Ni el más entusiasta activista contra el libre mercado se podía imaginar el inesperado escenario abierto a raíz de la victoria del pirotécnico Donald Trump. Primero fue la caída del TPP: parlamentarios demócratas admitieron que no intentarán pasar por el Congreso norteamericano el mega-acuerdo comercial entre EE.UU. y un conjunto de países de Asia liderado por Japón, planificado para intentar contrarrestar la creciente influencia de China en la economía internacional.

No tenían mayor margen de maniobra: los propios congresistas del Partido Republicano habían anunciado que el TPP no iba a tener tratamiento parlamentario antes del próximo 20 de enero, cuando Trump asuma.“Efecto Trump o el ocaso de dos acuerdos globales fundamentales (TPP y TTIP)”.  Juan Manuel Karg, politólogo yanalista internacional. Russia Today, 19 de noviembre de 2016

César Pérez, académico, connotado analista político y antiguo militante revolucionario se declara en estado de “estupor y desconcierto” ante la valoración del triunfo de Donald Trump por parte de analistas locales. Dice César: “No pretendo examinar en detalle las causas del triunfo de Trump en el recién finalizado proceso electoral norteamericano, pero sí hacer algunas preguntas sobre importantes cuestiones que soslayan algunos analistas de este país al analizar ese hecho. Me mueve expresar mi estupor y desconcierto ante la valoración que sobre ese proceso y sus resultados tienen esos analistas, muy contraria a la que tiene la generalidad de los sectores progresistas estadunidenses y por lo que significa para ese arcoíris de sectores el triunfo de un discurso excluyente, negador del discurso esperanzador e incluyente que en su momento galvanizó el triunfo de Barack Obama”.(“Lo que ha triunfado con Trump”, Hoy, 16 de noviembre de 2016).

Valoraciones van y vienen

Se nota que César ha leído mucho sobre lo que expresan los sectores progresistas de Estados Unidos que, en general, se muestran abatidos y pesimistas con la sorpresiva (para algunos) victoria de Trump. ¿Y que en América Latina, Brasil y España predomina una tónica diferente? Cierto.

Las razones deben yacer en las diferentes perspectivas desde las cuales se enfoquen las proyecciones de una posible administración Trump. Por el momento, el miedo y la incertidumbre caracterizan la reacción al triunfo del magnate, a quienes muchos consideran, erróneamente, un outsider (de afuera) del sistema.Sus primeros nombramientos a altos cargos contribuyen a imaginarse lo peor.Según el portal HBC News: Jeff Sessions:  senador desde 1996, del comité judicial de la Cámara Alta del Congreso de EE.UU y opositor a la reforma migratoria.  Mike Pompeo: miembro del movimiento ultraconservador Tea Party, para dirigir la Agencia Central de Inteligencia (CIA), según la cadena CBS. Michael Flynn: asesor de seguridad nacional, general retirado y exoficial de Inteligencia.

Donald Trump y Barack Obama
Donald Trump y Barack Obama

Amy Goodman y Denis Moynihan resumieron estos sentimientos en DemocracyNow!, noticiero internacional diario emitido en 800 emisoras de radio y televisión en inglés y 450 en español:

El mundo ha quedado en estado de shock tras la elección de Donald Trump. A medida que se conocen los nombres de los posibles integrantes de su futuro Gabinete y de otros cargos importantes, se va delineando un gobierno de extrema derecha que pocos podrían haber imaginado hace tan solo unas semanas atrás. En Estados Unidos, se siguen llevando a cabo manifestaciones día a día y noche a noche, las cuales se han extendido a nivel internacional. Equipos directivos de muchas instituciones educativas estadounidenses han convocado a especialistas para enfrentar la confusión que agobia a los estudiantes, especialmente a los hijos de inmigrantes que temen que ellos o sus padres puedan estar comprendidos en la persecución y deportación de tres millones de personas indocumentadas que ha prometido llevar a cabo Trump.En ningún sitio se ha sentido tan claramente el impacto inmediato y potencialmente devastador del hecho de que Trump se haya hecho con la presidencia de Estados Unidos como en la cumbre de Naciones Unidas sobre cambio climático que se viene desarrollando aquí en Marrakech, Marruecos. Hace cuatro años, Donald Trump publicó en Twitter: "El concepto de calentamiento global fue creado por y para los chinos a fin de que la producción industrial estadounidense dejara de ser competitiva”. Así abordaba el tema Donald Trump, la estrella de los realities, el líder del movimiento “birther” que intentó deslegitimar al presidente Barack Obama acusándolo de haber nacido en Kenia. Ahora, en el año 2016, que según pronostica la Organización Meteorológica Mundial será el año más caluroso que se haya registrado en la historia, Trump, el negador del cambio climático, se prepara para asumir la presidencia de Estados Unidos.

https://www.democracynow.org/es/2016/11/18/a_pesar_del_calentamiento_global_trump

No todos afrontan a Trump con miedo. El jefe de la policía de Nueva York lo desafió abiertamente al decir que no detendrá para ser deportado a ningún inmigrante indocumentado, en una ciudad cuyo ayuntamiento ha documentado localmente a 800 mil de ellos.

Está en juego el rumbo del declive de EEUU

En la victoria de Trump se juegan dos puntos de vista opuestos sobre cómo afrontar el declive de Estados Unidos. Todos lo reconocen, aunque sea parcialmente. Los que votaron por cambiar la forma de conducir el país reconocen que EEUU no es la potencia que los vio nacer o crecer; quienes votaron por la continuidad (que sería la continuidad de la política Obama-Clinton) creen que este enfoque llevará al país a salir del pantano de la crisis permanente y la acelerada decadencia.

No sé si Cesar Pérez me incluye entre los equivocados pero, como dije en esta columna, Trump representa la visión más realista sobre el declive de la gran potencia que se cree versión moderna del imperio romano en su época de esplendor. Dije: “Con la idea de que el país se halla en medio de una debacle económica, tal vez porque lo sufre en carne propia, se halla una parte considerable de la población trabajadora (no importa su color ni origen nacional), a la cual se alinean minorías intelectuales y del aparato estatal, entre ellos militares de todos los rangos, diplomáticos  y miembros del inmenso aparato de seguridad e inteligencia que  cuentan con los medios de análisis y la experiencia directa para darse cuenta de la real posición de su país en el concierto mundial. Ahí entra Donald Trump con sus insólitas afirmaciones sobre política exterior, como la de que EEUU creó el Emirato Islámico (ISIS), su inédita propuesta de negociar en serio con Rusia, lo cual implica reconocerle su estatus al país sucesor de la antigua Unión Soviética, a lo que se ha negado el gobierno de Obama; su frialdad hacia Israel.  Y, sobre todo, su rechazo al establishment político que la gente común tanto detesta.http://acento.com.do/2016/opinion/8400982-donald-trump-gano-la-vision-mas-realista-del-declive-eeuu/

El veterano escritor y analista Tom Engelhardt(nacido en 1944, graduado de Yale y Harvard) está entre quienes observan en la victoria de Trump señales de que a ese sector le preocupa la caída de EEUU y tienen planes para afrontarla. Dice Tom: Si se observa la historia de los últimos siglos, el sueño de Bush, Cheney y Cía. que imaginaban que Estados Unidos dominaría el mundo como ninguna otra potencia del pasado, ni siquiera los romanos o lo británicos, pareció siempre tener cierto sentido. Pero en aquel triunfo de 1989 también estaban las semillas del caos futuro. Para derrotar a los soviéticos, la CIA, junto con los saudíes y pakistaníes habían creado y armado grupos de extremistas islámicos que –después se vio– no tenían intención de marcharse una vez que los rusos fueran expulsados de Afganistán. No sorprenderé, precisamente, al lector si además le digo que en esas decisiones, en ese momento de triunfo, está la génesis de los futuros ataque del 11-S y, muy curiosamente, tal vez incluso el futuro surgimiento de un candidato presidencial, y hoy presidente electo, tan extravagante que a pesar de los billones de palabras que se han dicho sobre él, sigue siendo un fenómeno que desafía cualquier intento de comprensión. (Tom Engelhardt: “El imperio del caos”, Tom Dispatch.com, 12 de noviembre de 2016)http://www.tomdispatch.com/post/176210/tomgram%3A_engelhardt%2C_through_the_gates_of_hell/#more

No es revolución

Un relato de los acontecimientos de la Revolución Francesa cuenta que cuando al Rey Luis XVI le llegaron los ruidos del tumulto que precedió a la Toma de la Bastilla (14 de agosto de 1789) preguntó a un asistente si se trataba de un motín o algo así. “No, sire, es revolución”, le habría contestado el cortesano. Y, efectivamente, comenzaba la más grandiosa revolución de nuestros tiempos.

En el caso de Donald Trump hay que apresurarse a contestar que “no es revolución”.

Felipe Ciprián ya se ocupó deexplicarlo: La victoria de Trump no es el equivalente del surgimiento de un poder revolucionario, pero no hay duda de que la élite política de Estados Unidos –representada formalmente en el Partido Demócrata y el Republicano que se enfrentaron a Trump con igual empeño- ha salido trasquilada por una elocuente rebelión de los que están jartos de que los burócratas ahoguen las esperanzas de la juventud en las aventuras de Irak, Afganistán, Siria… mientras se reparten el mundo en el dominio de los mercados por las transnacionales, para lo que a veces hay que derribar gobiernos, imponer sanciones y “defender la democracia”.

frontera

Esa doctrina de Clinton fue barrida y ¡qué bueno! porque era efectivamente la candidata de la burocracia demócrata y republicana, que apoya a la familia Al Saud en Arabía Saudí para que ejecute a clérigos como Nimr al Nimr como la celebración del Año Nuevo de 2016 como si matar fuera un regocijo; la ejecución de la etíope JinatFarid junto a otros 49 “condenados” en los primeros 11 días de 2016, muestran la verdadera estirpe sangrienta de un clan americano dispuesto a aceptar el oro de los malos para aparentar ser buenos.

Los epítetos de campaña de Trump: aquello de que no dejará entrar musulmanes a Estados Unidos… de que terminará la relación con Cuba, que aplastará a Venezuela… son solo eso: recursos tácticos de campaña que ya no tienen por qué enarbolarse.

Dudo mucho que el Trump que está dispuesto a negociar con Vladimir Putin una recomposición de las relaciones Moscú-Washington incluyendo un acuerdo para aplastar en forma conjunta a Daesh (Estado Islámico) en Siria e Irak; el Trump que prometió lograr un convenio con Corea del Norte para terminar la confrontación y la amenaza de ataques nucleares; el Trump que le ha dicho a la OTAN que ya basta de que los contribuyentes norteamericanos paguen por su seguridad… dudo mucho, que ese mismo Trump no sea capaz de convivir con sistemas como los que se han dado los pueblos de Cuba, Venezuela, Ecuador, Nicaragua, Bolivia e incluso Filipinas, que no representan una amenaza real para Estados Unidos.

Una cosa es necesitar los votos de los cubanos en Miami –y que efectivamente conquistó para derrotar a Clinton- y otra muy diferente es entenderse con la potencia nuclear que es Rusia e inexplicablemente plantarle cara a una islita modesta como es Cuba para mantener una confrontación irracional e irrelevante.(“Un subversivo en la Casa Blanca”, Listín Diario, 12 de noviembre de 2016)

Por mi parte, de lo que sí estoy casi seguro es que Donald Trump no asesinará más gente con los drones, ni destruirá más países ni deportará más personas indocumentadas que Barack Obama, aunque dure ocho años en la Casa Blanca.