No creo que la educación online haga menos valiosa la experiencia interpersonal. Si acaso la hace más valiosa. Lo online no reemplaza la clase presencial, sino que permite liberarla para tareas superiores…” -Salman Khan

Volver a la escuela o no volver, esa no es la cuestión. El quid de la cuestión es cuándo y cómo debemos hacerlo para no arriesgar indebidamente la salud de los alumnos, maestros y personal de apoyo, a las familias y a la comunidad circundante. El Marco para la reapertura de escuelas, un valioso documento de UNICEF, UNESCO, PMA y el Banco Mundial, nos guía respecto a cuáles escuelas debemos abrir, el cuándo y el cómo abrirlas sin asumir riesgos injustificados.

La verdad es que los niños necesitan volver a los estudios al finalizar las ya demasiado largas vacaciones de verano de una forma u otra, y debemos retornar en la primera oportunidad posible a la enseñanza presencial, porque así es cómo los niños, y sobre todo los más jóvenes y los más desaventajados, mejor aprenden. El aprendizaje a distancia tiene su valor y su momento, pero nadie piensa que es superior a la educación presencial, y sobre todo en los primeros años de socialización y aprendizaje de los niños, la virtualidad no sustituye el contacto personal con el maestro y los compañeros.

Hay gran expectación por la vuelta de los alumnos a la escuela, pues hemos comprobado durante la pandemia cuanta falta nos hace. La escuela hace falta no solo a los alumnos y maestros, sino también a los padres y patronos, a la comunidad en su conjunto. Sin menospreciar las crecientes virtudes de la virtualidad que nos ofrece la tecnología actual, nadie piensa que hemos superado a la educación presencial en la escuela: esa magia de congregar alumnos y maestros con regularidad para realizar actividades programadas que promueven competencias y destrezas en los alumnos. La teleenseñanza o educación en la casa no ha venido a sustituir la venerable institución de siglos o milenios de tradición que llamamos escuela, sino a complementarla y ayudarnos, cuando se dificulta reunirnos presencialmente por razones de fuerza mayor, para que el aprendizaje escolar no se detenga. Para la gran mayoría de hogares, la educación en casa es un paliativo que, con grandes sacrificios de la familia, ofrecemos a los chicos durante un tiempo excepcional como es la pandemia del Covid-19; pero no es una solución satisfactoria a mediano o largo plazo para lograr las competencias que los alumnos necesitan para ser mejores ciudadanos, responsabilidad que delegamos en los educadores profesionales para guiarlos en su desarrollo.

Un principio irrenunciable es que el aprendizaje escolar no debe detenerse ni suspenderse por largo tiempo, pues la ciencia ha establecido incluso que los largos periodos de vacaciones resultan perjudiciales para los alumnos: sobre todo afecta a los más pobres y más pequeños. Durante una larga interrupción de la docencia, los niños desaprenden, sobre todo los que no tienen abundantes estímulos alternativos en su entorno. Por razones de equidad y eficiencia, Salman Khan, el genio de Khan Academy, incluso afirma que, "Hay que acabar con las vacaciones de verano".  No podemos prolongar las ya largas vacaciones de verano indefinidamente hasta lograr a escala nacional la inmunidad de rebaño al novel coronavirus, sea por contagio masivo o vacunación, porque nadie sabe cuándo ocurrirá ese anhelado fenómeno.

Al concluir el periodo de vacaciones estivales, debemos volver con alegría a los estudios de una manera u otra, siempre tomando en cuenta las condiciones sanitarias de cada localidad y de la comunidad educativa y sus actores. No debemos postergar el aprendizaje de los niños y adolescentes sin saber cuándo será posible la educación presencial de nuevo. Eso significa que, tan pronto las condiciones sanitarias locales lo permitan, regresamos con alegría y la debida cautela a las aulas escolares. Mientras tanto, si las circunstancias desaconsejan el regreso presencial a la escuela en una localidad o región, por el momento, entonces hacemos de tripa corazón con las lecciones a distancia, utilizando los mejores recursos a nuestra disposición en cada caso hasta alcanzar un nivel de riesgo tolerable. Habrá maestros y alumnos que deberán ser excusados de las labores presenciales por sus particulares condiciones de salud, y ellos deberán proceder con la modalidad a distancia y apoyo especial por un tiempo más prolongado que sus compañeros. En algunos casos también debemos sopesar la posibilidad de combinar lo presencial con lo virtual para reducir la densidad de estudiantes en las aulas y mantener el recomendado distanciamiento, y privilegiar a los más chicos y necesitados con la oportunidad de pasar más tiempo en la escuela.

Con la limitada información que tenemos disponible, analicemos como ejemplo a Baoruco.  Esa provincia contabiliza 46 casos de Covid-19 acumulados desde marzo hasta mediados de julio en todo el territorio de sus 5 municipios y 10 distritos municipales, según datos del Ministerio de Salud Pública. Baoruco tiene una población de más de 110,000 habitantes, con casi la mitad de la población en el municipio de Neiba. No sabemos cuántos de los positivos se contagiaron en las últimas semanas, ni su distribución por municipio. El Ministerio de Salud Pública sí dispone de esos detalles y podría, en colaboración con un equipo multidisciplinario del MINERD y los alcaldes locales, y con datos actualizados, decidir en base a la ciencia si el riesgo de contagio es tolerable y menos perjudicial que mantener a los niños fuera de las escuelas, siempre tomando las precauciones de lugar para minimizar la posibilidad de infección.

Cada plantel es diferente y tiene circunstancias particulares de higiene y salubridad, como la disponibilidad de agua y jabón, así como la buena ventilación de los espacios, que deberán tomarse en adición a la situación epidemiológica regional. Desde el punto de vista epidemiológico y pedagógico, no significa lo mismo volver a las aulas en el municipio de Los Ríos de Baoruco que hacerlo en Los Ríos del Distrito Nacional. No hay que esperar a que las condiciones epidemiológicas en el Gran Santo Domingo mejoren lo suficiente para la reapertura de sus escuelas, si en el municipio de Los Ríos la situación epidemiológica permite que los niños sientan la alegría de volver a la escuela para juntarse con sus maestros y compañeros.