En 1820 el escritor norteamericano Washington Irving publicó su trabajo de ensayos e historias cortas titulado “The Sketch Book of Geoffrey Crayon” (El libro de bocetos de Geoffrey Crayon), en el cual aparece la leyenda romántica de terror sobre un jinete que decapitado en una batalla en la guerra de independencia, cabalgaba en el valle de Sleepy Hollow en busca de su cabeza perdida. Las más recientes declaraciones y actuaciones de Gonzalo Castillo (candidato presidencial de la República Dominicana por el partido de gobierno, conocido como El Penco) en la fase decisiva de unas elecciones nacionales asemejan a la cabalgata ciega del espectro narrado por Washington Irving, en la búsqueda desesperada de la cabeza perdida que nunca va a encontrar.
El Penco, un engendro político resultante del pecado capital de la soberbia; es el monstruo sin cabeza creado por el presidente Danilo Medina en su soberbia desmedida; la urdimbre de una mente enferma que, luego de dividir su partido (condenándolo a un desastre electoral en las elecciones municipales y al que se les viene encima), en un destemplado y revelador discurso pronunciado el 21 de octubre del 2019, nos decía: “Adelante compañeros y compañeras, con estos hombres que están aquí, yo, particularmente, le digo que yo gano las próximas elecciones”, cuando él ya no era candidato a nada y eclipsada su estrella lo único honorable que le quedaba era el retiro silencioso, que le garantizaría evitar salir de la escena como la peor lacra política que haya enturbiado el escenario político nacional.
El gran lastre de Danilo es la soberbia descontrolada, misma que es considerada como el deseo de ponerse por encima de los demás sin admitir que nadie en ningún campo le cuestione su importancia. Los griegos condenaban al ostracismo a los individuos soberbios, por considerarlos altamente peligrosos para el estado y la sociedad. John Milton en El paraíso perdido indica que la soberbia era el más serio de todos los pecados, por haber sido el pecado cometido por Lucifer al pretender igualarse a Dios, y en Los siete pecados capitales el filósofo español Fernando Savater indica que de ella viene la mayor debilidad, porque al ser soberbio no sólo eres orgulloso de lo que eres, sino que además menosprecias lo que es el otro, negando el reconocimiento a los semejantes. Agrega Savater en su referida obra que la soberbia es el “valor antidemocrático por excelencia”.
Así un presidente Medina obnubilado por la soberbia, se empecina en probar que sólo él y nadie más es el líder indiscutido del país y su partido; que él y nadie más gana unas elecciones con cualquier candidato (aunque el mismo carezca de cabeza) y que él y nadie más tiene el poder para decidir quien representará a todos los dominicanos desde la primera magistratura, desconociendo los méritos de todos los dominicanos. Escoge al menos apto de sus súbditos para imponerlo sobre los precandidatos de su partido, y con ello reta la inteligencia de los suyos, la oposición y de la sociedad; fracciona el partido que lo llevó al poder a pocos meses de las elecciones municipales y muy próximo a unas presidenciales; aunque tales decisiones sólo puedan ser explicadas por la soberbia más absurda.
Desconocemos a ciencia cierta que nueva urdimbre planea quien ciego de tanta soberbia y que conociendo perfectamente en qué lugar lo colocan los números, decide salir de su silencio para exigir al liderazgo de su partido que “busquen los votos de Gonzalo hasta debajo de las piedras” y que al momento de defender esos votos en las mesas de votación sean tan agresivos como la soberbia transmitida por su líder pueda llevarles a serlo. Ojalá esta gente comprenda que si no toman otro rumbo, nunca encontrarán salida de la primera y más infamante terraza del purgatorio dantesco.
En los últimos seis o siete días se ha visto de todo: el Jinete sin Cabeza cabalgando bajo control para evitar equívocos; una aspirante a vicepresidenta (Margarita Cedeño) dando brincos destemplados en los barrios; el abuso indiscriminado de los recursos del Estado (personal, vehículos, presupuesto, etc.) sin que la Junta Central Electoral (JCE) diga ni esta boca es mía; intentos de supresión del derecho al voto, a través de cambios inexplicables en el domicilio de los votantes; alegatos de un supuesto plan para desestabilizar el país por parte de la oposición (que no tiene control de la JCE), y en este fin de semana se incluye al repertorio la salida del Presidente a recorrer el territorio nacional portando una gorrita reminiscencia de un muy remoto pasado comunista.
Es posible que las encuestas políticas de más reputación hayan invertido los papeles y ahora sea el Jinete sin Cabeza el que huye de la comunidad. En su desesperación el gobierno se ha atrevido a sacar publicaciones forzando el voto obligatorio de los trabajadores públicos por su candidato y se ha escuchado el plañir de las bocinas clamando el retorno a su casa de un Leonel Fernández al que hace unos meses denominaron con adjetivos impublicables. No creo que la soberbia permita a Danilo Medina tratar de reparar el daño causado al empujar al León fuera del PLD; pero parece que ya a lo interno hay algunas voces disidentes y el hombre empieza a ser retado por quienes como las focas, aplauden con el agua al cuello.
No obstante lo anterior el soberbio no cree en la democracia y hará todo lo que se encuentre a su alcance para continuar en el poder, proveyéndose impunidad y desconociendo el valor intrínseco de cada ciudadano dominicano. Insistirá en la idoneidad de su creación política y continuará su estrategia intimidatoria para que la clase media no asista a las urnas; mientras siembra la duda sobre un proceso electoral que sólo puede ser corrompido por él mismo, sus mandatarios y su JCE. Ante tales circunstancias el pueblo dominicano no cuenta con el lujo de bajar la guardia; es necesario insistir en que el próximo domingo 5 de julio tenemos que ir todos y todas a votar, aunque para ello sea necesario burlar al Jinete sin Cabeza de Danilo Medina y a los mismísimos Jinetes del Apocalipsis que fueron convocados en el local del Brujo Bleo.