Para comenzar es conveniente que no trates de adivinar lo que enfocaremos en este tema. Como sabemos la alergia es una patología médica bastante conocida, pero el enfoque que tendremos será muy amplio.

La palabra Alergia proviene del griego, donde Alos= diferente, extraño y Ergos= reacción, trabajo. Podríamos traducirlo como reacción diferente o reacción a lo diferente. Pero en esencia se produce cuando tu sistema inmunológico reacciona de forma exagerada frente a un elemento inocuo (como matar mosquitos con una escopeta). En estos casos, tal vez puede desencadenarse una reacción tan violenta que hasta podría ocasionar la muerte. Hablamos de hipersensibilidad y reacción excesiva. Si pudieras comunicarte con tu cuerpo y decirle: “tranquilo, no es nada peligroso”, no habría problemas, pero no hemos aprendido a hacerlo.

Algunos médicos y psicólogos que se interesaron por el estudio de la relación mente y cuerpo (psicosomática), plantean que nuestros órganos reaccionan muy similar a como nosotros reaccionamos. Según esto, si eres hipersensible, con dificultad de adaptación, intolerante, con temor excesivo a lo nuevo o desconocido, tendrías mayores posibilidades de padecer de alergias. Estas observaciones probablemente ameriten más evidencias científicas, sin embargo, de ser correctas nos dirían que en la medida en que mejoremos nuestro grado de tolerancia y adaptación, podríamos disminuir nuestras alergias. De todas formas, si así no fuera, no perdemos nada con intentarlo.

Hemos logrado resolver muchas situaciones que amenazaron a la humanidad durante cientos de miles de años, pero en nuestra conciencia instintiva o animal, nuestros mecanismos del miedo siguen igual de activos, por lo que nos mantenemos asustados incluso frente a estímulos insignificantes.

Cuando estamos frente a un problema laboral importante, nuestras emociones se disparan y nuestros cuerpos reaccionan exageradamente como si nuestra vida peligrara. Conviene que suprimas frases como: “mi jefe me va a matar cuando se entere”. Controlando nuestras emociones podríamos moderar las reacciones orgánicas desproporcionadas, de manera que no sean perjudiciales para nuestra salud.

Ocasionalmente buscamos el miedo para liberar estimulantes cargas de adrenalina. Así nos enfocamos en historias de terror, juegos mecánicos extremos, la velocidad, anuncios de epidemias mortales, invasiones extraterrestres y dioses furiosos que vienen a castigarnos. Algunas personas tienen la necesidad psicológica de producir miedo a los demás, porque viven vacíos existenciales que les hacen insoportable la felicidad ajena. Otros aprovechan el miedo humano para vender sus productos: medicinas, cirugías, mecanismos de alarmas, pólizas de seguros, armas, seguridad para computadoras, votos para algún líder político, atraer gente a las iglesias, etc. Una de las mejores formas de ser dominados es a través del miedo.

Realmente debemos aprender a tener miedo al miedo. Nuestros cuerpos cuando están bajo efectos prolongados del miedo no funcionan de manera adecuada y nuestra mente podría bloquearse o reaccionar de forma incorrecta. Por otro lado, una vida de temores constantes no es la ideal.

Así como funcionan las alergias en nuestros cuerpos, hay un fenómeno social muy similar y frecuente que analizaremos desde un enfoque organicista.

Cuando recibas noticias de desgracias, tragedias y catástrofes apocalípticas, no te llenes de terror de inmediato, primero analiza fríamente lo que escuches. Incluso si tuvieras que correr, al pensar primero, correrás en la dirección correcta. No te precipites por ser la primera persona en anunciar: la muerte de alguien, una epidemia, una guerra o cualquier otra desgracia, investiga mejor antes de diseminar posible basura. La humanidad está saturada de muchas ideas de desgracias, no te dediques a aumentarlas. Deja de decir: todos son corruptos, se van a condenar, ya no hay salidas, se están cumpliendo las profecías, etc. Procura propagar la esperanza no el miedo, Jesucristo dijo que ni él sabía cuando sería el final de los tiempos y sus verdaderos seguidores no están autorizados para estarlo anunciando (Mateo 24:36 y Hechos 1:7).

Cuando se producen crímenes o robos, si reaccionamos de forma exagerada podemos desencadenar conductas muy agresivas y/o represiones policiales sin precedentes. El temor por enfermarte puede llevarte a recibir cirugías y tratamientos médicos innecesarios. El miedo exagerado a la pobreza puede forzarte a aceptar humillaciones o una existencia inhumana. El temor a que los demás te rechacen, puede hacerte rechazarlos a ellos de inicio. Si te atormenta mucho el pensar en morir, podría ser precisamente la causa de tu muerte.

Lo que deben aportar los cristianos es fe, esperanza y caridad, en lugar de odio al demonio, miedo a las conspiraciones mundiales, desprecio por los pecadores o sembrar el pesimismo.

Habla más de luz que de obscuridad. Sé menos salvaje, lo animales domésticos son menos nerviosos que los salvajes. Recuerda siempre que, aunque nuestros cuerpos son temporales, nosotros no. Dios no es tan insignificante como imaginamos, los problemas que superamos hacen millones de años fueron peores a los que tenemos que superar ahora. El miedo no es compatible con la Fe. Lo que más nos hace falta ahora es: paz. Si logramos tranquilizarnos, no tendríamos que acumular lo que no necesitamos, tendríamos tiempo para disfrutar la vida y podríamos descubrir cuán maravilloso es el mundo en que vivimos.