Las dudas están despejadas, a lo interno del PLD se anida un desasosiego que cada vez es más generalizado. Las evidencias sobran. La denuncia de Félix (Felucho) Jiménez, inculpando a los miembros del Comité Político de su partido, por conocer el detalle sobre las sobrevaluaciones de Odebrecht y callarlo. La propuesta de Alejandrina German, de enjuiciar a los traidores. El lamento de Franklin Almeyda, porque, según él, “el PLD se cualquierizó”.
Está clarito, que algo se guisa ahí dentro y parece que no huele bien.
En efecto, el 17 de abril, recién pasado, el arquitecto Joaquín Gerónimo, se despachó con una Carta Abierta dirigida a sus compañeros de partido. El arquitecto es fundador del partido morado y miembro del Comité Central, en la actualidad cumple funciones oficiales en La Habana, Cuba, desde donde envío la misiva.
El lloriqueo de Gerónimo, se debe a que el purpurado peledeista, según él, se ha hecho de la vista gorda ante la denuncia que hizo desde el 2013. Así como lo oyen, hace cuatro años que el PLD inició el “VIII Congreso Norge Botello”, a su pesar, todavía continúan rumiando sus decisiones.
¿Cuándo concluirá el VIII Congreso Norge Botello?, ¿Cuáles inconvenientes impiden a la cúpula morada poner en marcha las “sabias” decisiones de su Concilio? ¿Saben los peledeista, que el congreso concluye cuando los reglamentos y disposiciones emanadas de los “debates” se completen? Las respuestas a estas y otras interrogantes tendrán que esperar.
Veamos entre tanto, qué fue lo que planteó el arquitecto Gerónimo hace cuatro años y que ahora lo recuerda a través de los medios de comunicación.
“… a mediados del año 2013, señalamos públicamente lo que a nuestro juicio eran las cinco cosas que el PLD nunca debió haber cambiado al asumir, desde el año 2001, el proceso de apertura y transformación de su estructura orgánica”. Escribió Gerónimo.
¿Cuáles son entonces esas “cinco cosas”?, veamos:
El partido de gobierno nunca debió cambiar “Lo colectivo-orgánico por lo individual-grupal”. De paso, lo “colectivo-orgánico” fungió siempre como un mecanismo de manipulación a las bases del partido. Tanto es así, que a raíz de la renuncia de Juan Bosch del PLD, en 1991, se supo que la mayoría de miembros del CC eran puestos por el dedo mágico del líder.
Nunca debió sustituirse “El centralismo democrático por el centralismo burocrático”. Los peledeistas de abajo, y el propio Joaquín Gerónimo, saben bien que el método del “centralismo democrático” constituía un argumento retórico para adornar el discurso de modernidad partidaria.
Otra “cosa” que cambió el partido morado pero no debió ser, fue “La educación política por el clientelismo político”. Nueva vez, recurro a quienes militaron con dedicación en el PLD. Si retroceden un poco la memoria, caerán en la cuenta de que la “educación política” nunca funcionó tal y como fue concebida por Bosch. Basta con recordar, que cuando se avanzaba en el proceso, hasta ponerse a tiro de hit del nivel superior, los compañeros eran devueltos a repetir el ciclo una y otra vez. De modo que quienes estuvimos ahí, llegamos a pensar que el famoso nivel superior jamás existió.
El miembro del CC peledeista cree que nunca se debió cambiar “La unificación de criterios por la negociación de intereses”. Sépase, señor moralizador, que “La unificación de criterios” se erige en la práctica morada, como una alegoría a la hipocresía. Era obligatorio afirmar lo que dijera el folleto o de lo contrario, nadie pasaba el examen. Quienes estuvieron en los Círculos de Estudios ¡saben de lo que estoy hablando!
Al final de la quinteta, el funcionario diplomático señaló que “La autocrítica” fue cambiada “por la autocomplacencia”. Gerónimo dejó para último esta “cosa” para dedicarle mayor profundidad al tema.
— El PLD nació, creció y se hizo fuerte bajo un credo político de principios éticos y morales innegociables. Uno de esos principios se fundamentaba precisamente en el método de la crítica y la autocrítica –, asegura el arquitecto Gerónimo en su carta.
Ahora bien, lo que no dice Joaquín Gerónimo es que el PLD nunca debió cambiar el boschismo por el balaguerismo. La obra de gobierno del PLD es la continuidad de la obra y práctica de gobierno de Balaguer, Juan Bosch no cuenta para nada ahí.
Ahora, dicen que sí al presidente, igual como antes exclamaban frente a Bosch para unificar criterios, la hipocresía sigue impertérrita.
Aunque el guiso apeste, en el PLD, todos cantan ¡Si señor! Pero muy pocos se atreven a exclamar ¡No señor!