar unos zapatos a su esposo, también. Vivimos en época moderna. Lo primero es lo primero: no contagiarse. Tenemos que salir de este desastre. Sus gafas de sol impresionan a todo el que la conoce. Le sonríe a todo el mundo. El lugar está lleno de gente que quiere escapar del virus a cualquier costo.

  1. Muchos pensaron –aunque pueda parecer no cierto–, que el microchip sería insertado en la vacuna. Seríamos experimento de una mente macabra. Esa mente reina en otros sitios, nos dirían. En los grandes centros financieros –con oficinas en las grandes ciudades–, tendríamos que esa persona reina en el mundo. Como dicen algunas crónicas, es algo así como un rey. Un tipo al que le rinden pleitesía un grupo de adláteres. Con todo el agregado de los Iluminati, esto era fácil entenderlo.
  2. En todo este año, la gente estuvo atiborrada de teorías de conspiración. El dólar tiene en su parte trasera una pirámide y una señal: el ojo que todo lo ve. Ese ojo nos mira ahora y trata dictarnos enseñanzas, motivos, elucubraciones. Algunos se quedan viendo un dólar para siempre como si fuera hipnótico. Otros mencionan el G-7 y el grupo Bilderberg y otros traen a colación a esos grupos de iniciados que, salvo prueba en contrario, trabajan en las sombras. Y hay mucha gente que quiere ser parte de estos grupos. ¿Qué tienes que hacer para ser miembro del Bildelberg? Llene su solicitud y luego hablamos. Hay una gran cantidad de gente que quiere ser del grupo de los Iluminati. ¿Se reconocen cuando se ven en sitios públicos? Solo tenemos que ver la señal que hacen algunas estrellas de rock en los conciertos.
  3. Nos convertirán en zombis. Poco a poco, la humanidad quedará apresada, nos dicen. Esto ha caído en el asunto religioso. Desde el último año, muchas denominaciones tienen claro que le han dicho a su feligresía –sin muchas especulaciones–, que no se pongan la vacuna, o para ser más exactos, que tengan cuidado. Hay una especie de “ideología del meme” que hace esparcir por todos lados una sarta de disparates que es consumida por fanáticos religiosos de toda índole. El pensamiento mágico, pudiéramos llamarle. Este tiene que ver con la manera en que un grupo de personas mira a su alrededor y mira llamas de motivos infernales. Yo, que vi The Walking Dead, pienso que sería terrorífico que la vacuna nos cambiara, en un escenario finimundial que atemorizó a muchos. ¿Qué esconde este pinchazo? puede preguntar cualquiera a los demás.
  4. Ahora que se ha puesto las gafas, la chica está clara: le comprará los zapatos a su esposo. Este –que busca la página web de la OMS–, ha decidido no salir a la calle. Ya están vacunados, pero muchos han esparcido ahora otro temor: gente con las dos dosis que ha sido contagiada. Esto también tiene que ver con el pensamiento mágico. Se intenta decir que el virus es inmortal, que nos atacará hasta el final cuando ya la ciencia dictaminó que las vacunas son efectivas en un gran porcentaje. Los zapatos no pueden ser tan modernos, piensa la chica. Quince minutos después –más o menos– piensa que debería estar en Punta Cana, chilling. Le ha dicho a su prima: “después que salgamos de esto, la fiesta viene en grande”. Son fiesteras. Quieren que la fiesta comience pronto.
  5. Ella ha ido a ponerse la segunda dosis. El pensamiento mágico en ella, como en otras personas, le dice que quizás el porcentaje de efectividad en esta vacuna es muy reducido. Minutos después, intentará preguntarle a su esposo, que es médico, un tipo abierto a todas las preguntas. No se trata de esparcir malos conocimientos ni sospechas malas. Mucha gente se ha opacado con la segunda dosis y otros han argumentado que si te da te dará con menos fuerza. Parecerían interlocutores de alguna revista científica. Digamos que son lectores de la revista Nature, que tiene reportajes que hay que leer. Algunos –no los más pesimistas–, esperan las decisiones de Tedros. El tipo tiene que explicarnos qué ha sucedido en el mundo. De alguna manera, los ciudadanos se han convertido en expertos. Todo el mundo tiene sus argumentos y sus recomendaciones.
  6. Como dije antes, la Sharon Stone criolla ha decidido ponerse la segunda dosis. Si se ha puesto la primera, no ve por qué no ponerse la segunda. La muchacha del servicio a fin de cuentas ha terminado cediendo y también se vacunará. Ha durado meses para llegar a esta decisión, pero ya está: todos vacunados en la familia. La Sharon Stone criolla es rubia, rubísima y tiene unas gafas de sol que para qué te cuento. Cuando se acerca al centro, todos piensan que se trata de una actriz de cine, una estrella, una megaestrella. Viste de negro, al menos arriba y tiene un reloj en diamantes o al menos eso parece. En sentido esencial esas gafas, que son negras como su blusa, son carísimas. En un viaje del año pasado, las compró en Nueva York. Piensa que la enfermedad terminará para el año próximo, algo que no está corroborado por la ciencia.
  7. Cansada de consideraciones políticas, la chica piensa que ahora puede salir afuera, hacer una vida social sin tanto temor, pero es cierto que Tedros no ha dicho nada. Habrá que esperar a que le digan cómo debe comportarse. Ahora puede decir que está perfectamente inmune.